El porta aviones Chávez. Frase que se hizo popular entre opositores y revolucionarios. Unos resignados cuando el compañero presidente levantaba la mano en otrora para dar su respaldo a un candidato, puesto que esta era señal inequívoca de que el retrato le favorecería para la victoria segura.
En las filas rojas, frase de tranquilidad pues nos salvaba de una derrota ante quien sea, mientras que otros anhelaban ser ungidos por la ya mítica y poderosa presencia del máximo líder. El portaaviones, robusto e indiscutiblemente influyente en resultados electorales, aun y cuando no lo vincule directamente a el (llámese elecciones parlamentarias, de alcalde, concejales, juntas parroquiales) sigue siendo un transporte fuerte; sin embargo los electores en los últimos evento, sin dejar de reconocer este gran vehículo, no están comprando a ciegas lo que porta en el. Aquellos funcionarios que recibieron y gozaron de las bondades de Chávez para llegar a un cargo de elección popular creyendo que siempre su popularidad se les endosaría de manera automática, están viendo como si por si mismo no se hace del respeto del pueblo, con gestiones eficientes, sólidas idelógiacmente, de oídos abiertos a los ciudadanos y ciudadanas, respuesta oportuna, carácter colectivo, novedosas y creativas y no sectarias, difícilmente puedan mantener los espacios de la revolución con tan solo hecho de que El Comandante le haya levantado la mano.
Un caudal político mal administrado puede dilapidarse de la peor manera, más si es una herencia que nada nos ha costado. Así se están comportando quienes únicamente gracias al presidente Chávez han llegado al poder y esto lo tiene claro el pueblo, pues no en balde la gente se está formando en revolución con conciencia crítica y elementos para evaluar lo que pasa en su entorno.
El proceso revolucionario, no necesita usar Chávez como burro de carga. El proceso bolivariano necesita que cada uno de los hombres y mujeres en cada uno de los espacios donde hace vida política, electo por el voto popular o no, devuelvan al máximo líder y a la revolución, el préstamo de votos que les hizo, hasta el último y con intereses y de esta forma no se convierta sal y agua lo que tanto ha costado conseguir. No más bacalao, necesitamos cuadros éticos y responsables con capacidad de gerenciar de cara a las personas, con sensibilidad social y formación ideológica, que en la hora de menor energía del líder, y en algún momento donde el peso del tiempo y el desgaste vital, necesite hombros fuertes para echar adelante el proceso socialista.
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