Padrino o mecenas

Desde tiempos adonde a la historia le sobran chismes y faltan datos se está hablando de los mecenas. Se reconocía en ellos la nobleza del desprendimiento, por que eso de disponer de sus riquezas para apoyar el trabajo de los artistas era cosa honorable. Asunto de imposible critica, es materia de admiración y eterno reconocimiento. Es ruptura con el orden prodigiosa que viola leyes lamentables y eternas de quienes se tenían por avaros. Tan dignos, que eran distinguidos merecedores de que los muertos anduvieran en su homenaje mostrando en sus caminatas las cabezas que les fueron cortadas.

En nuestros tiempos los mecenas parecieran disponer mas que de honorabilidad para apoyar las artes de grandes habilidades y destrezas para burlar al fisco. No pocos asesores han de tener para lograr trabucar cifras y travestirlas del pasivo al activo y lograr mantener su sonrisa frente al acto de pillería.

Nuestros mecenas criollos, en acto que debe causarle escozor al desprendimiento y risa a la honestidad, se han dado a la tarea de crear diversas y avispadas maneras de evitar que los pechen en sus ganancias. Una de ellas es la creación de Fundaciones, algunas de reconocido valor y merecedoras de aplauso y la mayoría entidades para resolver las mas insólitas irresponsabilidades: “F. para el uso intensivo del condón”; “F. para el rescate de las baterías usadas”; “F. para el rescate de las voces de las guacharacas”; “F. para la reivindicación de las virginidades malgastadas”; “F. para el rescate del consumo de la manduca”; “F. para sostenimiento de los malabaristas del semáforo” ; “F. para reinventar la imagen de maridos ilustres” ; “F. para curar el furor twiterino”; “F. para revalorizar la moral de los dueños de Casas de Bolsa” y siguen muchas mas, es infinito su procaz ingenio.

En fin, divertimento para enganchar a lo creadores con los financistas. Permite a unos publicar sus obras y al otro evadir sus compromisos fiscales. Fines, uno socialmente aceptable y el otro evidencia de noble perrería ilustrada.

Nada que criticar de esta simbiosis, y sí, posibilidad de conocer de una nueva forma de “amistad” eso que algunos llaman, no sé si jocosamente “casamiento del alma” o sencillamente un eufórico “casamiento convenido” así la pareja dispareja entre un sensible y virtuoso creador y su par, facilmente reconocido por apto para anudar con cómplices o asociados, mas adictos al comercio que a las letras y obvios eunucos del espíritu.

¿Podría existir contrato y compromisos entre dos actores, uno al cual le sobra sensibilidad y el otro que todo tasa por el numero de servicios recibidos¿. Solo un milagro puede dar esta unidad de ver atados en el cielo los mil millones de globos de ideas de un escritor con el mundo del financista cuya consumación vital es lograr la forma de violar las leyes divinas de la ganancia y si es con bonos y dólares mas perfecto aún.

Este apareamiento es sencillamente unidad de lo imperfecto, milagro que viola las leyes de la lógica y pone en duda ambas necesidades. Veamos, ¿cómo es eso que si me publica alguien un libro en su Fundación, debo comprometer de allí en adelante mi existencia, cerrando los ojos y desconocer el origen de los fondos que soportan esta publicación ¿. Además que el nexo implica jurar y terminar por defender al “mecenas” cuyo conducta se nota bien cercana al delito o sospechoso de cometerlo; ese acusado de burlar leyes y estafar a personas en operaciones de casas de bolsa que por lo notorio del ilícito terminaron cerradas bajo norma de allanamiento por orden judicial.

Estoy seguro que los a los Medici, una importante y famosa familia de mecenas proveniente de Florencia, jamás le cerraron una casa de bolsa por manejos dolosos, ni cosa parecida, a los intelectuales que protegió nunca se les exigió lealtades por encima de la ética, se conformó con apreciar la calidad de sus obras, e allí su honorabilidad, por lo menos en este campo, de su vida privada y política mejor ni hablar.

tuliomon@gmail.com


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Tulio Monsalve


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