Mientras sectores oposicionistas venezolanos festejaban las acciones guerreristas de su presidente Uribe, las naciones americanas reunidas en la OEA, en forma casi unánime, condenaban la agresión de las fuerzas armadas colombianas contra un grupo de las FARC, ocurrida en territorio ecuatoriano y que ha sido calificada de violatoria de la soberanía del Ecuador e inadmisible dentro del marco del derecho internacional. El único que se ha pronunciado en apoyo de Colombia, por lo menos hasta el momento en que escribo esta nota, ha sido Estados Unidos, lo que era de esperarse pues claramente se desprende de su agresiva e intervencionista política exterior.
Esta acción militar es parte del Plan Colombia, que pretende desestabilizar la región y constituye una de las ejecutorias principales del imperialismo en este continente, en su política por el control hegemónico de la región. Además, la acción ejecutada es del tipo de las realizadas por los sionistas contra el pueblo palestino, las cuales son apoyadas por el gobierno de Bush, terrorista y violador de los derechos humanos, y la misma es hasta pequeña, si la comparamos con la destrucción y muertes de las invasiones de Afganistán e Irak, que sí constituyen verdaderos genocidios y ameritarían llevar al asesino de Washington ante la Corte de La Haya.
Pero no salimos de nuestra sorpresa al ver al agresor Uribe acusando a los agredidos, el gobierno y pueblo ecuatoriano, de apoyar a las FARC, lo que hacen evidente después del ataque y de la violación del territorio ecuatoriano, por datos obtenidos de unas computadoras, que se salvaron “milagrosamente” de toda la destrucción e incendios producidas por los bombardeos y ametrallamientos indiscriminados. Los calumniadores del gobierno colombiano encuentran la excusa para sus acciones después que se han producido las mismas. Estamos ante un caso más insólito que el de las armas iraquíes de destrucción masiva; éstas nunca fueron encontradas, pero la excusa era previa a la invasión. Las excusas colombianas, en cambio, no existían antes de la invasión realizada, pero las encuentran con posterioridad a la misma.
Pero, para hacer más evidente la torpeza y depravación del narco-paraco Uribe y de nuestros “escuálidos”, los materiales comprometedores del gobierno de Correa que hallan son documentos y fotos que se presentaron para su discusión recientemente en Quito, en un encuentro continental bolivariano que fue totalmente público, legal y al que asistieron periodistas de todas partes del mundo. Ésas son las pruebas… ¿Qué les parece? Y las que tienen contra Chávez, peor, pues éstas ya fueron desestimadas por la propia Corte, cuando fueron presentadas por los asesinos de Puente Llaguno, quienes pretendían que el presidente Chávez fuera condenado por esos hechos.
Convertir asesinos en acusadores es muy común en la política imperialista. Engañar ha sido siempre la divisa estadounidense. Con engaños y calumnias le declararon la guerra a España, para entrometerse y evitar la independencia de Cuba, en la segunda mitad del siglo XIX. Con engaños y calumnias lograron la excusa para entrar en la Segunda Guerra Mundial, sin importarles los daños materiales y humanos sufridos al haberse dejado bombardear en Pearl Harbour. Engañando a la comunidad internacional han efectuado las invasiones de Afganistán, primero, e Irak después. Y así han enseñado a su actual perro de presa: Álvaro Uribe, quien nos ha dado una demostración de cómo les gusta hacer las cosas; sólo que los pueblos, por lo menos algunos de los atrasados y sometidos, ya no les creen.
Por último, en la masacre efectuada por el binomio Bush-Uribe hubo víctimas inocentes. Ya se sabe que la ciudadana mexicana herida no era una guerrillera, como fue cobardemente presentada por el narco-paraco, sino una investigadora social en labores de campo. También se sabe que el grupo guerrillero se desplazaba en misión humanitaria, en relación con la liberación de Ingrid Betancourt, por lo cual el gobierno de Uribe aborta dicha liberación, tal y como quiso hacer aunque sin éxito con las anteriores, y condena a la prisionera a seguir recluida quién sabe por cuánto tiempo más. Sin lugar a duda, Uribe es el peor enemigo de las liberaciones humanitarias, de la paz regional y del bienestar de Colombia.
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