Hoy Roberto Micheletti sigue al frente del gobierno usurpador en Honduras. Ha desafiado al mundo entero, a grandes, a chicos, a amigos y a enemigos de su gobierno. Bueno, en realidad solo tiene tres o cuatro amigos y él cuenta con ellos como único soporte o apoyo a sus desmanes. Sus cómplices tras bambalinas son Estados Unidos, Israel, Colombia, Panamá y uno que otro que se avergüence de manifestarlo de manera descarada. El sabe que mientras Estados Unidos lo quiera, él seguirá al frente del gobierno de facto hasta el día en que se consume, con la entrega de mando tras las elecciones, el golpe asestado al pueblo hondureño. El sabe, o más bien cree, que mientras Estados Unidos y su comparsa (léase Israel, la Colombia de Alvarito, el Panamá de Martinelli, etc.) estén de acuerdo con su actitud golpista, puede estar tranquilo.)
Dentro de diez días Micheletti atacará la embajada de Brasil, luego Zelaya será detenido, Brasil se quejará ante la comunidad mundial, todo el mundo pegará el grito en el cielo y seguirá la “presión” internacional sobre los golpistas, mientras tanto estos seguirán “cagados de la risa”, porque saben que las palabras no matan a nadie. Ellos saben que lo que matan son las balas y estas solo los gringos tienen las bolas suficientes de repartirlas. Los demás, incluyendo a Brasil, Venezuela, Argentina, Nicaragua, etc. ni siquiera sopesan la posibilidad de una intervención militar velada o abierta para ayudar al secuestrado pueblo Hondureño y a su derrocado presidente porque se la quieren dar de más civilizados que los más o por tácito reconocimiento de que estamos destinados a nunca usar la fuerza que no tenemos, aún teniendo la obligación de tenerla y usarla cuando sea necesario. Seguiremos siendo sometidos por ingenuos, porque creemos en la buena voluntad de quienes por siempre nos han sometido y le pedimos a ellos que resuelvan nuestros problemas.
Al transcurrir unas tres o cuatro semanas Goriletti saboreará las mieles de la victoria más vergonzosa que un líder pueda obtener. Sus amos le obligarán a poner el trasero para recibir una palmadita en castigo por su travesura. Paso a explicar de que se trata: En ningún momento Micheletti ha tenido palabras duras hacia Estados Unidos, de modo que jamás recibirá el trato dado a Manuel Antonio Noriega quien, en sus discursos previos a la invasión de Estados Unidos que terminó en su rendición, blandía un machete de manera desafiante, como si con él fuese a derrotar al imperio que le reclamaba su alma. Por supuesto que Goriletti logrará lo mismo que logró Noriega, o sea, que Estados Unidos invada y tome control de la situación. Y es que aunque Goriletti parece un hombre de mucho carácter, en realidad es un cobarde. Apenas le vea la cara a los marines en Tegucigalpa les lanzará besos y flores y les recordará que cada vez que el gobierno de Estados Unidos anunciaba algunas de sus tontas sanciones, él siempre decía que no importaba lo que Estados Unidos hiciera o dijera, que él siempre iba a admirar a Estados Unidos. Con su actitud tiene garantizada la impunidad, ya que al final terminará protegido y viviendo en Estados Unidos. Zelaya a lo mejor termine muerto y si no muere no tendrá ya sentido su lucha, porque Estados Unidos sostendrá la tesis que hay que apoyar a la “democracia” representativa hondureña, la cual tendré eco inmediato en Europa y en los paises comparsa del imperio y hasta en algunos como Brasil, Argentina, Uruguay, México, etc.. Todo quedará en calma y tendremos el primer ensayo de golpe exitoso bajo el nuevo esquema trazado por la derecha y el pentágono.
Luego del triunfo del golpe en Honduras, la revolución bolivariana y la Latinoamérica progresista estará bajo la amenaza constante de que le apliquen la misma receta, o sea, estaremos jodidos de verdad. No puede todo ser palabras condenatorias y sanciones sin sentido. Es necesario actuar con hechos contundentes y audaces, no meras palabras.
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