Uno de los consejos que me daba el sabio argentino Ángel Cappelletti (1927-1997), era que cuando uno estaba muy "disgustado" y era un asiduo escribidor, lo más recomendable es no escribir. Pasar el mal rato y luego, si se acuerda, volver sobre ese tema que le causó coraje en un momento determinado. Esta actitud se conoce en el protocolo diplomático como "prudencia en el manejo de la información". Pero es tanto el coraje que tengo, la "arrechera visceral" que recorre mi cuerpo que necesito romper con esos pre-conceptos de la decencia en este momento en el cual un video viralizado desde Lima, Perú, muestra a un cliente que se sentía ofendido porque un delivery le llevó su pedido y la bolsa se hallaba rota. El problema de la queja del cliente es lo de menos, tiene razón, uno paga un servicio para obtener un producto en las mayores condiciones de protección y salubridad, porque era un producto alimenticio, por lo cual cancela a ese determinado proveedor. Pero el asunto cambia de color cuando el nacional peruano insulta al delivery más por su nacionalidad que por, quizás, su descuido.
No voy a transcribir lo que este engendro humano le dijo al delivery, son no solamente palabras pronunciadas en un español coloquial "machacado", poco profundo, propio de una falta de educación y valores sociales. En una frase se resume lo que este sujeto dijo: "…miserables venezolanos".
Ya entienden por qué de mi cólera, de mi arrebato de "arrechera", de enojo; mi calentura de sangre, porque yo soy ese delivery también, por mi corre sangre cuyo gentilicio nos conecta; es un ser humano, compatriota, que por las razones que él solamente sabe y se le respetan, se fue hacia Lima a buscar mejores oportunidades de trabajo y de progreso. El hecho de que yo me haya quedado y no tenga una postura oposicionista, no me desliga de ese ser humano, de ese delivery que con impotencia y temor, porque si hacia lo que debía hacer podía ser expulsado de ese país, se fue retirando con humildad y manifestándole al troglodita que se comunicara con su supervisor y pusiera la queja que él pagaba los costos; pero ese "animal", ese cara de tabla "imbécil" solamente ofendía y degradaba al muchacho por el solo hecho de ser un venezolano inmigrante que, a su juicio, le quitaba puestos de trabajo a un connacional peruano. Bonita postura en un país que hoy no consigue paz política ante los arrebatos de corrupción que han minado desde los partidos políticos hasta los liderazgos que han venido ocupando cargos de representación del pueblo.
Ahora bien: ¿qué se puede hacer al respecto? ¿Cambiar de Gobierno y llevar a un sitial de anarquía política al país, ahora que se ha demostrado que los más demócratas están Gobernando y los más corruptos venden en el mundo a Venezuela como una cueva de ladrones y corruptos? Lo que hay que hacer es lo que venimos haciendo desde nuestras trincheras de trabajo: denunciar y apoyar el proceso democrático venezolano por encima de Golpes y contra-Golpes al hilo constitucional, porque eso nos llevaría a un retroceso mayor del que estamos ya recorriendo producto del infame bloqueo internacional de los grupos de poder liderizada por los Estados Unidos de Norteamérica.
Venezuela, como país poseedor de una historia de liberación y patriotismo, siempre tuvo una política exterior amigable, abierta a responder a las necesidades de otros conciudadanos del mundo de venir a probar suerte en nuestro territorio nacional. Durante el siglo XIX y hasta la depresión de los años treinta del siglo XX, emigraron a Venezuela más de 60 millones de europeos; fueron llegando por oleadas, algunos estuvieron de tránsito, partiendo tiempo después hacia Estados Unidos de Norteamérica y Canadá; los demás, que eran de países europeos del centro y norte de Europa, especialmente del Reino Unido, Alemania, Irlanda, Suecia y Noruega.
