El Proyecto Bolivariano en sus propuestas fundamentales y particularmente en el Proyecto Nacional “Simón Bolívar”, ha insistido que el la equidad y la igualdad son dos aspectos emblemáticos del proyecto. Insiste el gobierno y la revolución en forma correcta, que nuestro proyecto debe encaminarse hacia una sociedad más equitativa y con mayores niveles de igualdad. La equidad y la igualdad son dos variables muy vinculadas, de tal manera que no será posible la construcción de una sociedad igualitaria sin una política que altere los niveles de ingenuidad que han existido en el país. Afortunadamente se ha avanzo mucho en esta lucha con la resistencia de la oposición, porque en su visión, hacernos más iguales, es como ser un pelo sarnoso. La igualdad los irrita.
¿Cómo puede por ejemplo, una Dirección de Educación de una entidad Federal incluir en su Plan Operativo una línea de acción para ofrecer su concurso y trabajo a la construcción de esa sociedad menores niveles de desigualdad?
Es un tema complejo, pero si existe un área clave y estratégica en ese proceso de disminuir los niveles de desigualdad, sin lugar a dudas, que ese problema tiene en la educación un aliado importante, porque desde la tres últimas décadas del siglo XX; la educación y fundamentalmente la escuela se convirtió en una de las instituciones que promovían la desigualdad y fueron echando las bases de una sociedad en la cual el éxito escolar estaba directamente asociado en primer lugar con los antecedentes sociales de los niños y niñas y en segundo lugar con la condición de la escuela. Un sistema escolar así, reproduce la desigualdad social.
Esta realidad ha llevado a plantear una hipótesis que no es del todo correcta, según la cual; la escuela hace la diferencia en el rendimiento y eso explica que las universidades públicas se rebosaron con estudiantes provenientes de las escuela privadas porque los egresados de la públicas no tienen las competencias básicas. Esta hipótesis, como sostuve es una media verdad, porque parece ser que los egresados de la escuelas privadas tienen mejores competencias, pero ese hecho no está directamente asociado o se explica por el desempeño de la escuela. La familia o los antecedentes del niño y niña es también un factor clave e importante.
Un niño o niña que fracasa en la escuela o que no dispone de las competencias básicas para avanzar en el sistema escolar, llega a ser, por causa de esa fracaso escolar en una persona con limitaciones para desempeño laborar y su desempeño como ciudadano. Así como los antecedentes de las niñas y los niños se constituye en un factor clave en su rendimiento; la escuela puede compensar las deficiencias que los niños y niñas provenientes de familias con bajo nivel educativo confrontan. La escuela puede compensar las limitaciones que el niño y la niña traen de casa y esta compensación, que es en el fondo una política pública de ofrecer mayor equidad, contribuye en mediano o largo plazo a logar un mayor nivel de igualdad.
Para que la escuela pública desempeñe este papel, debe saber cómo puede trabajar cada año de manera más efectiva y eficaz. En la década de los noventas del siglo XX se conocieron dos movimientos pedagógicos conocidos como movimiento “escuelas efectivas” y “escuelas mejoradas” que han registrado una base de datos sobre los factores que inciden o determinan un mayor nivel de rendimiento de la escuela. Mejorar el desempeño de la escuela pública es una condición necesaria para romper con esa media verdad que un sector de la sociedad ha instalado como una gran verdad. La escuela hace mucho con universalizar la educación, pero eso no es suficiente; necesita que los niños y niñas que salgan de sus aulas tengan las mismas competencias de los niños y niñas que egresan de la escuela privada.
Importa ser una escuela Bolivariana, pero eso no produce los cambios necesarios si la escuela (aún bolivariana) no hace lo que debe y tiene que ser. Los Directivos de las escuelas públicas tienen una gran responsabilidad en el producto que generan.