Este 20 de agosto ha entrado en vigencia la segunda reconversión de nuestro bolívar en 139 años. La primera tuvo lugar en enero de 2008 con la introducción del Bolívar Fuerte, al quitar tres ceros al antiguo bolívar (1879-2008). El Bolívar Soberano, nuestra novel unidad de cuenta y de cambio, es un dispositivo inédito en la historia del país y del mundo: por primera vez una moneda física basa su valor en una criptomoneda que -al mismo tiempo- se fundamenta en el petróleo. Después de 47 años, una moneda nacional se apoya de nuevo en una materia prima; no olvidemos que el 15 de agosto de 1971, Estados Unidos desconoció los Acuerdos de Bretton Woods y el dólar yanqui dejó de ser respaldado por lingotes áureos. A partir de entonces, el dinero en el orbe pasó a ser fiduciario o basado en la fe, o sea, cimentado en la confianza de las masas en el Estado emisor de la divisa, que en el caso de la moneda global es el enclave norteamericano (y su infame banco central, la Reserva Federal). Por lo tanto, el Bolívar Soberano es superior a cualquiera otra moneda en el planeta puesto que retoma el valor subyacente en una materia prima, que era un requisito "sine qua non" hasta agosto de 1971, y cumple con las tres condiciones que debe reunir el dinero real: ser unidad de cuenta, unidad de cambio y reserva de valor. Unidad de cuenta es que puedan expresarse precios o desarrollarse operaciones contables con éste (el dinero); unidad de cambio es que logre trocarse por bienes y servicios; y reserva de valor es que mantenga su poder adquisitivo a lo largo del tiempo porque está vinculado a un activo tangible (petróleo, oro, diamantes). En ningún otro recoveco terrestre hay algo que supere al naciente Bolívar Soberano, ni siquiera el dólar gringo.
En América Latina, verbigracia, son muchas las reconversiones monetarias que se han implementado a lo largo del pasado siglo XX (*). Éstas fueron más habituales en los decenios de 1980 y 1990, debido a la espiral inflacionaria experimentada por muchas naciones durante la crisis de la deuda externa. Una de las estratagemas de los economistas apologistas para intentar descalificar el proceso que entró en vigor este 20A, es que éste se trata de "una reconversión más" y no pasa de ser una "cosmética" eliminación de ceros al dinero de curso legal. ¡Nada más remoto a la veracidad! En realidad, con el Bolívar Soberano estamos inaugurando una nueva era en el sistema monetario universal ya que el dinero vuelve a cumplir con las tres principales funciones antes señaladas: unidad de cuenta, unidad de cambio y reserva de valor. Es una transición -o regresión- al contexto que conocimos hasta 1971, aunque con una cualidad original: la utilización de los hidrocarburos como fundamento oficial de un signo monetario de un Estado nacional. Si entre 1944 y 1971 el billete verde era tan bueno como el oro, el Bolívar Soberano es tan bueno como el petróleo. ¡Estamos haciendo historia!
A partir de este 20A debe comenzar un período de estabilización de los precios y de acoplamiento de importes con los emolumentos, es decir, es perentoria la proporcionalidad entre las valías de los bienes y los salarios. Hay que poner fin a las distorsiones de los márgenes de usura de la clase empresarial-comerciante parasitaria criolla. Por ello son esenciales los anuncios realizados por el Presidente Obrero, Nicolás Maduro, hace pocos días: a) establecimiento del valor del Bolívar Soberano -con respecto a la petromoneda- de 3.600 unidades por activo digital; b) fijación del salario mínimo en 1.800 bolívares soberanos; y c) la asunción de la nómina de las PYMI -por parte del Gobierno- para cubrir el diferencial entre el anterior devengo básico y la novel cota de Bs. S 1.800, por los próximos 90 días (**). Ante esto, es crítico dilucidar que no hay razón para que un venezolano deba desembolsar 2.000, 5.000 ó 7.000% más que otro latinoamericano por productos y servicios análogos. Desde 2015 hemos emprendido investigaciones acerca de los precios en México y contrastado estos guarismos con los reinantes en nuestro país. Hemos querido demostrar que el mecanismo de medición del valor de las mercancías tiene que ser la jornada laboral (o días de salario mínimo) y no el mercado paralelo ilegal especulativo de transacciones con el billete verde, verbigracia. En nuestro más reciente ejercicio al respecto, publicamos una extensa lista de artículos y los correspondientes tramos cotidianos que debía laborar un mexicano para sufragar sus costos. Encontramos que un kilo de pasta larga era 25% de un día de tajo. Un litro de aceite: 32%. Un kilo de carne: dos jornadas de retribución base. Un pollo representaba 45,3% de una fecha de estipendio. Un cartón de huevos de 30 piezas: 51%. Si el emolumento básico mensual es de 1.800 bolívares soberanos, el sueldo mínimo diario quedaría en Bs. S 60. Con base en esto, lograríamos estimar importes en nuestro contexto a la luz de lo observado en México y el resultado sería el siguiente: un kilo de pasta larga debería costar 15 bolívares soberanos. Un litro de aceite: Bs. S 19,2. Un kilo de carne: Bs. S 120. Un pollo: Bs. S 27,18. Un cartón de huevos de 30 piezas: Bs. S 30,6. Están invitados a hacer ídem cálculo con los productos restantes: https://www.aporrea.org/internacionales/a256230.html
