Por ser mujer me toca muy cerca el Caso Linda Loaiza. No es posible explicar con palabras que se siente cuando una mujer describe, cuando una mujer narra, situaciones de maltratos. Sin embargo nunca había escrito sobre el tema. ¿La razón? Existía suficiente “manejo mediático” del asunto, es decir, Linda “no estaba sola”. Y la segunda: las lesiones eran, son, tan “visibles” que nunca me imaginé que podría haber una decisión desfavorable a Linda. Errar es de humanos.
Pero ¿qué hay detrás del fallo de absolución? Algunos leguleyos dirán que “errores procesales de la Fiscalía”, lo cual colocará al abogado defensor de Luis Carrera Almoina al lado del personaje Bobby Donell de la teleserie gringa La Práctica (esperemos que también tenga remordimientos, como en la ficción). Otros, con más imaginación, pensarán que detrás de Linda hay algo más que lesiones. Un amigo cree que “no es lo que se ve”, que “no es obvio que el culpable sea Carrera Almoina” y “hay un mundo sórdido que desconocemos”. Periodismo de investigación serviría para despejar o confirmar estas dudas.
Pero también puede ser “corrupción judicial”. Puede ser que quien tomó la decisión se “olvidó” de que era una mujer. Puede ser que hayan “mojado” algunas manos. Puede ser...
Lo cierto es que los Almoina fueron absueltos. Aun cuando se encontró en la casa del más joven a una mujer atada a un silla, casi muerta y con la dignidad en el centro de la tierra. Aun cuando fue público que el padre ayudó al hijo al escaparse.
También es cierto que al más joven se le juzgó sin juicio. Nuevamente los medios de comunicación convirtieron al “presunto” en “culpable”, al “indiciado” en “monstruo”. Y nuevamente debemos reflexionar sobre su actuación. ¿A quien benefició? ¿A Linda? ¿A Carrera?
Hace dos días escuché decir a un famoso periodista en un programa especial sobre el caso, que “son notables la relaciones del acusado con el Gobierno”. Fue un reportaje televisivo muy completo, pero las “interpretaciones” no se hicieron esperar. “Valen oro”.
Y es que una de las “conclusiones” de este “especial” es que la mano del gobierno está metida en la “decisión”. No nuestro anacrónico Código Penal. No nuestro cada vez más desprestigiado Poder Judicial. No las mafias de los bufetes. No los jueces ímprobos. No la certeza que tiene el colectivo “varonil” de que golpear a la mujer es “normal” y si es una prostituta “se lo merece”. No. La razón es que Chávez es amigo de Carrera Damas. Que el juez es chavista. Y vuelven las preguntas. ¿A quien beneficia esta manera de buscar la verdad? ¿A Linda? ¿A Carrera?
La polarización nos ha llevado al absurdo de “ubicar” a Linda en la oposición y a los Carrera en el Gobierno. Linda pasó de ser una mujer maltratada buscando justicia a ser una “muestra más” de la “ineficiencia de este Gobierno”, que no del ineficiente Estado que “padecemos” los venezolanos desde hace 40 y pico de años. ¿A quien beneficia este manejo mediático? ¿A Linda? ¿A Carrera?
Tras la decisión, hubo coincidencia en condenarla: Fiscalía, Defensoría, Instituto Nacional de la Mujer, partidos políticos, diputados, políticas editoriales de los medios de comunicación etc. Es lo único en lo que hemos coincidido, como país, en meses. ¿O años? Pero, si la indignación es genuina ¿por qué no se manifiesta, con la fuerza que da la unión, exigiendo respuestas? ¿Por qué no trabajar juntos para adecentar el Poder Judicial? No sé si sería mucho pedir, pero sería lo justo.
*Periodista y profesora universitaria
mechacin@cantv.net
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