El redespertar de la historia

No podemos esperar cien años más para que el pueblo despierte. Hace apenas dos décadas nos despertamos una madrugada con la extraña noticia de una intentona golpista. El golpe fracasó pero el sueño de un futuro distinto para el país se había alojado en las almas de millones de venezolanos. Luego se planteó un proyecto social que fue tomando forma de proceso, vale decir, de un conjunto de acciones que paulatinamente nos fuesen llevando a una realidad con mejores balances de justicia social y de calidad de vida para todos.

Atrás quedarían los recuerdos del puntofijismo, aquel pacto entre cúpulas de partidos políticos que ya se habían doblegado a los intereses del imperio. Lo que vendría sería la consolidación del poder popular y un viaje sin retorno al establecimiento de un estado comunal que rompiese con aquel estado burgués concebido para afianzar el dominio de los poderosos.

No hay duda de que aquel sueño contaba con bases concretas para convertirse en esperanza. Particularmente importantes fueron las misiones educativas y de salud. Fue un auténtico logro haber superado el analfabetismo y bien significativo fue el poder contar con un consultorio popular en cada comunidad y con centros de diagnóstico comunales. Con acciones como éstas se fue pagando la inmensa deuda social que el Estado venezolano tenía con su pueblo y el pueblo fue consecuente con esa voluntad de hacer las cosas bien por el país. Extraordinario fue el rol que asumió Venezuela en el concierto mundial y muy particularmente en América Latina y el Caribe, donde nuevamente Caracas se convirtió en ejemplo para combatir el despotismo y mostrar que sí es posible enfrentar la hegemonía mundial.

Mientras tanto el imperio probaba distintas estrategias para abortar el proceso en marcha. Fracasaron con el golpe de aquel 11 de abril que fue fundamentalmente una manipulación mediática y una puesta en escena para tratar de engañar al mundo y mostrar al gobierno como asesino. También fracasaron con el paro petrolero y el colateral paro patronal. Acciones como ésta suelen bastar para derrocar cualquier gobierno, pero en Venezuela esta forma de guerra económica fracasó. Sin embargo, la agresión imperial nunca cesó en Venezuela desde que se propusieron derrocar al proceso chavista.

Las agresiones imperiales contra Venezuela han tenido dos componentes fundamentales: la guerra económica, por un lado, y la guerra mediática, psico-social, y moral, por el otro. En el aspecto económico destaca el paro patronal, pero también hay que referirse al no suministro de insumos para el mantenimiento de maquinaria de distinto tipo y a la intervención de los mercados con manipulación de la producción, acaparamiento, contrabando y especulación. En el aspecto mediático destaca aquel golpe de estado, pero también hay que mencionar el papel protagónico que en los medios de derecha internacionales se le da a la "nueva villana" llamada Venezuela. Más allá de lo mediático, muchas de las acciones van dirigidas a atacar nuestra psiquis como colectivos sociales. Se busca que los venezolanos nos subestimemos a nosotros mismos y que nos percibamos como un pueblo flojo, conformista y corrupto. Justamente allí, en términos de la corrupción es que han colocado su mayor empeño. Ellos han minado las bases del Estado induciendo corrupción en los funcionarios. Con esto han logrado disminuir inmensamente la capacidad del Estado para controlar los ataques económicos y sobre todo para disminuir la moral de los revolucionarios. No hay que obviar el componente bélico de la acción imperial. De manera selectiva y por vía del sicariato y de grupos paramilitares han venido asesinando revolucionarios. Estas acciones también han apuntado a disminuir las reservas morales del proceso bolivariano.

El efecto de la corrupción ha sido contundente. Podemos afirmar que por vía de la corrupción se ha inoculado una quinta columna devastadora dentro del proceso. No podemos negar que hay guerra económica, pero tampoco podemos negar que el más duro de los frentes que hay que enfrentar es el interno. Es claro que si no hubiese tan altos niveles de corrupción en los funcionarios dedicados al control de los delitos económicos, especialmente en los militares, no habría tan altos niveles de contrabando, escasez, y especulación. Si no hubiese tan altos niveles de corrupción tendríamos mayores niveles de eficiencia en la atención de la salud y de las distintas funciones públicas. Si no hubiese tan altos niveles de corrupción no sería tan difícil conseguir los insumos agrícolas y los programas sociales que implementa el gobierno llegarían a quienes tiene que llegar en el momento que tienen que llegar.

Ya lo decía el propio Chávez al comienzo de su gobierno: "La corrupción es un cáncer." Como tal, alguna terapia social tendría que plantearse para combatirlo. Sin embargo, lejos de erradicar o al menos mejorar el cuadro nacional en relación con este mal, la enfermedad se ha propagado y se ha fortalecido. Ese cáncer ha hecho metástasis y ya no sólo hablamos de corrupción administrativa sino que la misma adquiere un rango de corrupción social. Son muchos, quizás millones, los venezolanos que están involucrados en prácticas corruptas. Dichas prácticas tienen asociación con las clases sociales: el bachaqueo en las de menos ingresos, el raspado de tarjetas en la clase media y distintas formas especulativas a nivel de las clases pudientes. Este cuadro se combina con funcionarios que han pervertido su rol para convertirse en agentes de la destrucción económica y moral del país.

En términos precisos y directos podemos decir que el chavismo fracasó. El chavismo fue derrotado por la corrupción y el país entró a una situación de caos que requerirá de estrategias distintas al propio chavismo para superarlas. Con esto no quiero decir que debamos darle la espalda a las intenciones revolucionarias y que debamos doblegarnos al imperio y a sus lacayos criollos. Si algo está claro es que donde menos encontramos reservas morales en este país es en los partidos políticos alrededor de la MUD. Lo cierto del caso es que la corrupción ha inundado todas las instancias del Estado y que no es apegados a quienes conducen el Estado que podemos asumir un proyecto social verdaderamente humanista, popular y radical.

En próximos análisis como éste abordaremos en más detalle la situación crítica que estamos viviendo, caracterizaremos crisis en sus aspectos políticos y económicos, pero fundamentalmente éticos y nos propondremos a definir de manera colectiva soluciones ante las situaciones planteadas y los problemas que se le vinculan. Hay quienes piensan que las cosas se van a resolver tras revocar el mandato del actual Presidente de la República. La realidad es que esto sólo serviría para agravar las cosas y entraríamos en una fase más aguda de la crisis moral que está viviendo el país.

Es momento de que los verdaderos revolucionarios definamos un nuevo proyecto social donde busquemos hacer las cosas de otra manera, sin regresar a aquel nefasto pasado, sin sacrificar las conquistas sociales recientes; pero buscando fundamentalmente la consolidación del control popular de la sociedad, la satisfacción de las necesidades básicas y trascendentes de los humanos y la superación de las injusticias sociales.

Este fue el primer editorial del programa "El Redespertar de la Historia". Cada semana enfocaremos un tema que nos permita ir conformando un nuevo proyecto social revolucionario que supere las contradicciones que han tenido propuestas pretéritas, incluida entre ellas el ya fracasado proceso chavista.

"Porque definitivamente no podemos esperar cien años más para que el pueblo despierte"

Con todo respeto y compromiso revolucionario



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Felipe Pachano Azuaje

Profesor de la Universidad de los Andes

 pachano@gmail.com

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