Sobre la cumbre del Montevideo

Ocurrió ayer en Montevideo. Una voz se levantaba insistente, pertinaz, impertinente, mientras en algunos rostros se leía el triste ¿por qué no te callas?

El tupamaro observaba silencioso…… Lejos quedaron aquellos largos años encerrado en un aljibe totalmente incomunicado. Él es hoy el motivo de la fiesta de América junto al aimara que repite con multitudinaria mayoría, con los indios, con los campesinos, con los aguerridos mineros.

La inmensa sonrisa del Che iluminando la cordillera…”vas a ver cómo muere un hombre….dispara carajo…..” y nació un hombre… miles de hombres… millones de hombres….Comenzaba a nacer el hombre nuevo.

Un hombre de esos les dijo un día, cuando asistió a su primera cumbre, que mientras los gobiernos andan de cumbre en cumbre, nuestros pueblos van de abismo en abismo. Era un pueblo quien hablaba, un pueblo que se había levantado para convertirse en camino, en espada, en pensamiento libertador, convocando a la insurgencia a los hermanos de América.

A partir de ese momento el Comandante asumió la tarea de convertir esas cumbres internacionales en eventos productivos para la integración, para el avance, para la liberación. Para la construcción de instancias de integración por la defensa de las soberanías, nacionales, populares, democráticas, antiimperialistas. Al servicio de las grandes mayorías y no de los grandes capitales.

A aquellos cónclaves de refinados y recatados modales les empezó a llegar un zambo que se había formado en los cuarteles del único ejército suramericano donde los “pata en el suelo” pueden llegar a ser Generales. A quien sus raíces lo nutrieron de la savia popular para convertirlo en un revolucionario radical.

Y les llegó un revolucionario que habla y habla, porque el arma para construir un mundo nuevo es la palabra. Y habla cada vez que sea necesario porque es la revolución de su pueblo la que está presente. Porque el compromiso es que el mundo sepa nuestra verdad.

Y tratan de acallarla, de suavizarla, de protocolizarla, de ponerle freno, margen, cortapisa. Y tratan de conciliar al servicio del imperio, de envaselinar. Pero el Comandante no se calla siempre que considere necesario levantar su voz por la verdad de los pueblos latinoamericanos.

Y la verdad de los pueblos latinoamericanos hoy en día es la condena categórica a las espurias elecciones del golpismo hondureño, el rechazo frontal a la ocupación militar norteamericana de la República de Colombia. La libertad de los cinco héroes cubanos. La defensa de la selva amazónica y de la faja petrolífera del Orinoco, de nuestros recursos naturales. La solidaridad y el respeto por los contingentes de hombres y mujeres que a lo largo y ancho del continente, mediante el uso de diversas formas de lucha entregan sus vidas por el futuro de la Patria Americana.

No podemos, no debemos, no queremos, callarnos para nada. Porque con nuestra palabra, molesta a veces, impertinente a veces, pero siempre cargada de verdad revolucionaria, hemos logrado comenzar a construir el continente por el que soñaron, lucharon y murieron los libertadores.


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