La ciencia económica podríamos considerarla como la madre de todas las ciencias. Nos explicamos: Todo gira alrededor de esta ciencia. Es una verdad de Perogrullo que el éxito político de un gobierno depende fundamentalmente del éxito económico de su gestión. El bienestar de una sociedad en todos sus ámbitos: educación, salud, cultura, deporte, desarrollo científico y tecnológico, todo, absolutamente todo depende de que la economía funcione adecuadamente en esa sociedad. Igualmente podría decirse del Proceso de Transformación Bolivariano que vive el país: Su éxito y consolidación depende principalmente del éxito del programa económico del gobierno. Sin embargo, la economía es uno de los temas que merece menos atención en los medios, sean éstos públicos, privados o alternativos. Si se examinan los artículos de opinión, las noticias y análisis que versan sobre el tema económico, vemos que se les otorga muy poco espacio en dichos medios, salvo honorables excepciones. La máxima atención se reserva para las noticias políticas, sobre el próximo carnaval electoral, si tales o cuales candidatos ganarán las elecciones para alcalde o gobernador, etc. En segundo lugar, aparecen reseñadas en esos medios las noticias de sucesos, las deportivas, las internacionales y las de farándula. Hasta los propios economistas se manifiestan relativamente poco a través de los medios, como si les importara poco la divulgación de esa ciencia vital. La mayoría de ellos más bien se dedica a la política o a hacer dinero a través de la especulación monetaria. Salvo honrosas excepciones, como la de nuestro amigo Manuel Martínez, muy pocos, se dedican a estudiar y profundizar sobre esta disciplina, buscando adaptarla a las realidades del país y liberarla un poco de su sometimiento a los dictados de los centros financieros dominantes (Léase FMI, Banco Mundial, Transnacionales, etc.).
Algo que como Ingenieros nos llama la atención es que pareciera existir un interés no confesado de convertir la Economía en una ciencia semi arcana, lejos de la comprensión del ciudadano común, no sujeta al método científico que priva en otras ciencias como la Ingeniería o la Medicina, y lo que es peor, se pretende que se le mire como un coto cerrado, como un templo exclusivo al cual sólo pueden tener acceso y opinar los economistas. Es decir, se pretende convertir la Economía en un campo minado para nosotros, los no economistas, y hasta se nos tilda de ignorantes y se nos descalifica casi hasta con desprecio cuando los no economistas nos aventuramos a emitir una opinión de carácter económico, en procura de inyectarle sacrílégicamente alguna explicación racional o lógica a las decisiones económicas.
Lo más grave del asunto es que a pesar de que esas decisiones económicas afectan a millones de seres humanos, la toma de las mismas se ha dejado exclusivamente en las manos de un grupito privilegiado de personas, de unos pocos burócratas atrincherados en el Banco Central de Venezuela, en connivencia con dos o tres ministros del gabinete económico y uno o dos diputados de la Asamblea Nacional, quienes año tras año toman decisiones transcendentales en materia económica: Aprueban leyes de presupuesto, devalúan a su antojo la moneda nacional, aumentan y aplican cuando quieren impuestos como el IVA, el IDB, etc. Y a pesar de que nos rige la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que consagra la participación protagónica de los ciudadanos en la toma de las decisiones que afectan su destino, éstos, las grandes mayorías, están ausentes de esa toma de decisiones, sólo sufren sus consecuencias y ni siquiera tienen derecho a pataleo, so pena de que se les acuse de contra rrevolucionarios. Eso no puede ser. Esa situación tiene que cambiar para bien de esta Revolución. La gran mayoría de los venezolanos no podemos ser sujetos pasivos y conformistas. Debemos rescatar la toma de las decisiones económicas fundamentales de las manos de ese grupito de privilegiados e iluminados que año tras año imponen sus dictados y se salen con las suyas aplicando políticas económicas que traen miseria a las grandes masas populares y conducen a la enajenación y el desencanto de éstas con el Proceso de Transformación, cuya razón de ser y sus beneficiarios deben ser precisamente las grandes mayorías y no los cenáculos exclusivos que siempre han usurpado el poder real en este país: el poder económico y financiero. Si todavía existen dudas de lo nefastas que han sido muchas de esas decisiones económicas y que han provocado el divorcio con el Proceso Bolivariano de densos sectores de las clases medias y bajas, basta que analicemos rápidamente los resultados del últi mo proceso electoral, en el cual la Oposición irracional, entreguista y fascista acaparó el 41% del voto popular, lo cual para mí como revolucionario me parece vergonzoso. La explicación