Dedicado al Alcalde de Venezuela
El planeta está enfermo de mentira. Ésta se hizo poder y el poder se hizo imperial a fuerza de la guadaña implacable de la sonrisa aséptica de su mediática, que aborda al género humano cada minuto vía satélite o microondas, de modo que tenemos a una ONU manipulada y amasada cual juguetito en manos de CNN. Reglas de juego para el andar de la verdad son arrebatados por sofistas baratos que están en el poder desde que su expansión ladrona de inocencia logra éxito sin teñirse tan siquiera los oídos de los lamentos del piso inferior de este barco, las barracas de esclavos sin sonrisa. Sí, este mundo humano es un barco ebrio en medio del océano que se embravece cada vez más mientras prosiguen derritiéndose los polos, llenando de nubes al globo en los meses que deberíamos poseer el cielo del azul más esplendoroso. Trasatlánticos infestados de whisky y champaña observan cual maniquíes a los matones –japoneses por cierto- de las últimas ballenas que llevarán a Kyoto, la del protocolo ambiental, la manteca de su miserable crimen.
Y miserable es el poder canalla de la mediática imperial, verdugo sin máscara pero de tan hipnótica fuerza que la verdad es criminal si intenta asomarse a cubierta, y sicariada si aflora su deber de tesón.
Aquí en Venezuela, la inteligencia se viste (¿o disfraza?) de negro robocop (DISIP), mientras el Mossad, de paisano israelí, adiestra a los paisas que ya conviven en Filas de Mariches, la Guajira o San Antonio del Táchira. Para ello sólo comentamos hipnotizados "estamos penetrados". El Día Z o final de este mundo tal cual lo conocemos, ya comenzó. Es una guerra entre ejércitos entrenados para actuar en cualquier terreno, contra pueblos desarmados (la inocencia es su armamento), mientras despiertan y empiezan a conocer la verdad, la que hay que asumir a fondo, por lo menos, para poder desobedecer a la orden que los arrastra al suicidio. Por otro lado, si el planeta no es amado, qué carajo le va a importar que seas hombre de maíz, de trigo o de arroz: si no sirves, mejor te vas o te voy, antes de que me vayas a mí y me transformes en ñoña, y en esa anda.
De ahí que la única arma que poseemos como pueblos sea la astucia, pero ésta la aporta el conocimiento. Nuestra dependencia es brutal de cualquier estupidez consumista, porque no tenemos conocimiento –hablo de Venezuela-. El imperio sin tirar una bala de invasión, juega al cansancio de la víctima: Chávez. Con lacayos internos, unos cuantos imbéciles en sus propias filas de mando y otros sicaritos por aquí y por allá, lo van cansando a punta de saboteo. Mientras el pueblo no reaccione, o reaccione tardíamente, se le hace el juego al imperio y éste sólo tiene que estar pendiente de quien sobresale. ¿Botones de muestra?
El 31 de julio de 1817 Francisco Esteban Gómez derrotó con varias guerrillas margariteñas reunidas (390 hombres) al todopoderoso Pablo Morillo en una batalla de pinzas a punta de piedras, machetes, trampas, viejos fusiles y muy poca pólvora. El "Pacificador" tuvo que retroceder al final de la tarde hasta Pampatar con 900 hombres menos de los casi 3000 que presentó. El encuentro quedó grabado como la Batalla de Matasiete, según dicen porque a cada hombre de Gómez, le tocó enfrentar a siete de los de Morillo bien apertrechados. En la premisa, el punto es éste: Enterado Morillo sobre la procedencia de las guerrillas, atacó el 3 de agosto a su primer bastión, muy cerca de Pampatar, Los Robles, reduciendo la villa a cenizas. Sólo quedaron de pie unos cuantos robles medio chamuscados… los mismos que terminó de aniquilar el gobernador Morel -que ironía-, natural del pueblo homónimo, testigos mudos de aquellos bravíos momentos enaltecedores del gentilicio neoespartano. Si ese acervo estuviese sembrado, como lo está el Castillo de Santa Rosa dentro de los luchadores del proceso, o de las filas de las redes comunitarias patriotas, eso ni en sueños habría ocurrido, pues aquellos árboles serían admirados como lo más importante de la villa y los niños cuentacuentos llenarían de encanto a cuantos la visitaran. Pero qué digo, ¿dónde están los billetes nuevos?, toda una historia en sus caras y una ingente lección de geografía y biodiversidad ambiental los alimenta, pero su pedagogía está totalmente desperdiciada. Hasta cadenas orgullosas sobre la cantidad de tramas que poseen para que no sean falsificados que enaltecen el ego de nuestra Casa de La Moneda, pero pareciera que la inteligencia les llegó hasta allí. Ni por asomo una campaña didáctica que se despliegue en bancos y en todas las entidades públicas y privadas en trípticos dedicados a cada billete, son pauta de NADIE, ninguno de los poderes de la nación toma iniciativa para sembrar ese conocimiento o cuando menos, convenir con quien pueda desarrollarlo, si es que adolecen de ellos. Conocimiento busca conocimiento. Pero hablaba de Margarita. Allí están en la isla otros intereses que la desbordan, avenidas completas que jamás apagan sus luces, elevan la desidia de encargados y ¿patriotas?. Excepto La Asunción según puede constatar personalmente, toda ella está sumida en un chiquero de basura y huecos callejeros.
¿Otra muestra?, la violencia caraqueña. Todo un aparataje de globos zeppelín aerostáticos para acabar con la violencia hasta que arribó Súper Rodríguez Chacín con la varita de su propio pecho para hacerles frente y tuvimos un mes de los más limpios en cuanto a violencia, con una acción cara a cara , que jamás con los globos del gordo Barreto.
¿Otra muestra?, Mérida las de los gobernantes rojizos que están más a la derecha: cultura privatizada, descarada corrupción trolebusera, buitres carroñeros que acaparan a consejos comunales, PSUV que ahora va por las primarias electorales, un pentagonito funcional que ya se llevó por los cachos al generoso de Puliti, una mafia bastarda dueña de un feudo denominado Mérida, que hasta intenta con vehemencia elevar a las aulas universitarias la Fiesta Brava en pos de su "rescate" cuando ésta desaparece en otros confines. En fin lo ridículo y patético roza con la psicopatía en este hermosos terruño.
El conocimiento de la guerra llevó a Ulises no querer participar en ella contra Troya. No pudo evitarla. Estando en ella, con astucia resolvió terminarla, provocando la ira de los dioses derrotados por su vivacidad y lo castigaron con diez años de trampas, mientras sus amores peleaban con fe su regreso a Ítaca, la de los feraces potreros. Así se encuentra Venezuela, en medio de esta Odisea para ganar la cabecera de playa de su Ítaca, los corazones ricos de inocencia de los pueblos que esperan a que la verdad arribe con el cargamento de sueños que asesina el egoísmo y el vilipendio. La lealtad de la verdad nos aguarda, está con nosotros, pero hace falta la astucia que brinda el conocimiento.
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