Incomprensible, inadmisible y cobarde (por lo menos para nosotros) resulta la actitud de Manuel Zelaya de dejar de lado, ante las exigencias del gobierno de facto, la propuesta de convocatoria a una asamblea constituyente; previo al inicio de un dialogo promovido por la OEA.
La renuncia a lo que se ha convertido en punto de honor de la resistencia hondureña, descubre a un Zelaya egoísta, que antepone sus intereses personales a los del glorioso pueblo que se ha jugado la vida para restituirlo en el poder.
No tiene argumentación moral valida esta actitud, pues para nadie es un secreto que el golpe se produce para evitar que se hiciera una consulta al pueblo, que irremediablemente conduciría a la convocatoria de una asamblea constituyente.
Qué otra explicación podía darse a ese golpe de la oligarquía, si a Zelaya le restaban escasos cinco meses en el poder y sus dos posibles reemplazos eran garantía de la continuidad del sistema político, económico y social que ha mantenido a Honduras como una de las naciones más pobres del continente.
No es Manuel Zelaya un revolucionario, en eso está claro el mundo entero; pero que a estas alturas dejara de lado la más cara aspiración del pueblo hondureño, para conseguir se le permita retornar a Honduras, y con ello rescatar su status y bienes de fortuna, no pasó por la mente ni de los más pesimistas.
Cierto es que ya había dado algunas señales de lo que buscaba, como cuando aceptó reunirse con el cipayo gringo que gobierna Costa Rica, a sabiendas de que trataba de ganar tiempo para los golpistas y cuando aceptó la propuesta de Arias que incluía amnistía para los gorilas que han cometido crímenes de lesa humanidad; pero nadie jamás pensó que se “rajara” de la forma que lo ha hecho.
¿Dónde habrá dejado Mel los ideales de Morazán? ¿Cuál es su legado a un pueblo que lo respaldo con valentía, pasión, lealtad e ilusión? ¿No es acaso su actitud una rendición ante los golpistas?
Lo único que le falta a Zelaya es regresar al poder para promover la designación de Goriletti como senador vitalicio y a Romeo Vásquez como jefe eterno de las Fuerzas Armadas.
Definitivamente los sueños del pueblo hondureño le quedaron grandes… ¡Vete a la mierda Zelaya!
ALEXIS.ARELLANO@pequiven.com