Bajo el lema "Se pueden hacer cosas grandes en pequeños espacios“ se desarrolló este sábado, 16 de octubre, en la comunidad de Las Mesitas de Higuerones, Parroquia Ignacio Fernández Peña del Municipio Campo Elías, Estado Mérida, la presentación del proyecto formativo: "Agroalimentación con aplicación de técnicas agroecológicas. Huerto familiar Camacho Dugarte", en las instalaciones del antiguo preescolar de Las Mesitas.
En el marco del Programa Nacional de Formación en Agroalimentación Ecológica, bajo la tutoría y asesoría de los profesores ingenieros Simón Hoyo y Marcial Bracho, coordinadores de dicho programa en Mérida, un grupo de estudiantes femeninas del Instituto Universitario Tecnológico de Ejido (IUTE), presentó los resultados de un año de trabajo que se realizó en la comunidad de Las Mesitas de Higuerones, con el objetivo de desarrollar un proyecto de Huerto Familiar Agroecológico.
El profesor Simón Hoyo aperturó la presentación con palabras de bienvenida a los miembros de la comunidad que acudieron al lugar, y se refirió primero a la gran responsabilidad personal que significa formar parte de este proyecto importante que se enmarca en la política del Gobierno Nacional para establecer la seguridad alimentaria de la población venezolana. En seguida explicó a los asistentes de la presentación que el Proyecto de Huerto Familiar Agroecológico tiene una duración total de un año y se ha estado ejecutando en tres etapas consecutivas como lo son la etapa del diagnóstico, ubicación de la comunidad y de la familia en cuyo terreno se llevará a cabo el proyecto, la etapa de la aplicación o ejecución de la actividad agroecológica desde la siembra hasta la cosecha, y finalmente la presentación, ante los miembros de la comunidad en cuestión, del trabajo que se realizó.
A continuación, las cinco estudiantes que ejecutaron el proyecto, aspirantes al grado de Ingeniero en Agroalimentación Ecológica: Ana Camacho, Keila Molina, Kerly Toro, Coromoto Paredes y Yamilet Rojas, procedieron con la presentación, punto por punto, del proyecto ''Huerto Familiar Unidad Camacho Dugarte''.
Entre los objetivos generales trazados figuraron el establecimiento de un huerto familiar mediante técnicas agroecológicas, la protección integral del medio ambiente y de la salud humana, la obtención de productos sanos y sabrosos, el mejoramiento de la calidad de la vida, el apoyo al abastecimiento familiar y el fomento no sólo de la unión familiar, sino de la unión y cooperación de la comunidad. Entre los objetivos específicos trazados se mencionaron el aprovechamiento de espacios físicos limitados y la siembra de rubros aptos para la región, dependiendo la selección de los cultivos en primer lugar de las condiciones agro-climáticas, lo que en este caso resultó en la selección del cebollín, cilantro, aji dulce, pimentón, tomate y lechuga, con la incorporación de 4 especies aromáticas de acuerdo con los requirimientos de las técnicas agroecológicas, en este caso albahaca, ruda, sábila y tabaco.
La metodología del proyecto se dividió en dos fases, la ''fase de oficina'' o planificación con su correspondiente recolección de datos y selección de la comunidad; y la ''fase de campo'' o aplicación con el correspondiente diagnóstico de las condiciones objetivas y la propia ejecución del proyecto.
Una vez seleccionada la comunidad y la familia que iba a brindar el espacio para el proyecto, se procedió con la delimitación y adecuación del area escogida, esto es, la preparación y picado del terreno, la construcción de canteros y nivelación de camas, la preparación del sustrato que incluye primero su desinfección y luego su fertilización con abonado orgánico, como por ejemplo la aplicación de humus o compost, sustancia compuesta de productos orgánicos provenientes de la descomposición de restos orgánicos en un recipiente o pila de compost. En lo que respecta a la desinfección del sustrato para evitar la aparición de malezas, las estudiantes explicaron a los miembros de la comunidad presentes que al efecto, se coloca la tierra en una caja, se vierte sobre ella agua caliente y en seguida se tapa la caja con un plástico oscuro con fines de intensificar la temperatura, dejándola cubierta por unos tres días aproximadamente, dependiendo del microclima del lugar. Una vez preparado el sustrato, se dedicaron a la obtención de las semillas (en parte certificadas) que se adquirieron en casas comerciales y en el mercado.
