Tres presidentes latinoamericanos, electos por su pueblo, han sido guerrilleros, Daniel Ortega de Nicaragua, José Mujica de Uruguay y Dilma Roussef de Brasil. Ortega, fue comandante del Frente Sandinista de Liberación Nacional que en 1979 derrocó a Anastasio Somoza e inmediatamente formó gobierno y fue su presidente. Ortega, hace un par de años, por la vía del voto popular, regresó al gobierno y lleva adelante un programa socialista consono con lo que ha sido su carrera guerrillera y política. El uruguayo José Mujica es un auténtico Tupamaro. Participó en los años sesenta en acciones guerrilleras y luego de ser capturado por el gobierno pasa trece años preso, once de ellos en completo aislamiento como rehén, ya que la dictadura sostenía que sería inmediatamente ejecutado si los Tupamaros retomaban acciones de violencia. Por último, Dilma Rousseff, primera presidenta de Brasil, fue una de las más inteligentes dirigentes de los movimientos guerrilleros brasileños, en su andar subversivo le correspondió custodiar un importante arsenal y en esta misión fue capturada pasando tres años en prisión. Una vez en libertad participó en diversos movimientos políticos, hasta que el pueblo de Brasil con el 56 por ciento de los votos la elige presidenta sucediendo al carismático y popular Lula da Silva. Ortega, Mujica y Rousseff son tres personajes de la historia rebelde latinoamericana que gracias a la voluntad popular ocupan hoy los más importantes cargos políticos de sus países. Indudablemente, estos presidentes que vienen de la izquierda radical, están formados en el ideal socialista y antiimperialista encabezando gobiernos donde privará el interés del pueblo y no del capital. Sus gobiernos son nacionalistas no vendidos a los intereses de los Estados Unidos por lo que se encienden las alarmas en esa nación, ya que el imperio entiende que vienen tiempos duros para sus intereses en lo que siempre han considerado su patio trasero.
Aunado a estos tres insignes guerrilleros, en Nuestra América gobiernan presidentes con amplio signo izquierdista, socialista y antiimperialista. Y todos estos gobernantes han sido atacados directa, indirecta y ferozmente desde los Estados Unidos apoyados por cipayos que responden a estos intereses yanquis. Hablamos de Hugo Chávez en Venezuela, Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, Fernando Lugo en Paraguay y también José Manuel Zelaya en Honduras, al cual derrocaron fuerzas de derecha apoyados, y eso nadie lo duda, por militares estadounidenses. A todos estos nombres debemos agregar el de Fidel Castro, que si bien no es el presidente de Cuba en funciones, nadie duda que su revolución guió los mismos caminos antiimperialistas que hoy en día transitan los pueblos de la América Latina.
Así que ese aquelarre celebrado en Washington hace unos días no debe extrañar a nadie. Las garras del águila se están afilando y ya no de manera oculta, sino públicamente, y de manera escandalosa está reclamando acciones puntuales del gobierno del Presidente Barack Obama para frenar estas revoluciones. En estas reuniones se pretende presentar ante los medios a connotados golpistas, terroristas y estafadores como paladines de la democracia para ampararlos ante la sociedad norteamericana y validar las acciones que tomarán contra los gobiernos de sus países. Además se pretende presentar a nuestros gobiernos como antidemocráticos, antinorteamericanos y comunistas, señalando que son una amenaza para los Estados Unidos y para la estabilidad en el hemisferio, cuando la verdad es que estos gobiernos han surgido del cansancio de los pueblos latinoamericanos a apátridas que vendieron los recursos de nuestras tierras a los explotadores del norte a precios irrisorios, que se entregaron a los brazos de los organismos monetarios dominados por los países desarrollados y que en definitiva arruinaron la América, como lo hicieron los imperios europeos hasta el siglo XIX y de la conciencia que se ha ido sembrando en este pueblo.
La reunión de Washington es la revelación descarada de lo que subrepticiamente están haciendo los golpistas extranjeros contra nuestros gobiernos progresistas. Si este grupo derechista ha decidido revelarse en forma conjunta y coordinada en el propio Capitolio de la capital estadounidense, es una señal de la presión que han de estar ejerciendo ante el Ejecutivo norteamericano para que actúe directamente en el derrocamiento de las revoluciones democráticas latinoamericanas, quizás no por Obama, quien seguramente no será reelecto, pero sí llevarlo como un tema de vital importancia a la discusión política en los Estados Unidos con la finalidad de obligar a éste o al próximo gobierno a intervenir en latinoamérica, haciendo propicia la opinión pública para estas acciones. Nuestros gobiernos no pueden dejar pasar este hecho y deben contrarrestar política y mediaticamente las acciones que se vislumbrarán terroristas impulsadas por estos personajes de la política estadounidense y por sus vendidos representantes en nuestros países.
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