La espuria viceministra de relaciones exteriores del gobierno gorila ha
salido al paso a la información de que el ejército hondureño asaltaría
la embajada brasileña en Tegucigalpa negando el hecho.
No es una repuesta diplomática del régimen de facto, sino el temor de
que Brasil convocara al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
para tratar el tema en EL que se podría llegar a la conclusión de
intervenir militarmente a Honduras. No hay duda que la ultraderecha
norteamericana mantiene muy informados a los gorilas hondureños sobre
los posibles actos de la administración de Estados Unidos sobre el
conflicto. Minutos antes de la noticia en los medios internacionales
los cuerpos represivos hondureños reaccionaron apurados.
Lo que queda claro es que hay división entre sus filas. Hay
empresarios, los menos comprometidos con el golpe de estado, que buscan
una salida diplomática al conflicto pero el grupo duro, el que tiene la
mayor responsabilidad sobre la violación al orden constitucional y a
los derechos humanos, se está agarrando con la uñas del poder militar
para llegar a noviembre con la esperanza de que tal hecho, que ellos
califican de democrático, los salve de las condenas de los tribunales
penales internacionales. Ellos saben que es cuestión de tiempo y éste
se agota para ellos.. Saben que tarde o temprano estarán en el
banquillo de los acusados por delitos que no prescriben.
Los nombres son los mismos: Miguel Facussé, Antonio Tavel Otero, Adolfo
Facussé, Carlos Flores Facussé, Jorge Canahuaty Larach, Camilo Atala,
Jorge Faraj, Rafael Ferrarí, Chucry Kafie, familia Kafati, United Brand
(Chiquita Banana). Los políticos convertidos en empresarios como Rafael
Leonardo Callejas, Pepe Lobo, Raberto Micheletti, y los que apoyan
desde lo ideológico en donde destacan Oscar Andrés Rodríguez, Evelio
Reyes y la pandilla de lenguas asalariadas.