Los trágicos momentos que sufre el hermano pueblo haitiano por el terrible terremoto que asoló a Puerto Príncipe y a otras ciudades cercanas, ha permitido, nuevamente, descubrir a los ojos de pueblos y gobernantes de Nuestra América, las urgente necesidad de construir un sistema Regional de Reacción Rápida Humanitaria, en capacidad de atender, en tiempo real, situaciones de emergencia creadas por los efectos de fenómenos de la naturaleza o, a consecuencia de los impactos ambientales negativos creados por la aplicación de políticas ambientales erróneas de los gobiernos o, impuestas por los grupos corporativos nacionales o globales presentes en Nuestra América.
El extenso territorio continental, marítimo e insular que constituye Nuestra América y los más de 500 millones de seres humanos que lo habitamos, a pesar de disfrutar de una de los espacios geográficos más maravillosos de cuantos existen en el planeta Tierra, estamos sometidos a condiciones de alto riesgo, que responden a los inacabados procesos de enfriamiento y estabilización de la corteza del planeta y a variables corrientes de aire que impactan extensas áreas de nuestra geografía física, humana y económica y, otras que responden a cambios climáticos que desordenan en cantidad, tiempo y lugar los ciclos de lluvias, con sus desastrosas consecuencias para la agricultura y las poblaciones mas vulnerables de nuestros países.
Fue precisamente a consecuencia de los trágicos deslaves de la Cordillera del Litoral Central, que destruyeron parte importante de la infraestructura del Estado Vargas y causaron miles de personas fallecidas, la mayoría de ellas sin que sus cadáveres hubiesen sido recuperados, que condujo al comandante Hugo Chávez Frías, a iniciar uno de los proyectos más hermosos de todos los creados por la revolución bolivariana: La Fuerza de Tarea Humanitarias “Simon Bolívar”, brazo ejecutor de la protección de la población civil venezolana en situaciones de desastres y, unidad estratégica para la solidaridad humanitaria con todos los pueblos del mundo afectados por fenómenos naturales y otros eventos que perturban, sensiblemente, la vida de las poblaciones, sus recursos económicos e infraestructura.
No existe en el planeta Tierra una unidad especializada con las características de esta Fuerza de Tarea, integrada por personal de nuestro sistema de Protección Civil y a la cual se le incorporan personal de diversos organismos públicos expertos en diversas áreas relacionadas con salvamentos, atención médica, protección sanitaria, alimentación ingeniería de desastres y construcción de refugios temporales que, en número de 2.000, pueden ser movilizados en unidades aéreas, marítimas y terrestres a cualquier parte del territorio nacional o del extranjero, de manera urgente y por el tiempo que resulte necesario para atender la emergencia.
Pero este hermoso producto de nuestra revolución bolivariana, que solidariamente se ha paseado por varios países del mundo asistiendo a los damnificados de diversas tragedias, no solo necesita de su REIMPULSO nacional, sino de promoverlo en los diversos espacios de cooperación e integración que hoy se vienen desarrollando en Nuestra América, entre los cuales, destaco, a la Unión de Naciones del Sur, UNASUR, en donde la fusión armoniosa de las capacidades y experiencias de sus organismos de protección civil y, los formidable recursos humanos, materiales y tecnológicos de sus Fuerzas Armadas, permitirían construir y operar, el mayor Ejército de Paz y Solidaridad de los Pueblos que pueda existir en el planeta Tierra, con cuyo concurso podremos proteger a nuestros pueblos de calamidades como la que hoy padece el pueblo del benefactor de nuestra independencia, el presidente Luis Petion.
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