“Detrás de toda gran fortuna siempre hay un crimen”.
Esas célebres palabras no fueron expresadas por ningún líder comunista,
sino por el inmortal escritor francés Honorato Balzac. Las mismas, encierran
una verdad irrefutable, reflejadas por el mismo Jesucristo cuando dijo:
“¡Cuán difícil es entrar en el reino de los cielos para los que tienen puesta
su confianza en el dinero! Más fácil es que un camello entre por el ojo de
una aguja.”.
En ese sentido, en países como Italia y Colombia, se ha hecho una
costumbre durante las últimas cinco décadas escuchar noticias sobre funcionarios
del gobierno, jueces, candidatos y otras personalidades públicas asesinados
vilmente. Y es que las “mafias” en esos países se han hecho tan
poderosas económicamente que cuando algo o alguien se oponen a sus designios
automáticamente empieza a correr la sangre.
Hoy en la madrugada me sentí como en uno de esos países extranjeros. Mi
esposa me despertó alrededor de las dos y treinta para escuchar y ver
la impactante noticia del asesinato del Fiscal Danilo Anderson. E
inmediatamente se me vino una serie de personajes a la cabeza. Algunos
cuya salida del país fue prohibida y otros que fueron imputados
recientemente por el fiscal ultimado.
Es por ello que escribo este artículo, lleno de una rabia incontenible,
de un sentimiento de impotencia doloroso, al ver como se han terminado de
quitar la máscara de demócratas los capos de la “sociedad” venezolana,
quedando en la más pura evidencia como los perpetradores de las
masacres acaecidas sobre el pueblo venezolano y que están dispuestos a lo que
sea para no ser enjuiciados por sus delitos.
Ya basta de tanta impunidad. El pueblo venezolano quiere ver que los
criminales paguen sus culpas. Exigimos conocer lo que se dijo en las
imputaciones a los dueños de medios y que encuentren al asesino Alfredo
Peña y se pudra tras las rejas. No queremos a la organización terrorista más
grande del mundo, la C.I.A., cometiendo sus atrocidades en nuestro
país. Y es incuestionable que se debe seguir con el trabajo del Fiscal Danilo
Anderson. Que su muerte no haya sido en vano. Como dice la Biblia en
Génesis 4:10: “La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”.
Así clama a gritos la sangre de Danilo Anderson pidiendo justicia.