La idiosincrasia semántica del venezolano (no se si es correcta esta acepción y si no lo es, no me corrijan porque me gustó como suena) es una cosa bárbara. Tenemos una facilidad o más bien una habilidad de darle diferentes significados a las cosas y a los hechos y estos significados los endilgamos basándonos en nuestros intereses. Es decir, asumimos que algo es de una manera u otra, dependiendo si nos afecta negativamente o nos favorece. He aquí algunos ejemplos:
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Canciones como “Por estas calles” según el oficialismo no aplica para ellos, sino para los personajes de la cuarta república. En contraparte, las canciones panfletarias de Ali Primera los de la oposición manifiestan que no está referida a su parcialidad, sino que es el reflejo de la actualidad gubernamental. Ambos, tienen la razón.
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La cúpula de la iglesia católica venezolana montada en ese pseudo partido político de derecha, denominado Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) solamente es participativa en su “labor social y espiritual” cuando le corresponde endemoniar al gobierno. Son los que reparten bendiciones y maldiciones con discreción manipuladora. La homosexualidad, los lujuriosos y carnales lujos y la pederastia solo es condenable para la grey y no para sus “excelentísimas y beatificadas eminencias purpúreas” del sacro y sórdido reducto clerical. Para ellos estas son debilidades espirituales que se pagan con la oración y no con la cárcel. Utilizan las palabras del Papa Francisco a su discreción política y no le paran mucha bolas, por cierto.
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¿Qué diferencia hay entre un corrupto del oficialismo y uno de la oposición? Para nosotros ninguna. Son dos hijos de putas iguales. Pero, para el estamento judicial venezolano la investigación y la pena es más acuciosa, si el “presunto” es de la oposición. Hacer lo contrario no es recomendable, porque no se ve bien. Por eso, es que hay mucho de estos “corruptos oficialistas” en el norte con lo robado al pueblo, por la manera displicente e “ineficiente” que han actuado las autoridades con ellos. No nos extrañe que ocurran nuevas migraciones de “perseguidos políticos” con los bolsillos llenos, que salen con visa y todo, de manera rampante y campante por la zona VIP de Maiquetía. Cosas de la justicia y las leyes que no se explican, pero que tiene explicación: con mis corruptos no te metas, hasta que se vayan del país.
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El malinchismo, el “apoyo internacional” y la aprobación gringa. Estados Unidos no asistió a una audiencia de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos porque en esa auditoría las posibilidades de aprobarla eran pocas, no porque los norteños no manipulen este órgano de jurisprudencia internacional creado por ellos, sino porque el actual gobierno de Trump no les simpatiza y aun su influencia es poca. Pero en el caso de la OEA la vaina cambia, porque la psicopatía de Luis Almagro con su trastorno obsesivo de manifiesto acoso al gobierno venezolano y su enfermizo enamoramiento por la extrema derecha venezolana, hacen que los Estados Unidos vean una veta para la injerencia en nuestro país. Las serviles y lastimosas posiciones de apoyo de los “gobiernos progresistas de Chile y Uruguay” y la miserable actitud del gobierno mexicano, que le da más importancia al intervencionismo gringo en nuestra patria, que al muro, la humillación y el trato vejatorio a sus nacionales, en las tierras que eran antes parte de México, son para la historia. En nuestro país tanto el gobierno como la oposición buscan la aprobación gringa, unos para que le den el “visto bueno democrático” y el otro para que ejecuten un intervencionismo apátrida.
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Medios de comunicación. Poco para hablar de ellos, porque cada uno dice que el otro manipula la realidad y esa es la realidad.
- La división del pueblo. Los analistas de derecha dicen que el Camarada Comandante Chávez exacerbó y espoleó la división del pueblo venezolano y los de izquierda, que estimuló la lucha de clases que se encontraba amedrentada en los gobiernos de la derecha puntofijista. Pero, aquí la visión de país no es monocromática ya que hay una variopinta gama de intereses por grupos sociales. Un grupo por “recuperar” su preeminencia social y hasta segregacionista: los doctos y cultos universitas. Otro, como la ambigua clase media y medio jodedora con su eterno némesis de ser medianamente ricos. Están los nuevos ricos enchufados “creados en revolución” que quieren ser aceptados y socios de los clubes de los dos descritos anteriormente. Existen los que creen que la revolución es parecerse todos con liquilique de caqui y alpargata y vivir con lo meramente necesario. Por su puesto los inacabables camaleones “Póngame donde ahiga” y los que ven la ciencia, la tecnología, la salud, la educación, el arte y la recreación, como un privilegio para los que puedan pagarlo.
Hay mucho grupo, unos más grandes que otros, con diferente manera de ver su realidad en base a sus intereses. Pero hay una gran mayoría, que a pesar de esta innegable división que genera una pugna clasista, creada, inducida o existente de verdad y que está pasando por las mismas carencias, que piensa que debe haber un bienestar común, más allá de que tenemos aspiraciones individuales o de grupo. Y sin relamerme el orgullo de predicador socialista con praxis vivencial a lo largo de treinta y ocho años, aun pienso que la gran mayoría del pueblo tiene razón aunque se equivoque, porque el lugar común de encuentro de nosotros es la justicia social, independientemente de la clase social, porque la verdadera justicia no tiene clase. Hasta aquí llego hoy.