Los pueblos de la América Latina, luego de haber ganado la lucha cruenta por su independencia, quisieron darse su propia organización confederada para consolidar su independencia, aflorar como estados soberanos y asegurarse su propia construcción histórica como pueblos independientes de cualquier centro de poder.
Tanto el día como la organización que se creó en torno a la unión de toda las Américas, no ha hecho sino esconder el carácter imperialista de EEUU como promotor de esta unión a finales del siglo XIX y la doctrina Monroe como telón de fondo con el exclusivo objeto de tutelar los gobiernos de todo el continente latinoamericano en función de intereses globales del país del norte.
El país norteño propuso el llamado panamericanismo, como mecanismo para lograr la confraternidad latinoamericana en torno al liderazgo de EEUU.
A través de la doctrina Monroe y de la doctrina del panamericanismo, en un tiempo de más de 200 años y bajo diversas vías, llevaron a la practica el firme propósito estadounidense de hacer de América Latina un subcontinente que respondiera a sus propósitos e intereses, lo cual ha quedado demostrado por el devenir histórico y las acciones concretas que el país norteño ha adelantado con su política exterior.
Es decir el monroísmo y el panamericanismo, constituyen dos doctrinas con un mismo propósito y fin: apropiarse de las riquezas naturales, de sus recursos mediante el control político de sus gobiernos.
Ambas doctrinas, confirman con sus hechos, como el máximo interés desarrollado fue el expansionismo, como lo comprueba la invasión de territorios nicaragüenses en el año 1812, cuando todavía no existían visos ciertos del triunfo de la revolución bolchevique, lo que permite afirmar que no es un problema ideológico, sino la expresión del expansionismo imperial.
Al respecto es relevante tener presente lo planteado por uno de los estudiosos de la política exterior de EEUU, el profesor Otoniel Morales (2009), según describe que los lideres norteamericanos se plantearon la necesidad de que EEUU lograra la unificación territorial en base a la posesión de limites naturales al Oeste y el Sur "objetivo expansionista que pasaba por la anexión de territorios indígenas, franceses, españoles y más tarde mexicanos. Por lo tanto, ya desde el propio nacimiento de le Estados Unidos existía la ambición entre sus elites dirigentes y claridad en el objetivo de ser el poder hegemónico a lo largo y ancho del continente americano"; y más adelante agrega que la doctrina Monroe "es el fruto ideológico-práctico de esas ansias expansionistas y hegemónicas de los Estados Unidos sobre la América Latina y El Caribe"
Al conquistar la independencia casi medio siglo antes que los países de América Latina, y a principios del siglo XIX, EEUU emprendió el camino de desarrollo capitalista. Luego de consolidar su economía, surgen sus ideas expansionistas. El secretario de estado J. Adams, fue uno de los primeros en argumentar la idea de la "predeterminación del destino", el cual planteaba la creación de un sistema cuyo centro era EEUU y en torno a él toda la América Latina (Morales, 2002).
En el año 1823, la doctrina Monroe, surge como una especie de protectorado de EEUU hacia los países de América Latina y afirmaba la comunidad de intereses de la América del norte y la del sur, convirtiéndose por muchos años en la bandera de la política exterior de EEUU por muchos años.
Entre los argumentos para esgrimir la creación de la doctrina Monroe, está la supuesta amenaza de intervención de la llamada Santa Alianza (pacto religioso) en los países de la América española, posición que según Kossok citado por Morales (2002) quedó demostrada su inexistencia a esa referida amenaza por parte de las monarquías de Rusia, Prusia, Austria, Italia, Francia, y debido a las enconadas rivalidades entre ellas, lo cual impedía acuerdos para una posible invasión en América Latina.
De tal manera, que se puede afirmar, los hechos junto al proceso de la historia así lo confirman, que la doctrina Monroe estaba guiada por intereses supremos de dominación en lo político, económico cultural de la que han denominado su patio trasero. Es decir, fue una doctrina para el vasallaje y arrebato sobre los pueblos.
Son muchos los hechos, que a lo largo de dos siglos, han revelado el recelo y la desconfianza en varios países latinoamericanos ante la verdadera esencia política de la doctrina Monroe y hegemonía sobre los países latinoamericanos, cubierta con supuesto ropaje de que "estaba resuelta a mantener las mejores relaciones cualquiera fuese el sistema de gobierno adaptado", fundamentándose en un poder celestial del "destino manifiesto", según el cual EEUU tiene el privilegio recibido de Dios para guiar y gobernar el destino del mundo. (Morales, 2002), convirtiéndose la doctrina Monroe en la piedra angular del panamericanismo como medio de hegemonía, de explotación y este a su vez en formula permanente de intervención que amenaza las relaciones entre los estados latinoamericanos. La doctrina Monroe y el tratado interamericano de asistencia recíproca (TIAR) no fueron activados en el caso del reclamo de Argentina sobre Las Malvinas.
El panamericanismo resulto ser una doctrina que solapada en la unión de las naciones, siempre supo ocultar el carácter agresivo de la política que desde siempre ha practicado EEUU, bajo su bandera, siendo ésta el desarrollo ulterior de la doctrina Monroe y de la idea de EEUU sobre el papel dirigente en los asuntos del hemisferio occidental adoptado a las condiciones de la época del imperialismo.
