“¿Después del 15 de agosto qué?”. Ese es el titular de la exposición de motivos que justificó que el tema de la edición aniversaria de Vertientes, La revista de Hidrocapital fuera “Las posibilidades de reconciliación entre los venezolanos”. Una vez conocidos los resultados del Referéndum Presidencial el consejo de redacción de la revista, el cual integro, lo consideró “periodísticamente” oportuno. Casi tres meses después estamos en la recta final, en el “cierre” de la edición, con ocho entrevistas realizadas, ocho opiniones que hablan de nuestro futuro como país y de lo que ellos creen que debemos hacer para vivir en paz.

Por eso, periodista al fin, cuando vi a los alcaldes metropolitanos juntitos en la toma de posesión de Juan Barreto, pensé que la revista se me estaba “encalichando”. Pensé que algunos de los entrevistados fueron exagerados al reflexionar sobre las dificultades que tendríamos los venezolanos para reconciliarnos.

Luego escuché a Lina Ron expresando, en su estilo llano y directo, su desacuerdo con la presencia de los alcaldes Capriles y López en el acto de la Alcaldía Mayor, pues ninguno de los líderes de la oposición (ni de la democrática ni de la golpista) ha pedido disculpas por los “errores” que han cometido. Y pensé que era cierto.

Pero esa certidumbre se hizo inmensa, casi abismal, cuando contesté una llamada telefónica a las 12:40 de la madrugada del viernes: “mataron a Danilo Anderson”. Y la certidumbre se me convirtió pocas horas después en asombro cuando escuché a la hija de una amiga relatar que los padres de una compañerita de clases “celebraron hasta las cinco de la mañana” la muerte del Fiscal 4º Ambiental con Competencia Nacional.

Y otra vez me abofeteó el asombro cuando otra amiga cuenta que escuchó decir a una mujer en el gimnasio, que le “entró un fresquito”, cuando se enteró de la muerte de Anderson. O cuando una ascensorista oyó que “así van a ir cayendo, uno a uno”.

Ante tales expresiones, salidas asombrosamente de las bocas de gente como uno, me permito compartir con ustedes una reflexión (inédita) de Heinz Dieterich, entrevistado para Vertientes. Cree el analista internacional que la solución a la polarización en Venezuela necesita dos terapias, una para los líderes de oposición y otra para sus “víctimas”:

“Establecer una negociación presupone que ambos lados saben de qué están hablando. Lo primero es que haya un denominador común. No hay nada que negociar con los líderes, pues saben que lo que ellos llaman camello es una mesa, y no puedes negociar en este momento directamente con sus víctimas porque no están en condiciones de aprehender racionalmente la realidad. La tarea con ellos es construir las condiciones y la posibilidad de entender el mundo. Y con respecto a los líderes habría que meter un par de ellos a la cárcel. No hay otra forma. Son dos terapias diferentes. Tienes que neutralizar a la gente que no acepta las reglas de la democracia formal aplicando el Estado de Derecho. Y tienes que enfrentar a sus víctimas de una manera terapéutica”.

Extraigo este párrafo porque creo que más allá de que sean castigados los autores intelectuales y materiales del asesinato de Danilo Anderson, más allá de eso, tenemos una misión ardua, pues nos queda claro que el “lavado” de cerebro fue hecho con gran eficacia: Hay una parte de nuestros compatriotas que cree que hay otra parte que merece la muerte.

El asesinato de Danilo nos disparó pues diversas emociones y sentimientos: rabia, miedo, impotencia, indignación, dolor, desconfianza, cautela, incertidumbre y mucha preocupación. Tenemos que amasar esa amalgama y convertirla en la convicción de que la tarea es insistir para conseguir la paz.

La hija de mi amiga me preguntó que cuál creía yo que era el mayor enemigo de Chávez. Le dije que eran muchos, pero insistió. Mencioné un nombre e interrogó de nuevo: -“¿Celebrarías su muerte?”, - “No, no hay celebrar la muerte de nadie”. Extraña conversación que nos alerta sobre el país que algunos quieren para sus hijos. Que el ejemplo del Fiscal Anderson guíe nuestros pasos.


mechacin@cantv.net