de esa realidad mayormente reside en la infeliz decisión de devaluar nuestra moneda en Febrero este año, devaluación que se tradujo en pérdida brutal del poder adquisitivo de los venezolanos. Y no fue que nosotros, los que nos agrupamos en la Asociación Civil Defensores del bolívar, no lo advertimos a los cuatro vientos con la fuerza de nuestros pocos recursos. Lo alertamos en carta abierta dirigida a nuestro máximo líder, el Presidente Chávez, en diciembre del año pasado (“Carta abierta al Presidente Hugo Chávez Frías, con motivo de la anunciada devaluación del bolívar”, http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=6205 ). En esa misiva solicitábamos al Presidente que impidiera la devaluación de un 20% anunciada desde octubre del 2003 por el Ministro Nóbrega. Exponíamos en nuestra petició n una serie de razones de peso para que no se aplicara tal medida. La reacción contra nosotros, los Defensores del bolívar, fue implacable. Se nos endilgaron epítetos de todos los calibres y hasta se nos acusó de ser agentes de la CIA. Recibimos plomo verbal no sólo de los sectores de la Oposición, que extrañamente estuvo de plácemes con dicha devaluación, sino también de los sectores progresistas, con muy dignas excepciones, como el diario VEA que gentilmente publicó un resumen de una página de la carta. Lo cierto del caso es que no fuimos escuchados y los sectores devaluacionistas una vez más se salieron con la suya. Se devaluó el bolívar en un 20%. La peregrina razón que dio el Ministro para justificar tal medida fue que se devaluaba en un 20% para aproximar la tasa de devaluación a la tasa de inflación que se pronosticaba para este año. ¿Dónde estuvo el criterio científico, racional que sustentara tal devaluación en un país como Venezuela que gozaba en ese momento de un a deuda externa per cápita relativamente baja, amén de un PIB y unas reservas internacionales per cápita superiores a la de varios países del continente que más bien habían revaluado sus monedas nacionales, como era el caso de Brasil, Argentina, Colombia y Chile? El Ministro no se dignó en dar una explicación plausible para tal medida. Tampoco hubo debate en la Asamblea Nacional. La medida se impuso y sus resultados están a la vista: 24 por ciento de inflación para fines de este año, alta tasa de desempleo y sueldo mínimo muy por debajo del precio de la canasta básica. Y todas esas consecuencias negativas se han presentado, a pesar de los grandes esfuerzos que le reconocemos al Presidente por aliviar la estrechez económica de las clases menos favorecidas, auspiciando la creación de Mercales y boticas populares, y aumentando el salario mínimo en un 30%. Han sido medidas muy necesarias y justas, pero a todas luces insuficientes para neutralizar el deterioro del poder adquisitivo de los venezolanos a causa de esa devaluación absurda.
Ha transcurrido casi un año desde que el Ministro sometiera ante la Asamblea Nacional su proyecto de presupuesto del 2004. Muy pronto habrá de presentar ante el cuerpo legislativo el proyecto de Presupuesto para el 2005. Todo parece indicar que esta presentación se llevará a cabo sin mucho ruido, en medio del fragor de las elecciones regionales. La pregunta obligada es: ¿Se repetirá la historia del año pasado? ¿Habrá otra devaluación del bolívar o por el contrario se procederá a su revaluación, a la luz de las favorables condiciones macroeconómicas actuales del país?¿Son mejores o peores las perspectivas del país con respecto a las del año pasado.
Veamos. En virtud de que la economía es demasiado importante para dejársela en exclusividad a los economistas burocratizados, vamos a tratar de emitir una opinión en base a una comparación de la economía venezolana con las 5 más importantes economías latinoamericanas, a saber, las de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México. Esta comparación no pretende ser exhaustiva de ninguna manera, pero si aspira a servir de base para que el país nacional, los sectores progresistas y los intelectuales se involucren en el debate y no se permita que las grandes decisiones en materia económica y monetaria sean secuestradas por el mismo grupito de privilegiados “gurúes” de siempre.
Según los vientos que soplan, el presupuesto del 2005 será aumentado en un 20% con respecto al del año pasado, es decir tiene previsto un presupuesto de gastos montante a los 60 billones de bolívares. Grosso modo, ese presupuesto de gastos contempla cubrirse con 25 billones de ingresos petroleros, otro tanto de ingresos no petroleros y los 10 billones restantes se conjetura que serán cubiertos mediante endeudamiento externo y/o más devaluación. También se conjetura que el cálculo de los ingresos petroleros se hará en base a un precio estimado del barril de petróleo de $23. Ahora, ¿Cuál debe ser el tasa de cambio real para nuestra moneda en el 2005?
