Cuando el presidente Maduro tomó la decisión de cerrar la frontera y deportar unos mil colombianos, el pueblo venezolano y en especial el pueblo tachirense estaba que ¨bailaba en una pata¨. No era para menos, el contrabando de combustible tenía al pueblo pasando penurias y gastándose la vida en una maldita cola, pero más allá de eso, el cobro de vacunas, el sicariato y el bachaqueo estaban sembrando la semilla que hace rato germinó en Colombia: la migración y el desplazamiento interno de millares de compatriotas.
Todos supusimos que nuestro gobierno había deportado a indeseables, pues por principios no puede un gobierno chavista deportar a gente decente y trabajadora. Sin embargo, los medios informan de una reunión entre el presidente Maduro y Ernesto Samper (Secretario General de UNASUR) en la cual nuestro presidente habría aceptado el retorno de los deportados.
No puede uno, ante esta noticia dejar de hacerse las siguientes preguntas:
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¿Eran delincuentes o mejor dicho eran sicarios, bachaqueros, contrabandistas, paracos, narcos o no?
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¿Si no eran delincuentes tenía razón Colombia? ¿Si eran delincuentes por qué los vamos a traer de nuevo?
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¿Qué ha hecho el gobierno de Santos para merecer un trato tan deferente?
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¿Ha movido el gobierno de santos un dedo a favor de las medidas que se le ha pedido que tome para no seguir perjudicando a Venezuela?
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¿Este es el primer paso hacia la ¨normalización progresiva de la frontera¨ y una demostración que todo seguirá como antes?
Así no es la vaina, presidente Maduro. Así no es