El Bolívar Soberano y el resto de las acertadas medidas económicas emprendidas por el Gobierno Bolivariano, quitarán el pretexto a la clase empresarial-comerciante parasitaria de abultar los importes al guiarse por "Narco" Today y las operaciones cambiarias agiotistas en la frontera colombo-venezolana (***). Desde luego, estas herramientas por sí solas no neutralizarán con efectividad la guerra económica si no son impulsadas con fuerza por el Ejecutivo Nacional, los gobiernos regionales y municipales, y la masa obrera organizada. Es más que evidente la vocación usurera de los capitalistas vernáculos y su abyecta habilidad para crear otros sitios de internet con el objeto de hinchar más la cotización del rectángulo glauco, sobre todo si no les agrada el monto publicado por el marcador primordial de marras. Estado y poder popular deben obrar en sinergia con castigos ejemplarizantes que incluyan la cárcel, las multas multimillonarias, las ocupaciones temporales de locales y las confiscaciones. Este 20A ha nacido la moneda física más sólida de la esfera azul, el Bolívar Soberano, y el Tío Sam lo sabe. Por eso Washington nos ataca y nos aplica sanciones draconianas, ya que Venezuela puede convertirse en un paradigma para otros territorios del orbe que también desean liberarse del yugo imperialista del vapuleado dólar estadounidense. La espada del Padre de la Patria sigue afilada y en combate. ¡Viva Bolívar!
ADÁN GONZÁLEZ LIENDO
@rpkampuchea
P.D. Con todo respeto diferimos de la opinión del Presidente Obrero, Nicolás Maduro: todo el dinero que se emite en Venezuela está avalado por nuestras innumerables riquezas. No hay razón alguna para hablar de circulante inorgánico en nuestras coordenadas, debido a que la emisión monetaria se sustenta en hidrocarburos, el metal amarillo y las gemas de la República, entre otros patrimonios de nuestro subsuelo. El bolívar no puede pivotar sobre el billete verde puesto que éste último simboliza entre 21 y 300 billones de deuda delirante. Una economía en bancarrota como la de Estados Unidos no puede ser referencia para determinar la valía de nuestra moneda. No hagamos caso a la verborrea neoclásica de los sempiternos perdedores, señor Presidente. Lo que sí debemos tener es mayor disciplina fiscal y reducir aún más la brecha de evasión tributaria.
(*) Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, México, Paraguay, Perú y Uruguay, llevaron a cabo reformas o reconversiones monetarias durante el siglo XX. En Argentina, el peso ley sustituyó al antiguo peso el 1º de enero de 1970. En 1983 se estableció el peso argentino que tuvo una vida muy corta, ya que en 1985 fue reemplazado por el austral. El peso relevó al austral en 1992. En Bolivia, el peso boliviano tomó el lugar del boliviano en 1963 y años más tarde (1987) el boliviano reapareció como unidad de cuenta. Brasil es otro asunto peculiar debido a que ha habido -en 51 años- cuatro procesos de reforma monetaria: 1967, 1986, 1989 y 1994. En Chile, el escudo sacó de escena al peso, en 1960, y después el peso destronó al escudo en 1975. En Colombia, en 1905, la ley 19 fijó la conversión del peso al peso oro con una relación de 100 a uno. En México, el nuevo peso eclipsó al antiguo peso en 1993. En Paraguay, el peso papel fue reemplazado por el guaraní -en 1943-; en Perú, el inti desplazó al sol de oro en 1986 y en 1991 el nuevo sol sepultó al inti. En Uruguay hubo dos reconversiones: una en 1975 (nuevo peso) y otra en 1993 (peso uruguayo). El bolívar venezolano fue la única moneda de América Latina que se mantuvo libre de reconversiones por 129 años, lo cual es todo un récord y platica bastante de la fortaleza indiscutible de la que gozó nuestro signo monetario durante 104 años (1879-1983).
(**) La clase empresarial-comerciante usurera argumenta que los incrementos de emolumento base provocan inflación y ello es una aberrante falacia. Con sus groseros rangos de ganancia, los más estrafalarios del orbe, los aumentos de sueldo están más que amortizados. Los que se tragan el "catecismo" de los neoclásicos deberían leer este ensayo: https://www.aporrea.org/actualidad/a246650.html
(***) El hecho de que el Bolívar Soberano esté anclado a la petromoneda no significa que los salarios disminuirán cuando los importes del crudo desciendan. Los devengos se mantendrán invariables y el Estado tendrá elementos de compensación a la criptomoneda en escenarios donde baje de manera considerable el precio del crudo. El Bolívar Soberano y el dispositivo digital podrán tener en su plataforma de tasación otras materias primas como el oro, el níquel y el cobre, con el propósito de hacerse inmunes a los vaivenes en la cotización de los combustibles fósiles.