Las nuevas generaciones no saben, si no se lo han contado, qué es eso de echar cocos en Semana Santa. Era un juego rudo destinado a los hombres, no a los menores, porque además de la fuerza empleada para quebrar la dura corteza del coco seco casi siempre este juego estaba asociado a las apuestas en un ambiente popular. La alegría del entretenimiento se producía cuando el que asestaba el golpe con su coco lograba rajar el otro coco, aguantado por las manos del contrincante, así el agua del rico fruto se regaba en medio de la algarabía. Las mujeres por su parte, ausentes en esta parte del juego recio, les tocaba asegurarse que no hubiera desperdicio y raspaban la pulpa del coco abierto haciendo las delicias de todos al cocinar el arroz con coco, el majarete, el juan sabroso, las conservitas de coco y tantas otras ricuras de nuestra dulcería criolla.
Digo esto, en ocasión de la Semana Santa, para no dejar pasar la importancia de nuestras costumbres y tradiciones en la formación de un sentido profundo de nuestra venezolanidad hoy más que nunca en proceso de disolución, en algunas mentes débiles, por la aceptación de la dominación extranjera y la pérdida de la identidad nacional. Hay una parte de nuestra población, afortunadamente una minoría, que es permeable a la recolonización impuesta por los centros de poder internacional y ven con buenos ojos a políticos, vende patria, que deambulan por otros países solicitando sanciones para Venezuela y hasta la infame intervención militar.
Muchas son nuestras tradiciones y costumbres rescatadas, promocionadas y difundidas por la revolución bolivariana que se ocupa, como uno de sus objetivos principales, de la defensa de nuestra cultura popular. Para muestra basta un botón con la labor cumplida por la Casa de la Diversidad Cultural presidida por Benito Irady a quien Venezuela le debe el reconocimiento, por la UNESCO, de parte importante de nuestro patrimonio cultural. Este cultivo de lo auténticamente nuestro florece también en las instancias más humildes y sencillas aupado por agrupaciones culturales nacidas hasta del CLAP que ya dejó de ser sólo una caja llena de comida para dar nacimiento a una estructura social que a su vez está generando una superestructura cultural. Así lo vemos en el CLAP de la Comuna "Hugo Rafael Chávez Frías" de Baruta que parió al Ateneo del Pueblo "Mario Briceño Iragorry" en plena lucha cultural por la defensa de nuestra soberanía nacional.
Las aves de rapiña que nos rodean ávidas de nuestros recursos naturales y el imperialismo norteamericano que las encabeza con su águila carroñera, si osan poner su planta insolente sobre nuestra patria van a salir con sus cocos rajados por los poderes creadores del pueblo. Se van a encontrar con un pueblo aguerrido unido a su FANB que va a defender lo nuestro con todo por Venezuela y por Nuestra América.