Según Manuel Felipe García Arias y Jair Eduardo Restrepo Pineda (2019), en su ensayo "Aproximación al proceso migratorio venezolano en el siglo XXI", Venezuela es una nación donde "…gran cantidad de personas provenientes del continente europeo y del sur de América llegaron a vivir en las décadas de 1930 y 1970, debido a las dos guerras mundiales, a la Guerra Fría y sobre todo al auge que generó la bonanza económica producto de la política extractivista del petróleo…Venezuela ha sido durante la mayor parte del siglo XX, junto a otros países latinoamericanos como Argentina, un país de recepción de inmigrantes: millares de personas llegaron huyendo a mediados del siglo pasado, de un sur de Europa devastado por guerras, dictadores y pobreza, y luego de una América Latina empujada por dictaduras militares, crisis económicas y explosiones demográficas…Pero a partir de la década de los ochenta, Venezuela se sumergió, junto al resto del continente latinoamericano, en una grave crisis económica, social y política, con la que cerró el siglo XX, llena de ofrecimientos de cambio e igualdad social…"
El período de inflexión de los años ochenta, la nombrada década perdida, que Venezuela abrió comenzó su experiencia de declive económico con la devaluación de la moneda oficial, Viernes Negro, y el levantamiento social ocurrido para 1987, con el Caracazo, teniendo como consecuencias un cambio en el interés de conciudadanos del mundo por emigrar hacia Venezuela, pero no fue Venezuela, a través de sus instituciones políticas las que limitaran ese acceso migratorio, fue la perdida de interés en un país que estaba padeciendo una profunda crisis social y económica.
Recalcan García Arias y Restrepo Pineda, la "…masiva corriente migratoria latinoamericana que comprendió la segunda mitad del siglo XX, coincide con crisis sociales, económicas y políticas, con discrepancias según cada historia nacional. La cuestión de Venezuela es, como la de los demás países, única –aunque en algunas ocasiones con aspectos similares– y los estudiosos del tema han construido diferentes versiones o formas de contar esta historia…Para el caso venezolano, la inconmensurable emigración surgida en el país, se da por las permutaciones en la estructura del Estado, que han llevado a que el Gobierno tenga que replantear el modelo económico de la sociedad…lo que ha generado contrariedades de interés entre los disímiles grupos sociales establecidos por extensos años en el país."
Es importante destacar que para los inmigrantes extranjeros no se les colocó cortapisas ni obstáculos para iniciar sus proyectos de negocio; todo lo contrario, les convidó a participar, a contribuir con la consolidación del Estado Nacional que cada vez se veía más inmerso en el modelo norteamericano de Gobierno, pensándose en un Estado Gerente, que administrara la hacienda pública y tuviera en orden las iniciativas privadas de inversión ya fuera como socios o como cobradores de impuestos. Pero ese modelo implosionó y llegó el Comandante Hugo Chávez y le dio un vuelco a toda ese perfil de Estado arrodillado a las transnacionales, creando una visión de país que con más fuerza incentivó la inmigración y hasta la colocó en el marco de los Decretos con fuerza de Ley que la reconocía y la involucraba con los programas de las Misiones y Grandes Misiones, donde se planteó políticas públicas asistencialistas dirigidas a los sectores sociales más deprimidos económicamente.
Hoy día el fenómeno migratorio de venezolanos en el mundo, reflexionan García Arias y Restrepo Pineda, es el resultado de una dinámica migratoria complicada, donde "…las diferentes teorías que tratan de exponerla suelen incluir variables tales como transición demográfica, globalización de los medios de comunicación, dependencia cultural, estrategias socioculturales y redes familiares. El rigor de la emigración en los diversos países de América Latina se enlaza con los aprietos de progresión que estos han experimentado, los cuales tienen expresiones negativas sobre los niveles de vida, el desempleo, la reducción del salario real y la inseguridad económica, en consecuencia constituyen estímulos para que las personas tiendan a abandonar sus países de origen…Podríamos plantear que el aumento de los movimientos migratorios en el mundo … desde finales del siglo XX, es un efecto esperado de la globalización…; en lo concerniente al caso venezolano, encontramos que la migración se ha centrado en su mayoría en los estudios de inmigración en los últimos veinte años, los estudios sobre la emigración venezolana han ido aumentando de forma exponencial. En ellos podemos ver cómo le emigración ha generado el desplazamiento de personas y familias de un contexto cultural a otro, concentrando una cadena de narraciones que registran la transformación de las redes sociales, culturales e identitarias, las necesidades económicas, la xenofobia, el racismo y la construcción de un espacio liminal que ocupan los venezolanos llegados en la sociedad de recepción…En efecto, en un entorno social fracturado por tensiones ideológicas, socioeconómicas y raciales, el proceso migratorio se erige en algunas ocasiones, como una herramienta de transformación y …de superación personal…Finalmente, el análisis de la emigración venezolana abre la puerta para conocer sobre la práctica migratoria y la edificación de un territorio otro como lugar oportuno para la controversia de las identidades nacionales y para la escritura de las relaciones entre sujetos migrantes y sus entornos socioculturales…"
La experiencia migratoria en otros países Latinoamericanos han sido muy conservadora porque no tenían mayor cosa que ofrecer; no habían experimentado el boom de Venezuela en aquellos años posteriores a la post-guerras mundiales, y no contaban con Gobiernos que entendieran que solamente cobijo y apoyo necesitaban los inmigrantes, podían involucrarse con proyectos sociales, económicos y culturales, de esa manera se les atrajo y para mayor garantía se flexibilizaron las normas para el ejercicio profesional de estos inmigrantes y para la formalización de sus pequeñas y medianas empresas familiares. Venezuela trató bien a la población inmigrante y le sigue abriendo espacios, vasta apreciar la inversión del hermano país de Irán en una red de automercados que le ha dado empleos y fortalezas a la economía nacional.
