¿Cómo te cuento Venezuela, en pocas palabras, las tantas cosas urgentes que tengo para contarte?. Contarte, por ejemplo, que de tu mano revolucionaria y terrena beben su agüita de esperanza millones de almas en todo el mundo que ya saben, a fe cierta, en el sístole y en el diástole, que sí se puede, que sí tiene sentido y que sí tiene destino la lucha a muerte y la lucha a vida por el socialismo. Cómo te cuento, también, que todavía hay cegueras que no se apartan de las conciencias a pesar de la tanta luz que nos regalas y de la tanta oscuridad que nos amarga. Cómo te cuento lo que debe ser contado para que tus márgenes se ensanchen, tus raíces se ahonden y tus vientos revolucionarios muevan más montañas y más valles... más aguas y más pedernales... ¿Cómo?
Invento lo que mis fuerzas me dejan inventar, voy de aquí hacia allá, chismoso de ti Venezuela, de puerta en puerta y de oreja en oreja... tratando de ser fiel a lo que he visto, a lo que he oído y a lo que palpado... a lo que he sentido. ¿Cómo te cuento los gestos, la perplejidad, la alegría de muchachos y muchachas, de jóvenes y de no tanto, de campesinos y de obreros... de pueblo que resucita anhelos cuando a la sola magia de la palabra que tú me inspiras, en las cabezas se representa tu poderío en acción, inoculado en mis relatos por obra y gracia de tu revolución y tu socialismo naciente que son también míos y que son mi escuela y mi “alma mater”. Una y otra vez te he prometido ser chismoso de ti y voy por donde la vida me lleva cumpliéndote lo dicho.
Te escribo ahora cuando sé que te preparas para tu fiesta grande de patria grande. Quiero contarte que he visto un espíritu que recorre tus calles, tu geografía y el mundo... y que se mete en los colores del vestido triunfante que estrenarás el próximo 26 de septiembre.
Ya lo vi. Es un vestido magnífico, un vestido hecho a mano de pueblo y de futuro, adornado con todas las luces de la alegría y lleva pasamanería de amor por la vida plena de justicia, adosada a la certeza de la máxima felicidad posible para todos. Vi cómo te cose tu mejor vestido la revolución que pariste mil veces y quiero pedir tu permiso para ir, también, a contárselo a propios y a extraños. Esa fiesta tenemos que celebrarla todos.
Como sabes ya me adelanté y he mandado cartas, he organizado charlas, he reunido firmas, he ido de un lado al otro sólo con lo que tengo... pero me falta mucho. Tengo en mente la idea fija de conversar con los remisos, con los que dudan o los que desconfían, con los temerosos o los decepcionados, con los duros y con los renegados... conversar a corazón abierto, conversar de pensamiento, palabra y acción. Con lo que tenga y como pueda, sin insultos y sin trampas, sin evasivas y sin tardanza.
Hablarle al corazón y a la conciencia... pedirles una oportunidad, un lugarcito y un instante, sólo un instante de su sensibilidad para que a través de ella logre pasar una verdad... una sola verdad que ha transformado mentes y corazones en todo el mundo.. la verdad de la revolución. Pedirles que no se la pierdan... que no les pase la vida sin gozarla.
Sé de antemano, porque no soy ingenuo, que muchos tienen cerrada toda escucha y toda esperanza... que han entregado, a costos inefables, su fe a un mundo sin salida... acaso en esos casos nada haya por hacer. Y yo, aun así, no resignaría mis esperanzas. Pero también sé lo que me es urgente contarles, lo que es indispensable... lo que no puede callarse.
Sé que buena parte del mundo se marchita mientras Venezuela florece. Sé que hay un fulgor de mujeres revolucionarias que luchan palmo a palmo.
