¿Se acuerdan cuando las marchas de la oposición siempre eran más grandes que las de los chavistas? No importaba la verdad para los medios de comunicación, la avenida Bolívar siempre se llenaba de opositores y se vaciaba de chavistas. ¿Se acuerdan cuando Marta Colomina decía, y no había quien se lo replicara y si había no se sabía, que a los chavistas los obligaban a marchar y les pagaban? Nunca entendimos si los obligaban a marchar antes o después de pagarles. Y si les pagaban ¿era que los obligaban a cobrar? ¿O era al revés, les obligaban a cobrar y luego a marchar? ¿Se acuerdan cuando Chávez dijo que iba a freír en aceite la cabeza de los adecos? Hasta un video con su voz diciendo eso difundieron.
Cuando era estudiante las marchas se hacían con dos objetivos: difundir injusticias, denunciar atropellos y obtener un saldo organizativo, que no es otra cosa que hacer crecer en militantes a nuestros movimientos políticos. Éramos muy pocos. Los adecos y los copeyanos mandaban. No salíamos en los medios y si salíamos era para decir que ahí estaban de nuevo los violentos. Algunos creíamos en la vía pacífica y otros en la vía violenta (era casi un suicidio agarrar montaña en un país con un Estado represor y asesino).
La derecha no tiene el poder en este momento. Como tampoco lo tenía la izquierda hace 30 años. La derecha no tiene el poder y lo busca desesperadamente. Han hecho de todo con la ventaja de tener a los medios de comunicación a su favor. No repetiremos acá el “de todo” para no aburrirlos y por falta de espacio, pero empezaron con un golpe de Estado y aun siguen en eso. El atajo violento es su desiderátum, su verdadero yo, su sueño húmedo en compañía.
Cuando éramos estudiantes quisimos hacer marchas creativas, consignas creativas, protestas creativas. Y pacíficas. Con especial benevolencia recordamos, por lo conejas y conejos que fuimos, aquella pacífica “sentadita” en la autopista Francisco “El traidor” Fajardo cuando nos pararon a punta de perdigones y planazos. Pasó a la historia como la “protesta fresita” pues sin querer le hicimos recordar a muchos el movimiento hippie.
Ensayadas ya todas la vías violentas posibles (la vía electoral es su peor es nada) desde una posición desventajosa pues no ganan las elecciones, ahora se visten de blanco como otras damas menos mediáticas y fitness, se hacen crinejas tipo ultraderecha ucraniana, se raspan el coco como los nazis, se pintan las manos de blanco, muestran senos y nalgas túrgidas, acampan sobre el asfalto y tratan de emular con huelgas de hambre a héroes condenados a muerte. Todo eso está bien. De pana que sí. Tienen 20 en creatividad, aunque pasar hambre es tan antiguo como el oficio aquel. Pero no han aprendido a decir la verdad. Desde las cabezas fritas para acá la mentira ha sido su aliada, su mejor “argumento”, su munición preferida, su portaviones con flashes full megabytes y silicona. No puede ser de otra forma. Es la única manera de encasquetarnos de nuevo un sistema tan injusto como el capitalista. Sigamos.