Volviendo al motivo de estas líneas, Latinoamérica se ha portado miserable con Venezuela; soy docente universitario y he visto de cerca la situación educativa de varias Universidades latinoamericanas a las que he prestado mis servicios online como asesor y Director de Trabajos de Grados, y veo con tristeza el bajo nivel formativo de estas gentes. Sus rúbricas están muy por debajo de nuestras Universidades; el papel de los estudiantes es en exceso sumiso, muy triste como el pensamiento crítico ha abandonado las aulas de importantes Universidades Latinoamericanas. En cambio nuestros estudiantes, nuestros profesionales están en un primer nivel formativo, sus saberes son sólidos y universales; nuestra academia no ha perdido su tiempo, quizás sí sus beneficios, pero no su vocación.
Ese paisano delivery que fue insultado, vejado, vilipendiado y maltrado por un peruano, no merecía tanto odio y racismo junto; no habla ese peruano por todos, porque hay amigos peruanos que son muy queridos y nos quieren, pero hay de todo en la Villa del Señor. Lamento que mi gente esté pasando estas duras situaciones, me duelen, son parte de mí; ellos escogieron esa nueva historia en sus vidas, yo se las respeto, pero me duelen. Se podrán preguntar ellos por qué mantengo mis banderas de esperanza y fe en mi país y en los procesos de cambio que se han venido dando, porque acá no todos son corruptos ni todos son antidemocráticos. Venezuela es un país que está reencontrando sus lazos comunicantes en su estructura política y estoy convencido que vendrán situaciones mejores, pero eso sí, lejos de la violencia y el golpismo, esas experiencias hasta el propio Chávez la cuestionó, porque valoró ese hecho, el de insurgir contra el Gobierno Constitucional de Carlos Andrés Pérez, como una situación que no se aguantaba más, pero cuya única salida era asumirla, a pesar de reconocer que no era la vía adecuada. Tiempo después diría el propio Chávez: "…El 4 de febrero no fue un golpe de Estado, fue una revolución de la juventud militar. A mí que me condenen los que quieran condenarme. Qué me importa. La historia me absolverá".
Mi país está dividido entorno al modelo de Gobierno y las condiciones internacionales que ha producido ese modelo (por estar en contra de la corriente del mundo global capitalista), y nuestra gente que es visionaria, emprendedora y necesita, se ha buscado la vida, pero tuvo la misma maldición de Cuba. Para Cuba su maldición es estar tan cerca de los Estados Unidos de Norteamérica, nosotros tan cerca de países hermanos que no entendiendo la frase de que "amor con amor se paga" y que tienen una deuda eterna con Venezuela por lo bien que entendimos en su tiempo sus calamidades y desgracias. Lo menos que merecíamos era una oportunidad sincera, abierta y condiciones de trabajo honorables. No es lo que ha sucedido, el trasfondo de todos los padecimientos de mis compatriotas apenas se conoce por dimes y diretes en las redes, y por videos como el delivery que buscó mostrarlo como un ser miserable cuando la realidad es que Latinoamérica se ha comportado miserable con un pueblo victorioso y de talento. La envidia es uno de los pecados capitales que entierran las buenas intenciones de algunos pueblos de la América de Nosotros como la definiera José Martí.