Por un par de meses he notado el deshielo diplomático sin precedentes ocurrido entre Estados Unidos y Venezuela. Y ahora, los medios mayoritarios le están prestando un poco de atención. "Estados Unidos y Venezuela se han embarcado en su más extenso diálogo en años, en un intento por mejorar sus ásperas relaciones, de acuerdo con un funcionario de alto rango del gobierno estadounidense", informó Reuters esta semana. La fuente era anónima.
En la tarde del jueves 3 de julio, mientras todo el mundo (incluyendo gran parte de los medios de comunicación) escapaba de la ciudad por el fin de semana largo que incluye un feriado, el secretario de Estado, John Kerry, emitió un comunicado enviando sus "mejores deseos al pueblo de Venezuela al celebrar los 204 años de su independencia el 5 de julio."
"Estoy complacido de que hayamos encontrado una causa común en nuestro apoyo a las elecciones de Haití, su reconstrucción y desarrollo; además de nuestro compromiso compartido con los esfuerzos en curso del gobierno colombiano para lograr una paz duradera. . . Espero con interés una mayor cooperación entre nuestros pueblos y gobiernos a medida que buscamos formas de mejorar una relación históricamente fuerte que ha perdurado por casi dos siglos", dijo Kerry.
La declaración fue excepcional, ya que no contenía ni las críticas o comentarios que seguramente serían interpretados como insultantes por el gobierno venezolano. No recuerdo haber visto nada comparable hacia Venezuela, proveniente de la Secretaria de Estado de EEUU, durante al menos 14 años.
Por supuesto, no todo el mundo está contento con este repentino amanecer de la Era de Acuario. Como señalé el mes pasado, los intentos por sabotear los esfuerzos diplomáticos estaban en camino ni bien empezó el acercamiento. Habrá más de estos intentos, y algunas de las reacciones de la derecha a la apertura hacia Venezuela por parte del gobierno de Obama, pueden proporcionarnos una idea de lo que se viene.
Carl Meacham, director del Programa de las Américas del, profusamente financiado, centro de pensamiento de centro-derecha, CSIS (Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, por su traducción al español), fue asesor de política exterior y exmiembro del despacho del senador Richard Lugar, un senador republicano que mantuvo el cargo por 6 mandatos, y quien fue muy influyente en política exterior. Fue la oficina de Lugar la que dinamitó el intento en 2010 del presidente Obama de restaurar con Venezuela las relaciones diplomáticas con sus respectivos embajadores. Por tanto, Meacham, quien está muy bien conectado con funcionarios del Departamento de Estado, al que igual que con otros personajes involucrados con América Latina en Washington, probablemente tenga bastante idea de cuál es la estrategia a seguir por parte de quienes, dentro o fuera de la Administración Obama, no quieren normalizar las relaciones con Venezuela.
Meacham escribió el mes pasado que uno de los objetivos de la actual apertura del gobierno de Obama es "asegurar la presencia de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de observadores de la Unión Europea en las próximas elecciones parlamentarias de Venezuela." Sin embargo, el gobierno de Obama no ha mencionado nada acerca de tales observadores. Es posible que Meacham esté diciendo esto porque la exigencia de observadores de la OEA y de la UE será parte de la estrategia de la derecha para deslegitimar las elecciones a la Asamblea Nacional en diciembre próximo.
La estrategia tiene sentido si la derecha pudiese llegar a convencer a la prensa de que la demanda de observadores de la OEA y de la UE es razonable, y de que es factible que estos observadores proporcionen una evaluación independiente, de cara a la integridad del proceso electoral. No obstante, la OEA tiene un historial muy variado. En 2000, por ejemplo, la OEA revirtió la abrobación original de las elecciones parlamentarias de Haití, después de que Washington decidiera que no le gustaban los resultados. En 2011, también en Haití, una comisión de la OEA plagada de miembros pro-Washington, de manera asombrosa y sin precedentes, alteró el resultado-- no recomendó una nueva elección o un recuento de votos, como a veces se hace en elecciones disputadas-- de la primera vuelta de la elección presidencial. Estas y otras intervenciones de la OEA plantean interrogantes acerca de si se podría establecer una delegación imparcial de la organización, dada la fuerte influencia de Washington en la burocracia de la OEA.
Recordemos que en las elecciones presidenciales de Venezuela en abril de 2013, Estados Unidos fue el último gobierno en el mundo en reconocer el resultado-- y fue sólo bajo la presión del resto de la región, incluyendo Brasil. Pero no había duda sobre el resultado. En Venezuela, el votante presiona una pantalla táctil en la computadora y obtiene un recibo impreso, que luego se deposita en una urna. En una muestra aleatoria que asciende a alrededor de la mitad de los votos totales, los sufragios en papel se comparan con el registro electrónico, en presencia de observadores y testigos. En las elecciones de 2013, un análisis estadístico mostró que la probabilidad de obtener el conteo oficial de los votos, en caso de que las elecciones hubieran sido robadas, fue de menos de una probabilidad en 25,000 billones.
Sin embargo, la Casa Blanca, en 2013, insistía en un "recuento" antes de que Washington reconociera el resultado. Dado que en aquel momento en las calles había protestas violentas lideradas por la oposición, las que trataron de anular los resultados electorales, esto no sólo fue deshonesto, sino –hasta que finalmente se rindieron– una postura sumamente hostil e imprudente. Este es sólo uno de los muchos episodios, pasando también por el golpe militar respaldado por Estados Unidos en 2002, que ayuda a explicar por qué es difícil para muchos venezolanos confiar en el gobierno de Estados Unidos.
Así que si la distensión actual de la Casa Blanca sobrevive durante unos meses, no será de sorprender si hay intentos por destruirla, lo que implicará conflictos relacionados con las próximas elecciones. Pero mientras dure el acercamiento, será positivo. Con EEUU habiendo programado abrir una embajada en Cuba el 20 de julio por primera vez en medio siglo, cada vez más estadounidenses, y tal vez incluso algunos de nuestros políticos y periodistas, podrían empezar a preguntarse por qué no podemos tener relaciones normales con Venezuela.
Tomado de: Últimas Noticias