El Táchira, hora de aplicar de verdad las tres erres

La frustración en el Táchira es grande. Hace dos años, cuando Pérez Vivas ganó la gobernación se  habló de un gobierno paralelo, de imponer y desarrollar los planes nacionales contra el capitalismo, para simplemente dejar a la oposición adecopeyana reducida en el Táchira a su papel obstruccionista, pero sin lograr detener el avance del socialismo. De hecho, se constituyó un denominado Consejo Revolucionario de Gobierno, que de manera incoherente, sin planificación, sin jerarquización de la problemática específica de la geografía y pueblo tachirense, no pudo responder al problema de la inseguridad, fundamentalmente originado por derivación de la guerra civil colombiana (desplazados, paramilitarismo), tampoco en combatir las mafias fronterizas del contrabando y narcotráfico, que han desquiciado a la economía local.

Aplicando el mismo estilo de gobierno sectario e ineficaz característico de la cuarta república, el CRG fue desbordado por el mal funcionamiento de los servicios públicos (electricidad, agua potable); incapaz de resolver el problema del suministro de combustible al pueblo tachirense; incapaz también de reconstruir y darle mantenimiento adecuado a la vialidad troncal que por el norte y el sur conectan la geografía tachirense con el país.

No pudieron tampoco coordinar adecuadamente la acción de los tres subsistemas de salud (Barrio Adentro, Seguro Social, Salud Pública civil y militar), que como fase previa al sistema único de salud socialista adelanta la revolución y mucho menos la Unidad de Servicio Educativo Regional, afectando mediante el clientelismo y corrupción la necesaria eficacia para crear la conciencia del hombre nuevo, solidario, científico, transformador y revolucionario en la niñez y la juventud tachirenses.

Antes, en el año 2007, al PSUV-Táchira le sonó una ruidosa campanada: perdimos el referendo constitucional en los municipios San Cristóbal (reducto de la derecha), Cárdenas, Andrés Bello, Junín y Bolívar –casi doblados-. Se habló de las necesarias 3 R (revisión, rectificación y reimpulso), “revisión” que tenía que comenzar por el propio ex gobernador Ronald Blanco La Cruz como paso inmediato e imprescindible para continuar con los cambios revolucionarios; “rectificación” de la agresiva, intolerante y conflictiva dirección regional del PSUV y “reimpulso” de las 23 alcaldías que se encontraban en manos de la revolución. Pero eso no pasó de lo declarativo y al contrario, se continuó en la contrarrevolucionaria senda trazada, de dirigir la región con el predominio burocrático de una secta religiosa; de mantener una pugna política interna que afectó la gestión del Consejo Legislativo y por derivación la de las alcaldías y demás organismos.

La ignorancia e incomprensión del rasgo fronterizo del Táchira impidió incluso que los parlamentarios nacionales no impulsaran y hasta obstruyeran por su ausencia la aprobación de la Ley Orgánica de Fronteras, la cual se encuentra programada en el artículo 15º de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que por añadidura en su Sexta Disposición Transitoria estableció un plazo perentorio de dos años (2002) para promulgarla y garantizar mediante ese instrumento legal el necesario desarrollo fronterizo socialista,

En esa malsana atmosfera de confrontación interna se gestó la pérdida de la gobernación; obnubilados por una mal entendida incondicionalidad del pueblo tachirense hacia el proyecto socialista, llevaron a la masa del PSUV a discutir la selección de candidatos a gobernador bajo un estilo corrupto de ganar adhesiones, situación que se repitió a la hora de seleccionar los candidatos a la Asamblea Nacional.

La bronca debe grande, porque esos miles de tachirenses que pasaron de ser objeto a ser sujetos de política, por un día, el 26/9, ahora demandan una rigurosa evaluación de los resultados, que los incluya en el diseño y aplicación de los planes nacionales en la frontera: la demanda hoy es de profundizar la democracia, limpiar de corrupción, ineficacia e ineficiencia la administración pública, terminar con la inseguridad y detener la inflación. Eso por supuesto no lo pueden hacer el fascista Pérez Vivas, ni granielito, ni ese eterno flojo y vago de la política Leomagno Flores, ni el traidor Walter Márquez, que aplicó la misma medicina que le aplicaron a él los adecopeyanos cuando fue candidato a la gobernación, yendo a Cúcuta a reclutar colombianos doblemente cedulados para determinar a favor de la ultraderecha los resultados finales que fueron como se esperaba, ajustados en el Táchira.

Digo, parafraseando a Aram Araoriam, Al pueblo tachirense “no le basta con el discurso de que es la acción de la derecha nacional y los apoyos de gobiernos y ONG extranjeros (Estados Unidos, España, Holanda, principalmente) la que impidió los avances. Sin duda se ha producido un pase de factura a la ineficiencia, ineficacia y corrupción de la administración, la pérdida de calidad de vida, la falta de una cultura socialista que moldee al hombre (y la mujer) nuevos.”

Marcelo Colussi señala, por su parte, que o se construye el socialismo o se continúa con un capitalismo de rostro humano, pero las dos cosas al mismo tiempo, un producto híbrido, no es posible.

La izquierda en el Táchira sigue siendo poderosa y sé que es así porque yo he contribuido personalmente en el forjamiento de esa mayoritaria conciencia revolucionaria. El pueblo tachirense, a pesar de que ha sido sistemáticamente golpeado por un grupo de incapaces y corruptos, asaltantes del poder, sigue advirtiendo y dando oportunidades para rectificar.


fckukenan@gmail.com



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Feijoo Colomine Rincones


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