Desde las primeras imágenes de su llegada a Maiquetía, transmitidas por Televisión, parecen las de un personaje a la expectativa de una esperada caída. Después, durante los interrogatorios se presenta a un hombre casi alegre, relajado, que se ríe a sus anchas y hasta choca los cinco con sus interrogadores.
El personaje; un salvadoreño con un supuesto extenso prontuario como connotado criminal al servicio del imperialismo. Dice trabajar bajo las órdenes del propio Posada Carriles a quien no ve desde hace muchos años.
¿Y cuál era la tarea del personaje? Supuestamente pasear por “la universidad” o sea Venezuela, a ver qué se le ocurre, que si una quema de cauchos, el sabotaje a la sede de algún partido político y cosas por el estilo. Como si por acá no hubiera de sobra los elementos que por cuatro miserables lochas hacen eso y más. Y lo más interesante es que el precio lo pone él mismo. Como si así se manejaran las cosas en ese negocio.
Se ve como difícil que un hombre con semejante prontuario, se caiga de una forma tan pendeja. Y resulte que prácticamente a lo que vino fue a pasear. ¿Sin una tarea vergataria? Recuerda el viejo chiste del espía ruso en Margarita.
El personaje despierta las sospechas de ser un payaso con todas las de la ley. De que fuera una persona que vino para ser detectado, evidenciado. ¿Para qué? Puede haber varias razones: Una puede ser evidenciar públicamente y especialmente entre su gente, que se están desarrollando planes terroristas contra Venezuela. Otra: hacer bulla para pasar por otro lado los elementos de un proyecto verdaderamente gordo contra la revolución bolivariana. Como aquel centenar de muchachos, reclutados por los paramilitares capturados en la hacienda Daktari. O aquellos francotiradores que se esfumaron después de las matanzas del 11 de Abril en la Av. Baralt de Caracas.
El caso nos recuerda la vieja táctica de los llaneros cuando arrean una punta de ganado y van a hacerlos cruzar por un río donde hay muchos caribes. Meten por otro lado del río una vaca flaca, botando sangre, para distraer a los voraces depredadores. Estos son fanáticos que también dan la vida por su causa en la lucha contra la liberación de los pueblos. Y si además hay billete de por medio entregan todo. Recordemos por ejemplo a aquellos sicarios colombianos que ante la certeza de su muerte en la operación contratada, dejan resueltos los problemas de vivienda y recursos de sus humildes familias.
Tal vez sea mi afiebrada cabeza que está produciendo historias de ciencia ficción, tan solo espero que la inteligencia cubana, en cuyas manos está el pajarito, desentrañe acertadamente todos los pormenores del caso y determine inclusive, si esta es la vaca tasajeada y si el personaje hasta tiene alguna enfermedad terminal. Porque de que hay otra cosa hay otra cosa.
mundoiribarren@gmail.com