Situación actual. Una medida que algunos economistas proponen a veces para determinar el verdadero valor de la moneda de un país consiste en obtener dicho valor dividiendo la liquidez monetaria ente el nivel de las reservas internacionales del país. Veamos si Venezuela y los otros 5 países del estudio han aplicado esa regla este año. La Tabla 1 muestra la relación Liquidez/reservas para los 6 países y la compara con la tasa de cambio actual
Tabla 1*
País Liq. Mon. Res.Int.,$ Cambio/$ Liq./Res. Sobre o Subv.,%
Arg. 83.365MM 18.075MM 2,83 4,61 62,97
Bra. 450.533MM 49.564MM 2,85 9,09 218,94
Chi. 22.440.100MM 15.781MM 608,90 1.421,99 133,53
Col. 87.027MMM 11.849MM 2.608,30 7.344,67 181,59
Méx. 3.632.414MM 60.476MM 11,43 60,06 425,49
Ven. 36.234.410MM 21.419MM 1.920,00 1.691,69 -11,89
* Fuente: http://www.finanzasdigital.com/, Agosto 2004
Se observa que todos esos países presentan monedas sobrevaluadas con relación al dólar estadounidense, con la excepción de Venezuela, cuya moneda actualmente estaría subvaluada con respecto al dólar en un 12% aproximadamente. En todos esos otros países, que por cierto son exportadores típicos, se ha preferido mantener sus monedas nacionales significativamente sobrevaluadas con relación al dólar. Nos preguntamos entonces, ¿Por qué Venezuela, que no es un exportador típico (salvo de petróleo cuyo precio no es afectado por la tasa de cambio), castiga a sus ciudadanos con un bolívar subvalorado? Es decir, si aceptamos como válida la fórmula empírica de los economistas, en estos momentos el bolívar oficial debiera cotizarse en 1692/$ y no en 1920/$. Más adelante explicaremos las razones macroeconómicas del porqué los demás países han mantenido sobrevaluada sus monedas. También explicaremos las razones macroeconómicas por las cuales Venezuela debe revaluar su moneda ya.
¿Cuáles criterios deben privar para modificar la paridad cambiaria?
Nuestro Presidente ha venido insistiendo en casi todas sus intervenciones que lo social debe prevalecer sobre lo económico, sobre la renta o el beneficio pecuniario, Esta máxima, con la cual coincidimos plenamente, parece haber estado ausente de la última decisión de devaluar el bolívar. La decisión de devaluar debe ser el último recurso al cual se debe apelar para cuadrar un presupuesto. Se deben agotar otras posibilidades antes de aplicar ese impuesto a los venezolanos. Una de ellas es simplemente estimar mejor los ingresos del país. Por ejemplo, los ingresos petroleros para el presente año fueron estimados el año pasado a razón de 18 dólares el barril de crudo. No es posible equivocarse tan groseramente como ocurrió con este pronóstico. Podemos admitir que se cometa un error del 20 o 30 %, pero no un error tan grotesco como casi el 100%. Y la razón por la cual no se puede tolerar esas burdas equivocaciones es porque el precio a pagar es demasiado alto: léase inflación, hambre, endeudamiento del país, descontento en las masas populares; en una palabra, se pone en serio peligro la consolidación de este proceso de cambios que tanto ha costado y que quizás sea irrepetible en caso de que llegase a fracasar. No sé si el responsable de ese pronóstico errado fue el Ministerio de Energía, el de Planificación o el de Finanzas. De lo que no nos queda la menor duda es que quienquiera haya sido el responsable, debió haber sido destituido, porque le ha causado tanto o más daño al país que todas las intentonas golpistas de la Oposición. Otro pelón garrafal, fue la estimación de los ingresos no petroleros (léase SENIAT), los cuales fueron estimados en unos 5 billones de bolívares por debajo de su valor real. Ahora bien, uno no sabe si estas equivocaciones fueron inocentes o deliberadas. Lo único que uno sabe es que en base a las mismas se justificó la devaluación del bolívar y lo que ha habido de endeudamiento este año. Tampoco creemos que sea válida l a socorrida y trillada tesis de que siempre es necesario devaluar para incentivar la productividad e incrementar la competitividad en los mercados foráneos de los productos no petroleros que exporta Venezuela. Y no es válida esa tesis por las siguientes razones: Primero, porque los ejemplos de países típicamente exportadores como Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México que más bien han revaluado sus monedas en el último año así lo demuestra. Segundo, porque no se puede violentar el principio fundamental del Presidente (“Primero lo social, luego lo económico”), en aras de beneficiar un grupito de ricas familias exportadoras que han disfrutado de ese privilegio y han parasitado a expensas del estado no sólo en la Cuarta sino también en la Quinta República. A esas familias exportadoras jamás se les ha exigido que mejoren su eficiencia, que disminuyan sus gastos y aumenten su productividad mediante la gerencia sana de sus empresas. Siempre se les ha dado la papa pelada de la devaluación, como excusa para que exporten más. En todo caso, antes de devaluar el gobierno debiera preguntarse ¿Cuántos millones de venezolanos serán perjudicados por una devaluación?, o bien, si se decidiera revaluar (gradualmente, como lo hemos venido proponiendo insistentemente), ¿Cuántos millones de venezolanos se beneficiarían, en contraposición al puñado de ineficientes familias exportadoras que dejarían de lucrarse con dicha revaluación?
