Junto con el Ministro Padrino me hago solidario del dolor y tristeza que en estos momentos embarga a las familias de los guardias nacionales que en cumplimiento de su deber en el resguardo de nuestra frontera, perdieron la vida vilmente asesinados en territorio venezolano, que por principio debía considerarse seguro, no obstante el bandolerismo que, según se nota está campeando con mayor o menor presencia en todos los estamentos de sociedad colombiana, desde los altos niveles de la "culta" pero corrupta oligarquía, hasta los niveles de los facinerosos que conforman esos grupos de asesinos de su propia gente, que quizá fuero los que actuaron en Amazonas, exportados con toda su maldad hacia Venezuela, los paramilitares, ya de larga data y varios nombres en su fatídica historia, fueron altamente protegidos, financiados y promocionados por Álvaro Uribe desde el poder, supuestamente para combatir las guerrillas de manera diferente, resultando al final en unos cuerpos con conducta, disciplina, y eficiencia militar, pero con marcada tendencia criminal y que se presume que de alguna manera tienen conexión con el Ejército Regular de la República o algún otro cuerpo de seguridad porque ¿de dónde obtienen armas y financiamiento para poder actuar? si no fuere del erario o de un narcotráfico debidamente autorizado ya que actúan en todo el territorio con plena libertad de acción, sin que se conozca la condena de alguno de estos malhechores responsables de numerosos asesinatos de ciudadanos colombianos, seguramente cubiertos por el manto de la impunidad que les brinda a trastienda el gobierno.
Este triste incidente fronterizo pero muy en territorio venezolano, es muestra de que se hace cada vez más necesario el cierre de la frontera, especialmente los puntos de control, para evitar el ingreso de personas y alijos de drogas, por los sitios de intercambio fronterizo de bienes y personas, como San Antonio del Táchira con la Villa del Rosario de Cúcuta, y que son a través de los cuales por donde se cuelan los asesinos como los que ultimaron a los guardias, porque como se puede pensar, los maleantes se mimetizan dentro del grueso de supuestos pacíficos colombianos que vienen a Venezuela en busca de aquello de lo cual carecen y estos malvivientes generalmente paramilitares, se quedan en nuestro territorio, comenten cualquier fechoría, robos y hasta homicidios y regresan a su guarida más allá de la línea fronteriza, evitando el castigo a que hubiere lugar. Recuérdese que no es la primera vez que atacan a un grupo de la Fuerza Armada Nacional, si no recuerdo mal el ataque referido ocurrió en la población de Ureña.
General Padrino con estupor conocí que la emboscada en territorio de Municipio Atures, a unos funcionarios que habían realizado arrestos de 9 ciudadanos colombianos, que en Venezuela portaban armas de guerra como fusiles, pistolas de gran calibre y granadas fragmentarias, produjeron una reacción tan inmediata que muestra que el "equipo" paramilitar o lo que sea, parece estar establecido en Venezuela, bien constituido, adoctrinado y absolutamente fuera del control de nuestros organismos de seguridad, porque la matanza se produjo a sólo 3 horas de la detención del grupo armado colombiano y con absoluta impunidad, al punto de que no se reporta ni un solo herido en el conjunto de los atacantes y decir que eran: guerrilleros, paramilitares, hampa común, ejercito regular introducido con fines de espionaje, etc., sería pura especulación, porque la reacción inmediata para aprehender a los infiltrados no se hizo o no produjo ningún resultado. Hasta ahora la impunidad de los atacantes es absoluta y requiere acciones contundentes siempre dentro del marco de la prudencia, en resguardo de nuestra soberanía y la integridad física de los miembros de la Fuerza Armada Nacional. Resulta infantil acusar al Gobierno Colombiano de falta de control de sus ciudadanos para que no delincan en territorio venezolano, eso es cierto, pero no es menos cierto que es al Estado venezolano a quien compete en primer lugar, sin ineludibles excusas, la seguridad ciudadana en nuestro territorio, ya que no podemos pedir a esos zamuros que cuiden nuestras longanizas.
