Odio a los indiferentes.
Creo que vivir quiere decir tomar partido.
Quien verdaderamente vive,
no puede dejar de ser ciudadano y partisano.
La indiferencia y la abulia son parasitismo,
son cobardía, no vida.
Por eso odio a los indiferentes.
(Antonio Gramsci)
Estimados compatriotas. Estamos viviendo en estos días situaciones a las que nunca hubiésemos querido llegar. Nos causa tristeza y decepción que un proyecto cargado de amor como el del comandante Hugo Chávez Frías, en el que la Justicia Social, fue su principal bandera para sacar a este pueblo de las garras del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, de nuestros gobiernos títeres y de sus patrones de las transnacionales que tuvimos hasta 1998, no haya sido comprendido por mucha gente. Unos, porque venían precisamente de ser los ejecutores domésticos de las políticas del Imperio, otros, por la ignorancia, alimentados por la permanente y sistemática propaganda de los medios de la derecha y por todos los flancos, sobre todo el de la mente, impidiendo a nuestra gente ver lo que está a la vista, pero también están quienes en primera instancia se plegaron al comandante Chávez, con la clara intención, y lo han logrado de usufructuar e impedir que todos esos beneficios lleguen en un 100 x ciento al pueblo.
Hemos contado, eso sí, con ese ejército de hombres y mujeres, (más mujeres, obviamente) que si han abrazado y entendido el mensaje que nos estuvo alimentando Chávez, y en 16 años, el cambio desarrollado en el país debería ser innegable, incluso para los más escépticos, quienes son incapaces de reconocer el más mínimo logro de este proceso, que si bien no cubre las expectativas de una verdadera construcción socialista, no es menos cierto que nos ha dado una esperanza renovada y preñada de futuro.
La mayor dificultad, sin duda, la representa el cambio cultural. Se ha atacado con bastante eficacia (tal vez, no la suficiente) la satisfacción de necesidades primarias (alimentación, vivienda y salud) y se ha impulsado la atención en salud, multiplicado la oferta en el área educativa, existen obras de magnitud inobjetables (hasta el más mezquino lo debería ver), la niñez, la adolescencia, la mujer, la gente de la tercera edad, ha estado recibiendo su asistencia por parte del gobierno y muchas cosas más, pero precisamente ahí esté el problema: son cosas.
Los procesos humanos tienen que entrar por la mente. Y por ahí es que se ha afincado el enemigo: por los medios de comunicación y usando los elementos de la llamada Guerra de IV generación han ido ablandando el proceso y prácticamente haciendo culpable al comandante Chávez y ahora a Maduro, hasta de la crucifixión de Cristo (si esta hubiese ocurrido alguna vez). El ataque, aparte del directo, también se centra en los contenidos de los programas, en los cuales la banalidad, la mediocridad y todas las bajas pasiones hacen su agosto para el consumo de la gran masa (la llamada mass media), el otro instrumento (y tal a algunas y algunos no les guste) la religión, pululan las emisoras cristianas, muchas de ellas de orientación israelí, con su consiguiente mensaje de alienación utilizando a Dios, y otro elemento letal: la música, si se puede llamar tal a alguna de la que suena insistente en los medios.
Pero por si fuera poco, tenemos que enfrentar a los funcionarios (muchos de ellos) del gobierno, quienes ven en su ejercicio como una oportunidad para tratar mal a la gente, para robar, para hacerse ricos. Ejemplos sobran y quienes esto leen lo saben de sobra.
Pero el más terrible para mi concepto, es como nuestra juventud parece no tener norte (o sur, según se vea), en los barrios la delincuencia juvenil parece desbordarse y a las autoridades ¿competentes? parece no importarle. Es más, en ocasiones, la gente le teme más a un policía que a un maleante formal. Otros, quienes han tomado el camino del estudio, en las universidades, sobre todo, se han ido convirtiendo, (no son muchos, pero como hacen daño) en tremendos pranes, y lo peor: vestidos de rojo rojito. Ejemplos también hay de sobra.
Lo cierto, es que todos los esfuerzos del comandante Chávez hasta el punto de haber entregado su vida, a veces parecen diluirse en un mar de mierda, donde lamentablemente vemos a delincuentes que salen de las raíces del pueblo: los malandros, los sicarios, los estudiantes pranes, bachaqueros, muchos nacidos en el "hermano país", quienes en vez de agradecer nuestra hospitalidad y amabilidad, también nos desangran; quienes se involucran en los consejos comunales para robar, quienes trabajan en la administración pública y no hacen su trabajo, quienes están en el alto gobierno y aparte de no hacer el trabajo se forran de dinero, y la conciencia?: letra muerta, camaradas.
Estamos en un punto en que ya el gobierno de los Estados Unidos, prácticamente nos ha declarado la guerra y amenaza con invadirnos, pero, ¡sorpresa! a nadie, parece importarle. Ver para creer dijo un cristiano hace tiempo, si es que lo dijo. Estamos en tiempos de no creer. Muchos creyentes, eso sí, orando en las iglesias y templos evangélicos, pero como su reino no es de este mundo, esperemos que el Señor los venga a buscar, ellos tienen la salvación eterna.
Quienes estamos verdaderamente preocupados miramos al frente, a los lados y detrás y nos sentimos solos, somos unos poquitos, los que si tenemos miedo, porque sabemos que la guerra y la invasión no deben ser tan bonitas que como lo muestra Hollywood.
Y también sabemos que a la chiquita los sacaremos de nuestra tierra.
Pero…
¿quiénes podrán echar el cuento?
Pedro Querales C.
C. I. 3.638.188