Las elecciones del pasado 26 de septiembre constituyeron un punto de evaluación y reflexión para la política revolucionaria Bolivariana, lo que sin duda ocurrió fue un triunfo mayoritario en la asamblea nacional por parte de los sectores progresistas de Venezuela, pero por otro lado significó el regreso de la burguesía nacional a la legislación venezolana.
No obtener las dos terceras partes según las encuestadoras sólo era posible en un escenario adverso como castigo a algunas falencias que desde el gobierno hemos tenido y ello ocurrió bajo una situación que demostró el alto grado de polarización que existe en el país.
La oposición más peligrosa apegada a las viejas estructuras cuarto-republicanas alcanzaron un máximo histórico de votos desde la llegada del Presidente Chávez al poder, ello sin duda les impulsa a continuar su agenda desestabilizadora siempre al servicio de los intereses dispuestos en la Casa Blanca.
Un alto porcentaje de estos nuevos diputados ostentaron algún sitial de poder en el puntofijismo de las décadas previas a la victoria democrática de la revolución Bolivariana con las consecuencias desastrosas que produjeron las políticas neoliberales de finales del siglo pasado.
De allí que el grado de peligrosidad que esas fuerzas contra-revolucionarias representan en esta nueva etapa debe llamar a la reflexión para identificar las causas neurálgicas que llevaron a un retroceso estratégico en el mapa político nacional. A pesar de ello Lenín planteaba que a toda revolución le hace falta el látigo de la contra-revolución, es entonces cuando la revisión profunda estructural del proceso revolucionario Bolivariano debe someterse a una radicalización coherente y una eficiencia en la acción pública que permita por la vía del socialismo dar salida a la coyuntura actual y retomar la senda de la continuidad emancipadora y liberadora de nuestros pueblos.
La nueva asamblea nacional está en la obligación de llevar el parlamento a la calle, aplicar en la realidad absoluta la democracia participativa y protagónica, mantener una relación permanente con las comunidades organizadas para legislar desde abajo, en el seno de sus problemas y dar soluciones estructurales a las dificultades a superar.
Si en algo hemos fallado ha sido en el proceso de ideologización de las masas, un buen amigo establecía una metáfora cuando argumentaba en una conversación que en muchas oportunidades les entregamos la nevera a una persona que bajo las condiciones de la estructura capitalista no había podido tener acceso a la misma, pero no le entregamos el manual, no el técnico sino el ideológico.
El grado de convencimiento que podamos tener sobre la ciudadanía, se refleja principalmente en la superación de los vicios o como llamaría Juan Carlos Monedero los fantasmas de la cuarta república, y para ello es necesario eficiencia en la gestión pública, con transparencia y con identidad ideológica en el marco de los conceptos de la construcción del socialismo del siglo XXI, el mismo Lenín planteaba que sin teoría no hay práctica revolucionaria.
Vemos también como la inseguridad y la corrupción agarradas de la mano son dardos que apuntan al corazón del proceso revolucionario, considerando que el Presidente Chávez lidera un movimiento altamente humanista resulta inconcebible tener que conciliar con estos factores, a ellos hay que combatirlos con fuerza suprema, pero entendiendo que la solución de estos graves problemas vienen atados por lo expuesto en los párrafos anteriores. Los sociólogos y algunos militantes de izquierda siempre nos dijeron que estos males eran producto de la falta de bienestar social, entonces valdría preguntarse cómo si hemos reducido la pobreza a la mitad, casi erradicado la pobreza extrema, obtenido los índices de escolaridad más altos del mundo, garantizado el acceso a la salud, conseguido un proceso de inclusión económica de los sectores históricamente excluidos, entonces los índices de delincuencia se sigan incrementando, porque aunque entendiendo que este es un mal heredado como consecuencia del capitalismo salvaje y el neoliberalismo, una acción coyuntural es necesaria para garantizar los derechos humanos de nuestros ciudadanos a quienes la revolución Bolivariana les devolvió su dignidad.
La transformación de la economía debe ir acompañada de una eficiencia provista desde una perspectiva de planificación estratégica y una actividad operativa que debe ser evaluada con minuciosidad, reducir los índices de inflación es una tarea pendiente que desde la perspectiva del sistema del Capital queda cuesta arriba poder superarlo, en muchas oportunidades una solución social como la nacionalización de una empresa como producto del boicot económico de los intereses oligarcas nacionales y transnacionales, termina resultando en un auto-boicot del propio Estado al disminuir su producción, elemento que agudiza la crisis.
La estructura partidista se encuentra secuestrada, los canales medios de discusión se encuentran desaparecidos y la crítica profunda termina siendo tildada como consecuencia de lo anterior de contra-revolucionaria. Pero la solución no está en cambiar los mandos del buró ni en emplazar o señalar a los que pudieran ser considerados quinta columna o con falta de compromiso, la solución nace en la construcción de un partido de masas con conciencia revolucionaria dirigida teóricamente por los ideales Bolivarianos y prácticamente mediante la gestión social, económica y organizativa del pueblo-gobierno como un significado único, en este sentido reavivar la crítica desde una perspectiva orientadora puede resultar muy provechoso para contrarrestar las fuerzas imperiales que persiguen la consecución del poder y por otro lado frenar la curva de crecimiento electoral de la oposición que se viene registrando durante los últimos procesos de elección, sólo de esta manera podemos en el 2.012 garantizar la victoria revolucionaria, la victoria del Presidente Chávez, y la continuidad de la construcción del socialismo del siglo XXI como bandera hegemónica para la liberación de nuestros pueblos.
"Todavía no encontré a nadie que se criticara a sí mismo con el mismo empeño con que critica a otros".J.J.Rousseau
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