El asesinato del fiscal Danilo Anderson tiene nombres y apellidos. El hombre que ha acusado al golpista Capriles Radonsky, a los PM involucrados en los asesinatos del 11 de abril, y que ahora se aprestaba a investigar a los firmantes del decreto de Carmona mediante el cual se eliminaron de un plumazo las libertades democráticas, es una víctima cruel y vil de los mismos que dieron el golpe de abril de 2001; de los que ejecutaron el paro patronal y el sabotaje petrolero; de los que trajeron paramilitares y organizaron la “guarimba”. Es una víctima de los partidos políticos de la llamada Coordinadora Democrática que hicieron trampas en la recolección de firmas e intentaron cometer fraude en el referendo del 15 de agosto. Es, sin duda, una víctima de la impunidad existente en el país, institucionalizada por el Tribunal Supremo de Justicia y continuada gracias a la extrema lenidad del gobierno con los golpistas y saboteadores de la economía nacional y de nuestra principal industria.
En repetidas ocasiones hemos planteado que es iluso pensar que las causas que originaron la extrema polarización del país hayan cesado por las victorias populares en el referendo y en las elecciones regionales del pasado 31 de octubre. Es de una inmensa ingenuidad creer que los que se han opuesto tenazmente al proceso revolucionario que vive el país; que no han escatimado en someter al pueblo a toda clase de penurias; que han asesinado personas, que dieron un golpe de Estado, y sin ningún empacho liquidaron las instituciones y libertades democráticas, ahora, por no sabemos qué extraña circunstancia, van a aceptar el juego democrático, dejando atrás la violencia y el engaño mediático.
Para todos los trabajadores y el pueblo, que ha luchado sin tregua contra la burguesía nacional, el imperialismo y sus partidos, debe quedar claro que la lucha por la profundización de este proceso revolucionario no concluyó el 15 de agosto, ni mucho menos el pasado 31 de octubre. Tampoco para la oligarquía y para el imperialismo ha terminado su afán por liquidar el proceso revolucionario. Estos mismos factores no cejarán en sus intentos por dar marcha atrás a todas las conquistas logradas por la lucha del pueblo venezolano en estos últimos años. Tienen muchos recursos y los utilizarán hasta recuperar sus privilegios. Ninguna clase social dominante cede su poder sin plantar una lucha sin cuartel y a sangre y fuego contra las clases que pretendan arrebatárselo.
El asesinato de Danilo Anderson pone al descubierto la saña con la que los enemigos del pueblo y de los trabajadores pueden actuar. No podemos dormirnos en los laureles pensando que “ya ganamos”; que los triunfos electorales en el referendo y en las elecciones regionales han disipado los peligros y que la burguesía y el imperialismo se conformarán, y entrarán por el aro constitucional. Ese cuento de que "aquí cabemos todos", no puede convertirse en el argumento tras el cual se oculten los golpistas para negociar con el gobierno ciertas prebendas económicas, mientras continúan su labor de zapa contra el proceso revolucionario. La paz no será posible mientras estén libres los elementos más recalcitrantes y fascistas de la oligarquía y mientras no liquidemos la sociedad de clases capitalista, profundizando el proceso revolucionario y estableciendo un verdadero gobierno de los trabajadores y el pueblo.
Es una falacia pensar que es posible el diálogo y la reconciliación nacional con estos inescrupulosos, capaces de cualquier cosa, y de los cuales el pueblo venezolano ya ha conocido amargamente sus métodos. Mientras el gobierno llama al empresariado, a la Iglesia católica y a los medios de comunicación a negociar, y les ofrece beneficios en aras de una supuesta e imposible reconciliación nacional, estos esgrimen el espectro espeluznante de la violencia y el terrorismo. No nos llamemos a engaño, la única posibilidad de lograr que el proceso revolucionario se profundice es entablando una lucha sin cuartel contra la impunidad y contra los enemigos de los trabajdores y el pueblo. No es “reconciliándonos” con asesinos que no tienen el más mínimo prurito para utilizar métodos abyectos e inhumanos para lograr sus fines, tal como lo han demostrado hasta la saciedad durante los últimos tres años, y ponen dramáticamente en evidencia con el artero y bien planificado asesinato de Danilo Anderson. Mientras estén libres e impunes los militares fascistas de Plaza Altamira; los alcaldes y exgobernadores golpistas; los saboteadores de la empresa petrolera; los meritócratas de PDVSA; los financistas del paramilitarismo; los organizadores de “guarimbas” y demás criminales, ningún trabajador venezolano puede dormir tranquilo. Mientras no sean castigados y estén en alguna cárcel a buen resguardo, una espada de Damocles penderá sobre nuestras cabezas. Hoy fue Danilo Anderson, mañana puede ser un dirigente campesino –como ya ha venido sucediendo- o un dirigente sindical clasista, un dirigente popular, o quizás un activista de algún medio comunitario, o un militante revolucionario de las UBEs o patrullas. Todos los que hemos luchado contra el golpismo y el imperialismo, los que defendimos PDVSA, los que nos organizamos para derrotar a la oligarquía y sus partidos en el referendo y en las elecciones regionales, corremos un grave peligro si no nos movilizamos para terminar de una vez por todas con la impunidad, castigando a los golpistas y fascistas que aún deambulan muy campantes por las calles del país, planeando atentados y desestabilización, mientras negocian beneficios económicos en las oficinas de la vicepresidencia de la Republica.
Ya nuestros hermanos colombianos conocen el expediente atroz del terrorismo paramilitar. El pueblo y los trabajadores venezolanos no podemos permitir que la oligarquía nos lleve a una espiral de violencia. Ante este horrendo crimen no podemos permanecer indiferentes. El asesinato de Anderson es un ataque directo contra cada uno de nosotros. Es un crimen que busca atemorizar a todo el pueblo. La respuesta debe ser rápida y contundente. Desde ya, la UNT y sus secciones regionales, todas las organizaciones populares, medios comunitarios y alternativos, los comités de tierra, las UBEs, los patrulleros, así como los colectivos estudiantiles y políticos deben convocar a una gran movilización que se dirija a la Fiscalía y al TSJ exigiendo una investigación exhaustiva que ponga al descubierto a los autores materiales e intelectuales de este asesinato, y exigiendo también que se enjuicie y castigue a todos los militares y civiles involucrados en el golpe de abril, en el paro-sabotaje a PDVSA, en el paramilitarismo y en las guarimbas. Debe exigirse además que se investigue al Bloque Democrático, a los agentes de la Disip y militares relacionados con la Coordinadora Democrática, a los partidos y dirigentes de esta organización, así como a la PM y a las policías municipales golpistas. Pero la lucha contra la impunidad y sus consecuencias fascistas no puede limitarse a un día de movilización. Creemos que es urgente la conformación de comités de autodefensa y contra la impunidad, que deberían estar constituidos por representantes de todas las organizaciones sindicales, populares y políticas, y que deben garantizar que se castigue a los asesinos de Anderson, y eviten nuevos atentados movilizándose en función de lograr el castigo a todos los golpistas.
*Profesor de la UCV y dirigente de OIR
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