El asedio y acoso que desde el norte se impone a Venezuela no responde exclusivamente al comportamiento veleidoso de Trump y sus asesores en el gobierno. La Cámara de Representantes de Estados Unidos acaba de aprobar por unanimidad un proyecto de Ley para mitigar la supuesta "amenaza ruso-venezolana", medida a través de la que se insta al Congreso a estudiar y presentar medidas para limitar la influencia militar del Kremlin en Venezuela. Así mismo aprobó un plan para destinar 150 millones de dólares en "ayuda humanitaria" a Venezuela entre 2020 y 2021.
Ya en el año 2015 el Presidente Barack Obama, galardonado con el premio nobel de la Paz, firmó el Decreto que declaró a Venezuela una "amenaza inusual y extraordinaria para los Estados Unidos". Hasta entonces aún ningún gobierno de ese país había declarado que para el caso Venezuela "todas las opciones están sobre la mesa", a pesar de la posición beligerante del gobierno de George Bush durante las horas del golpe que en 2002 derrocó a Hugo Chávez Frías, durante 48 horas, hasta que fuerzas militares leales con apoyo mayoritario del pueblo restituyeron al Presidente Chávez y la legitimidad en el país.
Por estos días ha sido pública y notoria la actuación del gobierno de Donald Trump en la implementación de medidas económicas dirigidas a afectar el patrimonio venezolano, tales como la expropiación de CITGO, así como la amenaza de sanciones contra empresas que contraten servicios con la República Bolivariana de Venezuela. Nadie desconoce tampoco que desde el 23 de enero, cuando un diputado se autojuramento "presidente interino" de Venezuela con el respaldo irrestricto del gobierno estadounidense y sus aliados en el mundo, está en marcha el plan continuado del derrocamiento del gobierno que preside Nicolás Maduro.
En el año 2016, se dio a conocer un documento secreto suscrito por el General Tidd Kurt, quien dirigía el Comando Sur de los Estados Unidos para entonces. En dicho documento aparece un detallado y minucioso plan de operaciones contra Venezuela y su gobierno, entre las que se analizaba el impacto del desabastecimiento de alimentos y medicinas, así como las afectaciones a los servicios públicos, como vías para promover el "cambio de régimen en Venezuela".
Es claro que una mayoría de países se han pronunciado contra la intervención militar de EE UU y sus aliados contra Venezuela y su gobierno. Pero lo que es un hecho incuestionable al respecto es que la firme oposición de China y de Rusia a los planes de derrocamiento del gobierno de Nicolás Maduro ha supuesto un real freno a la estrategia puesta en marcha por los halcones de Washigton en alianza con la derecha interna venezolana, que no duda de apoyar una invasión militar con tal de lograr el objetivo político de desplazar al gobierno que las mayorías han apoyado en elecciones libres y democráticas.
En estos días de marzo se ha implementado el "terrorismo eléctrico" en Venezuela a través del sabotaje continuado a la Central Hidroeléctrica Guri, la principal fuente generadora de electricidad que abastece a más del 80% del territorio venezolano. Por esta vía han logrado "parcialmente" paralizar las actividades ordinarias y crear estados de zozobra y ansiedad en la gente, pero más allá de actos focalizados de "vandalismo" en regiones específicas, el pueblo en su mayoría se mantiene resistiendo y esperanzado en que se acallen los tambores de la guerra y la intervención militar contra Venezuela, opción que el autoproclamado ha declarado que no descarta.
Claro que el gobierno actual está obligado a prepararse ante los escenarios de una intervención militar en nuestro territorio. Es lógico que se pongan en marcha planes que permitan contrarrestar cualquier posibilidad de invasión, así como neutralizar "actos terroristas" que pueden servir de justificación para que los gringos pretendan "venir a salvar a los venezolanos".
Se cumple el presagio del Libertador "Los Estados Unidos de América parecen condenados por la providencia a plagar a América de males y miserias en nombre de la libertad". Cuán lejos llegó a visionar Bolívar el papel de los Estados Unidos en relación a los pueblos a los que apenas nacían como naciones libres y soberanas, hace 200 años.