Por otra parte, se sabe que nunca fue del interés de los Estados Unidos el fortalecer las recién independencias logradas por los países de Sur América, por el contrario se opuso firmemente ante cualquier eventualidad y acción expedicionaria que pudieran surgir de países hermanos para liberar a Cuba y Puerto Rico del yugo español, acciones estas que demuestran la actitud hostil contra la independencia de América Latina, ya el Libertador, lo planteaba en la carta de Jamaica cuando afirmaba la neutralidad apática de los americanos a la causa de la independencia(Parra, 1983).
Los Estados Unidos nunca aplaudieron el proceso de unificación que se inició en 1819 con la Gran Colombia, para ello según Portuondo (2010) es suficiente leer, las diversas proclamas, documentos y cartas de Bolívar para demostrar los certeros juicios que el Bolivarismo fue la antítesis del panamericanismo, siendo que este, así como no surgió del Congreso de Panamá tampoco tiene nada que ver con el latinoamericanismo de Bolívar.
En el magno documento de Jamaica, el Libertador, a pesar de tener el frente de la derrota, redacta este grandioso documento con el carácter de profeta, y entiende que es necesaria la ayuda de alguna potencia para lograr la independencia de los países de América Latina buscando los intentos de ayuda con el gobierno de Inglaterra.
Los ideales de integración de Latinoamérica, siempre ocuparon el mayor de los sentidos y desvelos del Libertador Simón Bolívar, para lo cual comenzó desde 1824 la convocatoria para el congreso anfictiónico de Panamá a realizarse en junio de 1826; al respecto sobre la participación de los americanos, Bolívar era de la idea de no invitarlos, tal y como se puede corroborar en varios epístolas, entre ellas la dirigida al general Santander, donde tajantemente afirma " no creo que los americanos deban estar en el congreso del istmo".
El Congreso de Panamá, era el escenario propicio y natural, donde los países recién independizados lograrían acuerdos para un tratado de confederación, que proveía el establecimiento de un congreso permanente de las naciones americanas, cuyo fin era protegerse de las agresiones extranjeras y asegurar la paz y el respeto entre sus miembros, tratado que no tuvo vigencia por no ser mayoritariamente ratificado, así como muchos de los puntos, agendas y acuerdos del mismo fueron saboteados unos y otros dilatados por quienes se oponían al pensamiento bolivariano; según el historiador Liévano, A (2012), eran tan las grandes contradicciones entre los miembros que "infortunadamente no se consideró necesaria la elaboración de actas regulares de las sesiones, probablemente por el deseo de algunas delegaciones de no dejar constancias de sus puntos de vistas; y solo ello ha dejado a los historiadores como fuente para reconstruir las labores del congreso"
Parafraseando al gran luchador de los pueblos oprimidos, camarada Don Pedro Ortega Díaz (2015), quien en su opinión Panamericanismo: TESIS IMPERIALISTA PARA LA DOMINACIÓN, nos dice que la idea del Libertador era "por unir lo más estrechamente posible a la América española, las antiguas colonias españolas en forma tal que garanticen su independencia fuerte a cualquier posible intento de reconquistarlo, previendo, a la vez los serios peligros que ve venir desde los EEUU". A pesar de los esfuerzos realizados, a los "Estados desunidos del sur" los dividió el expansionismo norteamericano.
Después de los planteamientos anteriormente expuestos, con la ayuda de la respectiva revisión bibliográfica y diversas fuentes, se hace más que necesario divulgar todas las herramientas políticas e ideológicas para comprender el proceso mediante el cual EEUU logro consolidar una hegemonía regional a inicios del siglo XX en el continente americano con el panamericanismo como bandera, desmontar todo el arsenal de apariencias históricas, poner al descubierto el pellejo imperial, para que nuestro pueblo y fundamentalmente los jóvenes aprecien y comprendan la verdad de los pueblos y sus líderes reales y auténticos.
Hoy a pesar de la políticas agresivas del imperialismo norteamericano, los pueblos latinoamericanos junto a sus líderes vienen retomando los hilos conductores de la integración, de ser países independientes y soberanos, prueba de ello son los recientes resultados de la VII cumbre de las Américas, el apoyo a la República Bolivariana de Venezuela, que junto a la creación de la UNASUR, CELAC Y ALBA, constituyen las herramientas para hacer posible el gran ideal Bolivariano.
Bibliografía:
Liévano, A. Bolivarismo y Monroísmo, en Debate Socialista N°190, 10 Y 11 Agosto 2012.
Morales, .M, J.C. La Doctrina Monroe y el Panamericanismo: Dos propuestas y un mismo fin continental. Frónesis, Vol.9 N°3,2002. LUZ.
Morales, O. (2009) América Latina y El Caribe en la agenda de la política exterior estadounidense entre 1920-2004. Centro Nacional de Historia. CARACAS.
Ortega, P. (2015). El Congreso de Panamá y la Unidad Latinoamericana.
Parra, C. (1983). Bolívar: Contribución al Estudio de sus Ideas Políticas. Universidad De Los Andes. Ediciones Del Bicentenario Del Natalicio De EL LIBERTADOR. Mérida-Venezuela.
Portuondo, M. (2011). Dos concepciones de la unidad: Latinoamericanismo Vs Panamericanismo. Sus Orígenes.