Es claro, entonces, que es necesario aplicar criterios más científicos y racionales para modificar la paridad cambiaria (que es una decisión política, como acertadamente lo señala nuestro amigo y colega Jairo Larotta). Es imperativo que una decisión tan trascendental como ésa no se deje a la discrecionalidad de un Ministro o de un grupo de burócratas, por muy brillantes que sean o por muchos pergaminos académicos que ostenten. Es necesario que tal decisión se abra al debate público, a la participación ciudadana. Que se discuta en prensa, radio, Televisión y la Red todas sus implicaciones, sus pros y contras, de tal manera que cuando se tome la decisión definitiva la misma esté bien fundamentada en razones de peso visibles. Es más, ya debiéramos ir pensando en que una decisión tan trascendente como ésa se tome por referéndum y no se deje al arbitrio de unos pocos.
Ahora traemos a colación una iniciativa del Ministro de Finanzas que hemos aplaudido. Hace poco, el Ministro se presentó por televisión e hizo una exposición en la cual, mediante gráficas y tablas, demostró cuan falsa era la acusación de la Oposición de que este gobierno era el que había recibido mayores ingresos en la historia de Venezuela. Aplaudimos esa iniciativa del Ministro, pues con lujo de detalles explicó cómo en realidad los ingresos petroleros per cápita eran realmente más bajos en este período que en los anteriores y cómo un dólar de hace 20 años vale muchísimo más que un dólar actual. Aplaudimos, repito, esa intervención, pues nos pareció acertada, convincente y oportuna. Lamentablemente, una explicación pública de similar calibre de parte del Ministro brilló por su ausencia con motivo de la presentación del proyecto de presupuesto del 2004. En esa oportunidad, el Ministro escurría el bulto, o respondía con vaguedades cada vez que a un periodista se le ocurr ía preguntarle porqué diablos se estaba devaluando en un 20%.
A falta de una explicación lógica de cuáles son los criterios objetivos que fundamenten sin lugar a dudas la tasa cambiaria que debe tener la moneda de un país, en artículos previos, Jairo Larotta y este servidor hemos tratado de aproximarnos a una respuesta desde el punto de vista de la Ingeniería y para ello nos hemos planteado el siguiente problema: ¿Cuáles son las variables macroeconómicas y la función matemática de las mismas que determina, cuando la tasa de cambio de una moneda debe aumentarse, disminuirse o permanecer igual? Esto nos llevó a proponer una fórmula o función matemática en base a las variables macroeconómicas más fácilmente medibles en una economía y que pudieran tener incidencia directa en el valor de la moneda. Reconociendo de antemano que se trata sólo de una aproximación simplificada al problema, nos atrevimos a proponer como criterio imperfecto para decidir el valor de una moneda en un momento dado la siguiente fórmula:
F = PIB/c + RI/c – DE/c, donde
F: Fortaleza Macroeconómica del país; PIB/c: Producto Interno Bruto per cápita; RI/c: Reservas Internacionales per cápita DE/c: Deuda Externa per cápita
Luego aplicamos el siguiente criterio: Si la Fortaleza Macroeconómica F resultaba positiva se debía revaluar la moneda; si resultaba negativa, se debía devaluar y si era igual a cero, se debía mantener la paridad.
Por otra parte, la magnitud de la devaluación o de la revaluación debía ser directamente proporcional al valor absoluto de F.
La aplicación de esta fórmula hace casi un año a varios países latinoamericanos nos produjo varios resultados interesantes. Ahora, vamos a aplicar la misma fórmula a las economías de los 6 países latinoamericanos que hemos escogido para este estudio.