Sé que nacen concejos comunales mientras en el mundo los poderosos quieren privatizar hasta el aire. Sé que hay educación gratuita en un mundo donde estalla la ignorancia y la miseria cultural. Sé que hay médicos para todos mientras en el mundo la salud se vuelve un comercio descarnado y monstruoso. Sé que hay créditos para casas cuando el mundo estalló en pedazos por una crisis inmobiliaria infernal. Sé que impulsa Venezuela una vida democrática floreciente en un mundo plagado por representantes ilegítimos en democracias y en monarquías anacrónicas y espurias. Sé que tiene Venezuela un proyecto de país y un proyecto de vida igualitario, internacionalista y solidario mientras el mundo se despedaza victimado por los individualismos, las mezquindades, la usura y la maledicencia de unos cuantos.
Sé que en Venezuela están construyendo la diferencia y sé que ésa se parece mucho a mis anhelos más profundos.
Por eso quiero contárselo a todos con mi acento y mi acta de nacimiento, mi extranjería y mi cuna mexicana. Con mi distancia y también con mi compromiso con la revolución de Venezuela.
Con un poco de gracia y otra cosita.
Quiero tocar, acaso, una sola tecla de la sensibilidad que convierta la emoción en votos para la Revolución. Tocar la fibra de la conciencia más emoción y más acción, para salir sin dudas y con ellas a votar por Venezuela y profundizar esta revolución que ya es del mundo y que ya es del futuro. Tocar la fibra de la razón más honda para que todo lo pasado se vuelva acción, crítica y observadora, pero acción responsable para sí y para un mundo que necesita con urgencia la multiplicación de la responsabilidad democrática. Que la Revolución se yergua majestuosa habiendo ganado para su causa un porcentaje, sea cual fuere y ojalá sea bien grande, de los “abstencionistas” y de los rezagados. Yo celebraré de todas... todas.
Está por comenzar, Venezuela, la gran fiesta de la patria grande que es tu Revolución Socialista, y que es nuestra, vestida de elecciones nuevas.
Anotaré en mi calendario que se trata de otro día festivo como lo es cada día que celebramos, por ejemplo, la recuperación de PEDEVESA, de las fabricas expropiadas, de las Misiones, de los Consejos Comunales, de los medios Alternativos y Comunitarios, de PETROCARIBE, de UNASUR y del ALBA. Anotaré en mi calendario, plagado de festejos revolucionarios cotidianos, la celebración de los Centros de Diagnóstico Integral, la liberación del analfabetismo, la solidaridad con Cuba, Ecuador, Bolivia, Brasil, Nicaragua, Honduras... el satélite Simón Bolívar, la Universidad Bolivariana, el sistema de medios de comunicación gubernamental, la ley RESORTE, los puentes, las avenidas, las calles... que suman récords mundiales en construcción de infraestructura... las becas, los congresos y los encuentros científicos, los festivales de poesía de arte y de literatura...
Agregaré, Venezuela, en mi calendario, para que se sepa, la fiesta de la dignidad recuperada, la lección histórica de un pueblo que rescató a su presidente, la fortaleza moral de un ejército al servicio de su Revolución y de su pueblo, las muchas elecciones impecables y triunfantes, el nacimiento de un partido socialista rico en millones de militantes, los millones de mujeres incorporadas a la lucha de igual a igual, los millones de discapacitados habilitados para la vida, los campos rescatados, los ecosistemas defendidos, la devolución de la certeza por la Revolución y la palabra Socialismo como obra en construcción permanente y de todos. Los mares, las montañas y el llano enriqueciendo la riqueza de todos... el Mercal y las arepas socialistas.
No me alcanza el calendario para anotar todas las efemérides nuevas de la Revolución bonita. Iré a contarlo a cada oído que se ponga a modo de corazón palpitante... porque es vital, porque es imperativo y porque es urgente. Porque un continente entero está atento y en deuda con a la nueva Venezuela revolucionaria, con sus tantos logros, con sus tantos, por ahora, faltantes. Todos iremos a tu fiesta Venezuela, llegaremos temprano y ocuparemos buenos lugares. Levantaremos nuestras copas donde estemos y brindaremos por todo lo que nos has dado en tan poco tiempo.
Ese será nuestro voto.
buenabad@gmail.com