Venezuela vive sometido a una presión sistemática y dislocante del gobierno de los Estados Unidos, desde septiembre de 2001. El gobierno nacionalista revolucionario de Chávez ha respondido con la movilización de las masas y la proclama de "profundizar la revolución en su fase anti imperialista"
(discurso del domingo 16 de mayo).
Esto se daría en tres terrenos, el fortalecimiento de la defensa militar dentro y fuera de las Fuerzas Armadas; la reforma agraria y algunas expropiaciones a empresarios financistas del terrorismo interno. Fuentes del movimiento sindical venezolano sostienen que la "profundización" también podría afectar a algunos medios comerciales, esos que día a día convocan al caos y a derribar el gobierno, en operaciones de prensa coordinadas con la CNN y Univisión.
¿Cuál es el apuro del imperialismo en echar a Chávez" ¿Por qué ha acentuado su asedio en los últimos 4 o 5 meses" ¿Por qué esa conducta imperial se manifiesta en desesperación patológica de un sector de la oposición interna"
¿Por qué está decidida a provocar una guerra civil al estilo del Bogotazo (asesinato e Gaitán, 1948) matando al presidente Chávez".
La explicación hay que buscarla en cuatro hechos vinculados: El desastre iraquí, el síndrome petrolero de las economías desarrolladas en precios y reservas confiables, y la incontenible fuerza política y organizativa adquirida por la "revolución bolivariana" dentro de una Sudamérica cada vez más insurrecta.
El olor petrolero del desastre iraquí
Para comprender el desastre iraquí de la política de Bush, debemos recordar que fue la operación matriz de su nueva política mundial. Afganistán fue la reacción y el castigo, a lo sumo la señal de que el imperialismo necesitaba reubicar su estrategia.
Irak consumió 23 veces más de lo gastado en Afganistán, superó lo invertido en Vietnam entre 1969 y 1973. Pero la operación sobre Irak no se limitó a lo militar. Fue la inauguración de un nuevo patrón de dominación internacional que involucró las relaciones con la ONU (léase Unión Europea, Rusia, China y Japón).
Desde la ocupación de Bagdad, cambió el cálculo de la seguridad energética global a largo plazo (precios y reserva). Surgió una nueva plataforma de control para el Oriente Medio y un campo de inversiones nuevas en 8 ramas industriales y comerciales ligadas a la reconstrucción de Irak.
También tenía como objetivo ejercer un mayor control social sobre la población de los Estados Unidos.
Estos elementos de carácter típicamente nazis, o fascistas, son los que han comenzado a sorprender, lentamente, al propio pueblo norteamericano, que muestra signos de reacción, también lentamente. Pero las muestra. Las imágenes de las torturas equivalen, en otro contexto internacional, a las bolsas negras que llegaban de Vietnam con cadáveres estadounidenses.
Pero Irak es más que Vietnam. Es al mismo tiempo Palestina, Afganistán, etc., porque involucra reivindicaciones y movimientos integristas islámicos de una subregión repleta de crudo. El desastre en Irak, del que sólo falta el capítulo final, afectará todo lo que Europa y EE.UU. hacen o dejan de hacer, en Oriente Medio y los países gasíferos del Extremo Oriente.
Quién se va primero
Los precios altos en la energía mantendrá en rojo las bolsas, obligando a la extorsión continua de las tasas de interés en New York. No sólo se verá afectado el consumo del norteamericano medio, sino que ha entrado en cuestión el nuevo y débil crecimiento de los PBI latinoamericanos. No por capricho, la CEPAL, Standard and Poors y el Banco Mundial redujeron los porcentajes previstos en octubre de 2003.
Conclusión: Estados Unidos está por perder su segunda guerra en 200 años, después de ganarla en menos de 3 meses. No podrá controlar como se propuso con Irak las reservas de crudo liviano árabe. Las mayores del planeta. Tendrá que retroceder en su política para Palestina-Israel, sobre todo después de las movilizaciones en Tel Aviv contra los bombardeos nazis de Ariel Sharon.
Y mientras todo eso se reordena, los precios del crudo en la pantalla de Texas estarán muy por encima de la base media de 17 dólares. El más importante efecto al interior de EE.UU. es la probable derrota de Bush, especialmente si crecen las movilizaciones internas. El pronóstico de Chávez puede cumplirse y el "pendejo" de Washington se iría antes que el mulato de Caracas.
La marcha de las agujas del reloj
Es este cuadro nuevo de las relaciones políticas y económicas internacionales, abierto con el desastre iraquí, lo que obliga a Washington a reordenarse en América latina. Y para lograrlo debe mover dos piezas convertidas en verdaderos obstáculos: Cuba y Venezuela. Cuba es su más grande dolor de cabeza político. Venezuela es eso más petróleo. Ambos son malos ejemplos para el equilibrio imperialista sobre el continente.
Es allí donde comienza la nueva fase de la conspiración contra el gobierno de Hugo Chávez. Su intensidad será directamente proporcional al modo en que salga de Irak e inversamente correspondiente a la fuerza de la resistencia interna venezolana. No será igual si sale por paliza como en Vietnam, o por la puerta trasera del negociación.
El asunto se torna de alto interés político porque esa resistencia se fortalece ideológica y organizativamente. Este es el verdadero dilema del Pentagon Club que rodea a Bus. La renovada ofensiva contra la "revolución bolivariana" deberá resolver este asunto.
La opción Gaitán
La apuesta por la "opción Gaitán" (matar al líder del proceso) deberá despejar la incógnita de cómo responderán centenares de miles de jóvenes, obreros, empleados, estudiantes y una parte del campesinado. No sólo dentro de Venezuela.
La "revolución bolivariana" ha ganado simpatía en las masas pobres de varios países del continente.
Dirigentes y difusores populares de Caracas y Maracay, me comentaron en medio del II Encuentro Mundial reunido en Venezuela el 11 de abril lo siguiente: "El compañero Chávez es el líder de esta revolución y perderlo sería un desastre. Pero él mismo siempre ha pregonado la necesidad de la organización popular y la conciencia de que estamos en una revolución que se salva si la salva el pueblo, como dijo Alí Primera".
Este parece ser el curso tomado por el proceso político venezolano. La derrota en las calles del golpe del 13 de abril de 2002, es la impronta más palpable de esa tendencia.
Tanto el discurso del presidente Chávez este domingo 16 de mayo, como la respuesta popular en Caracas y muchas ciudades del país, muestran que la revolución sigue su marcha.
Soporta el asedio imperialista y la conspiración interna, pero al mismo se niega a cumplir el calendario artificial de "gradualistas" y tremendistas al interior. Ambos sectores del proceso imaginan con la posibilidad de imponerle su ritmo privado a las agujas del reloj de la "revolución boliviariana".