Frontera permeable: Las fronteras pueden ser apenas puntos y rayas en un mapa, casi ilusorios cuando los pueblos a ambos lados se parecen como gotas de agua. Y nada más parecido a un colombiano que un venezolano. Por décadas la economía y la guerra colombiana alentaron a millones hacia Venezuela, y hemos vivido juntos las adversidades de uno y otro lado.
Pero las fronteras son inquietas cuando los hombres las abusan, y peligrosas si el abuso llega hasta el delito.
Narcotráfico: Colombia se convirtió en el principal exportador de cocaína del mundo. Sectores de la oligarquía colombiana se metieron en la lucrativa empresa. Es imposible determinar cuánto le debe el PIB colombiano a la droga. La permeable frontera estaba como mandada a hacer para el narcotráfico: Venezuela es el Caribe y el Atlántico.
Paramilitarismo: Los paramilitares pasaron de ser bandas aisladas a organizarse en frentes, federaciones. Su principal fuente de ingreso es el narcotráfico, pero también ofrecen otros servicios: sicariato, secuestros, prostitución. Permearon la política colombiana y colonizaron al estado: Pablo Escobar llegó a diputado y Uribe a presidente.
Encubrimiento mediático: Los medios escandalizaron sobre la guerrilla para ocultar la penetración del paramilitarismo en los estados fronterizos, donde los paracos amedrentan a asambleas populares para imponer a sus candidatos, apoyan a alcaldes y concejales, compran periodistas, jueces, policías y militares, hacen guarimbas.
Mientras, la política de fronteras de los gobiernos colombianos ha sido exportar los problemas a Venezuela y no asumir ninguna responsabilidad.
Penetración: Los paracos fueron más allá, hasta el centro del país: compraron haciendas, instalaron empresas, desde concesionarios de vehículos hasta mafias de buhoneros, empresas para el lavado de dinero y el sostén de grupos violentos. Hay que recobrar la integridad soberana de los estados fronterizos. Pero, también, el paramilitarismo debe ser destruido en todo el país.
Contrabando: La extracción de alimentos y gasolina subsidiados alcanza a millones de dólares. Y encima, se llevan los billetes de 100 y 50 Bs. Cúcuta no puede vivir de Venezuela mientras nosotros enfrentamos la escasez. Tampoco es responsabilidad del estado venezolano abastecer de alimentos y combustible a Cúcuta: esa es responsabilidad de Santos.
El cierre de la frontera era una medida necesaria, prácticamente de defensa propia.
La frontera no debe abrirse hasta que Santos se comprometa, firmemente y en concreto, a asumir su responsabilidad como gobernante en la lucha contra el contrabando y el narco-paramilitarismo. El gobierno venezolano ya debería tener escrito el esquema de medidas a acordar.
Xenofobia: Es vital para el mismo proceso bolivariano rechazar el chauvinismo, postura atrasada y bárbara. Y la xenofobia. No luchamos contra los “colombianos”, sino contra la oligarquía colombiana y su narco estado. Contra mafias contrabandistas que incluyen también a nacidos de este lado, clasificados como “venezolanos”.
El sueño mirandino y bolivariano de la Patria Grande (la única solución viable para América Latina) no puede perderse. Sería un retroceso muy dañino. Y un favor que le haríamos a los gringos.
No hay “circunstancias” que justifiquen la violación de los derechos humanos. La Fiscalía y la Defensoría del Pueblo deben estar presentes en todos los procedimientos. No podemos matar nuestra Constitución Bolivariana en esta situación.
Medidas radicales: El cierre paralizó al contrabando masivo. Redujo los focos. Es una situación ideal para atacar las redes. Es necesario seguir los hilos (que muchas veces se juntan) y llegar a los grandes armadores de las redes.
Pero reitero: medidas como el aumento de gasolina y un esquema cambiario sin diferencial atacarían a profundidad los factores que sostienen el contrabando mafioso hacia Colombia.