En la Tabla 2 aparecen indicadas las variables macroeconómicas actuales más importantes de los 6 países latinoamericanos.
Tabla 2*
País Población Reserv. Inter.,$ PIB,$ Deuda Ext.,$
Arg. 38.900M 18.075MM 144.180MM 120MMM
Bra. 179.200M 49.564MM 507.000MM 230MMM
Chi. 15.600M 15.781MM 74.200MM 42MMM
Col 45.570M 11.849MM 82.000MM 45MMM
Méx. 105.000M 60.476MM 627.500MM 159MMM
Ven. 26.170M 21.419MM 93.750MM 24MMM
* Fuentes: Almanaque Mundial 2004; http://www.finanzasdigital.com/, Agosto 2004;BCV
En la Tabla 3 aparecen las variables macroeconómicas per cápita y el valor de la Fortaleza Macroeconómica de cada uno de esos países:
Tabla 3
País PIB/cáp. Deuda/cáp. Reservas/cáp. Fortaleza Macro.
Arg. 3.706 3.084,83 464,65 1.086,25 Bra. 2.829 1.283,48 276,58 1.822,34 Chi. 4.756 2.692,31 1.011,59 3.075,69 Col. 1.799 987,49 260,02 1.071,96 Méx. 5.976 1.514,29 575,96 5.037,87 Ven. 3.582 917,08 818,46 3.483,72
Vemos que la fortaleza macroeconómica de Venezuela está por encima de la de los otros países del estudio, con la única excepción de México. Todos los demás países del estudio, a excepción de Venezuela, han revaluado sus monedas en el último año, lo cual coincide con el signo positivo de su fortaleza macroeconómica. La excepción notoria ha sido Venezuela que más bien lo que ha hecho es devaluar su moneda, a pesar de que la mayor parte de sus ingresos en divisas dependen de la exportación petrolera que es independiente de la tasa de cambio del país. Esta última regla no se aplica para los demás países para los cuales una revaluación de sus monedas implica menores ingresos de divisas al reducirse su competitividad en los mercados internacionales.
En base a la Fortaleza Macroeconómica podemos entender ahora el porqué todos los países del estudio, con excepción de Venezuela, aparecen en la Tabla 1 con monedas enormemente sobrevaluadas. Por ejemplo, México muestra una sobrevaluación del 425%, pero su fortaleza macroeconómica es enorme (5037), lo cual en cierto modo justifica esa sobrevaluación. Similares comentarios podrían hacerse con respecto a las monedas sobrevaluadas de Argentina, Brasil, Chile y Colombia. Contra toda lógica, sin embargo, Venezuela mantiene su moneda subvaluada, a pesar de poseer una elevada fortaleza macroeconómica.
Conclusión. Hemos demostrado, en base a dos criterios de evaluación diferentes, a saber, la relación liquidez/divisas y el concepto de Fortaleza Macroeconómica que la moneda venezolana está subdevaluada actualmente en un 12% aproximadamente. En anteriores artículos (“¿Qué esperamos para revaluar el bolívar?” http://www.soberania.info/Articulos/articulo_1328.htm, y “Algunas tareas pendientes de la Revolución Bolivariana”, http://www.soberania.info/Articulos/articulo_1334.htm ) Jairo Larotta y yo hemos propuesto una revaluación gradual de nuestra moneda a razón de un 1% mensual. Hemos tratado de darle un fundamento científico a nuestras observaciones y propuestas, basándonos ora en la relación liquidez/divisas, ora en el nuevo concepto de Fortaleza Macroeconómica Invitamos al Ministro a debatir en cualquier escenario si el bolívar está o no subvalorado. Los venezolanos tenemos derecho a saber cuáles fueron los criterios científicos que sustentaron la decisión de devaluar. M ientras tanto, esperamos por la presentación del nuevo presupuesto. La gran pregunta es ¿Qué destino tendrá el excedente de ingresos de este año, el cual debe estar en el orden de los 45 billones de bolívares (unos 23 millardos de dólares)? ¿Pasará ese dinero a formar parte de las reservas internacionales? ¿Se utilizará para cancelar gran parte de la deuda externa? ¿O se incorporará al presupuesto de ingresos del 2005? En cualquier caso, la existencia de este enorme superávit debe traducirse en una revaluación inmediata del bolívar. ¿O será que nos espera otra devaluación en el presupuesto del 2005? Tiene la palabra el Sr. Ministro.
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