Los resultados de la visita del presidente de la República Bolivariana de
Venezuela, comandante Hugo Chávez Frías, a la Federación Rusa confirman y
avanza, no solo en la construcción de una relación estratégica con esa gran
potencia política, militar y económica, sino también en la nueva geopolítica
internacional multipolar, dirigida a enfrentar los hegemonismos belicistas del
imperialismo norteamericano y sus aliados europeos de la OTAN y su pretensión
de imponerle a la Humanidad un “Gobierno Mundial” basado en el uso y amenaza de
la inmensa fuerza tecnológica destructiva que han logrado desarrollar y el
control de la economía y los recursos estratégicos del planeta por parte de
sus corporaciones globales.
Son múltiples las razones por las cuales, las relaciones políticas, económicas,
culturales y militares de la Federación Rusa son favorables al desarrollo del
proyecto de cambios revolucionarios que se viene desarrollando en Venezuela,
entre las cuales deben destacarse su condición de potencia mundial con
influencia en diversos escenarios de la vida internacional, incluyendo su
condición de Miembro Permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas, su papel como uno de los productores más importante de petróleo y gas
del planeta, el desarrollo científico-técnico de la industria, la agricultura,
el transporte y la actividad espacial, alcanzado desde los tiempos de la
extinta URSS, el inmenso desarrollo cultural y educativo y su condición de
potencia militar equilibrante de las estrategias de guerra de de los países
imperialistas.
Entre los objetivos estratégicos más importantes que motivan el desarrollo de
las relaciones de la República Bolivariana de Venezuela con la Federación Rusa
se encuentra el interés de consolidar los vínculos con un socio leal y
confiable en las relaciones económicas y políticas, que permita favorecer el
cambio del modelo económico dependiente impuesto por los Estados Unidos a
Venezuela, que no solo supuso limitar su economía a la monoproducción petrolera
y al consumo de sus mercancías importadas o producidas por las empresas
transnacionales en el país, sino a imponerle un “Modelo Tecnológico de Uso”, que
impedía el dominio nacional de la producción y transformación de la tecnología
adquirida, lo que hoy les permite afectar los planes de desarrollo del país, a
partir de negarle el acceso a equipos y piezas fundamentales para la
continuación operativa de las plantas industriales, las plantaciones agrícolas y
el transporte aéreo y marítimo basada en esa tecnología.
De allí deriva, que las asociaciones entre la Federación Rusa y la República
Bolivariana de Venezuela superan los importantes acuerdos bilaterales en
materia petrolera y gasífera, extendiéndose a la colaboración en materia de
ciencia y tecnología industrial, con garantía de transferencia de tecnología,
conocimiento y parque industrial, asociación para el financiamiento de proyectos
bilaterales e, incluso, respecto a terceros (caso ALBA), construcción de parques
industriales, apertura de sus importantes centros de estudios a los jóvenes
venezolanos, acuerdos que, complementados con otros sucritos con la República
Popular China, la República de Irán y otros países, le permitirá a Venezuela
avanzar en mayores niveles de independencia tecnológica y en la construcción de
una economía diversificada, sostenible y sustentable, vinculada a los circuitos
económicos regionales de integración y al mercado mundial.
Sin embargo, lo más importante de estas relaciones es que los acuerdos sucritos
con la Federación Rusa se dan en base a los principios de “Confianza Mutua”,
“Respeto a la Soberanía de Ambos Estados” y de “Beneficios Mutuamente
Provechosos para las Partes”, los cuales son radicalmente distintos a las
condiciones de dependencia, subordinación y beneficios desiguales que, durante
el siglo XX, el imperialismo norteamericanos y sus aliados europeos, en alianza
con la burguesía apátrida y sus instrumentos políticos, le impusieron a la
Nación Venezolana.