Con motivo del inmenso daño que nos hace el contrabando de extracción, que pareciera no se valora en su justa dimensión, que ha acabado con 2 conos monetarios, y amenaza gravemente el tercero el cual todavía no hemos terminado de adecuar al público, aunado a los miles de millones de litros de gasolina, miles de toneladas de insumos para nuestra población, que hasta impúdicamente recompramos allende la frontera colombiana. Ciudadanos, civiles y militares del alto gobierno bajen a la tierra, percátense de la realidad que denunciamos y no sigan con paños calientes y contemporizaciones que a nada bueno nos conducen.
Creo que ha llegado el momento de pensar mal, por aquello de "piensa mal y acertarás" .Debemos tener presente que estamos amenazados militarmente por varios países entre los cuales destacan los Estado Unidos de América como titiritero mayor y como mascarón de proa el gobierno de Iván Duque o quizá debo decir mejor Álvaro Uribe, que como dijera en anterior oportunidad dejó muy claro que "no atacó militarmente a Venezuela porque no tuvo tiempo, no porque no le faltaran ganas", y como también he manifestado el conflicto bélico con el cual nos amenaza Mike Ponpeo, Mike Pence y el propio Presidente Trump, sólo depende de la orden que pueda emitir Washington al respecto y que posiblemente pasaría por un casus belli fabricado, quizá luego de algunas escaramuzas pseudo diplomáticas y quién nos garantiza que el incidente de Atures en el estado Amazonas no es un primer globo de ensayo, tanto los primeros 9 detenidos armados hasta los dientes, como los asesinos que actuaron después, ambos para tantear la capacidad, velocidad y disposición de reacción de las fuerzas de seguridad y fuerza armada venezolanas.
Dicen que "guerra avisada no mata soldado y si lo mata es por descuidado" espero que este descuido no vuelva a ocurrir y siga matando soldados de la patria. No podemos permitir el ingreso a nuestro territorio de personajes indeseables pero como ninguno que venga a Venezuela con intenciones aviesas, va a traer una etiqueta en la frente, debemos evitar hasta nueva orden el ingreso de todos, porque entre ellos puede venir mimetizado, disfrazados de ciudadanos comunes, individuos como los que actuaron recientemente con impunidad absoluta contra nuestra Guardia Nacional, con el conocido resultado de además de los fallecidos, 10 componentes de la guardia heridos de diferentes gravedades, es decir que nos causaron 13 bajas entre muertos y heridos y hasta donde se conoce, no sabemos qué o quiénes están detrás del ataque y sus motivos, aparte de la razón aparente de retaliación contra la Guardia.
Es necesario que abandonemos nuestra proverbial confianza en la buena intención y honestidad de los demás y seamos maliciosos, porque con esa conducta podremos evitar males mayores que pudieran obligarnos a pensar lo ingenuos que fuimos y como tal actitud nos haría arrepentirnos de nuestras tonterías porque, no maliciamos a tiempo y que luego nos cueste caro.
El dictador general J. V. Gómez, un zamarro gobernante, poco instruido y por consiguiente "malicioso", mantenía como premisa de vida y para su control del poder que "no brindaba la fe que merecerían para cosas confidenciales, a hombres que los alcanzara el alba en la agradable compañía de una dama, conducta que se aplicaba a sí mismo, ya que aunque tuvo numerosas amantes, nunca se casó y siempre vivió en su propia residencia, porque sostenía que un caballero en esas circunstancias no podía negarse a una petición de la dama acompañante y esa actitud débil ante las circunstancias, lo podrían llevar al error de hablar de alguna secreto de estado.
Como corolario debemos tener en cuenta la enseñanza del dictador Gómez, que estuvo 37 años en el poder, primero al lado de Castro y 27 como máxima autoridad indiscutible y probablemente su éxito como dictador y gobernante lo debió a la malicia conque manejó todas las situaciones políticas y de conspiraciones en su contra.
Venezuela debe desconfiar de sus posibles enemigos y no entregarse en brazos que puedan apuñalarla, recordemos el caso Santander Vicepresidente de la Gran Colombia, persona de confianza de Bolívar y su participación en la conjura para asesinar al Libertador el 25 de septiembre de 1828 en el palacio de San Carlos en Bogotá. Condenado a muerte por la traición, la pena le fue conmutada por Bolívar y ese bondadoso perdón contribuyó al fin de la Gran Colombia.