En lo concerniente a la siembra y al posterior trasplante de las maticas, las estudiantes hicieron enfasis en lo importante que es el control y prevención de plagas y enfermedades mediante la inserción, en diversos puntos del huerto, de una variedad de plantas aromáticas como lo son la ruda, la albahaca, la hierba santa, la hierbabuena, la sábila y el tabaco y que tienen la función de mantener la plaga alejada de las plantas del cultivo, aparte de ser altamente beneficiosas para la salud humana ya que son medicinales. Con la incorporación de este tipo de plantas se está promoviendo además la reactivación de conocimientos y aplicaciones de nuestra medicina natural-ancestral, altamente eficaz y poderosa.
En lo que se podría denominar la aplicación tópica de ''insecticidas orgánicas'' en caso de una contaminación de plantas con plagas, se le informó a los miembros asistentes que con una mezcla de cebolla, ajo y vinagre, licuada en un litro de agua, colada y luego diluida con agua pura que luego se rocía sobre las plantas afectadas, se obtiene un excelente resultado sin tener que recurrir a los nefastos pesticidas agroquímicos que tanto daño le han hecho a nuestros campos. Igual de eficaz es la maceración de las hojas del ''Rabo Ratón'' y la aplicación del zumo, diluido en agua y aplicado sobre las plantas que presenten plagas.
La cosecha obtenida a los pocos meses después de la siembra en un espacio bastante limitado, fue de 6 kilogramos de pimentón, 6 kilogramos de tomate, 5 kilogramos de aji dulce, 3 kilogramos de cilantro, 5 kilogramos de lechuga y 2 kilogramos de cebollín. Después de la presentación del proyecto, en un recorrido del huerto familiar en cuestión, los miembros asistentes pudimos apreciar ''en vivo y directo'' el buen aspecto y sabor de estos rubros producidos exclusivamente con técnicas agroecológicas y prácticamente con cero costos de producción, ya que se utilizaron materiales usados e insumos del lugar para hacer los viveros y otros dispositivos.
Finalizando su presentación, las cinco estudiantes concluyeron que la creación de un huerto familiar agroecológico es de fácil aplicación y de bajo costo, ya que estimula el reciclaje de materiales usados que pueden servir para la construcción de canteras, viveros, composteras y demás dispositivos. Además, la actividad agroecológica promueve no sólo la integración familiar sino y a la vez, la integración vecinal y comunitaria, fomenta el aprendizaje mutuo entre todas las partes involucradas y estimula la participación en unas experiencias nuevas, con resultados altamente gratificantes.
Hicieron un llamado a las personas presentes para que adopten una alimentación sana en pro del bienestar de su salud y la del medio ambiente, doble objetivo que se puede realizar precisamente por medio de la construcción de un huerto familiar bajo principios y técnicas agroecológicas. Agradecieron de todo corazón la colaboración y el apoyo recibido por sus profesores, compañeras y compañeros, familiares y miembros de la comunidad, y recibieron un caluroso aplauso por parte del público presente por su desempeño y ardua labor en tan recomendable proyecto.
Luego de la presentación intervino Simón Hoyo con un comentario sobre la naturaleza de este proyecto y explicó, que se trata de un tipo de proyecto que es cónsono con nuestra realidad y que, por ende, nos permite emprender un desarrollo integral humano y natural en el mismo espacio en el que nos encontramos, con los recursos humanos y naturales ahí disponibles. Dijo, que de esta forma podemos contribuir directamente desde nuestras comunidades con la gran visión del país, acorde a lo establecido en el artículo 305 de nuestra constitución, en el que se estipula la seguridad alimentaria basada en la agricultura sustentable como uno de sus pilares fundamentales. Además, Hoyo advirtió que ante la crisis ambiental y climática que vive nuestro planeta es absolutamente necesario que los seres humanos nos bajemos de nuestro trono ilusorio, y nos coloquemos en nuestro sitio real, esto es, comprendiéndonos desde un punto de vista cosmológico como algo infinitamente pequeño e insignificante. No somos lo más grande del planeta, ni mucho menos podemos atribuirnos el derecho de someter a la Tierra y sus demás formas de vida a nuestros caprichos destructivos. Terminó enfatizando que toda enseñanza y aprendizaje que se genere en cualquiera de las instituciones educativas en nuestro país, debe obligatoriamente incluir a las comunidades para transmitir y a la vez generar nuevos conocimientos y valores en un proceso de respeto y aprendizaje mutuo.
A manera de conclusión general, Marcial Bracho expresó sus agradecimientos a la comunidad de Las Mesitas, a su Consejo Comunal, al tutor, a las estudiantes, al público presente y a quien escribe este informe para compartir la experiencia de este extraordinario proyecto con los lectores de este artículo. Refiriéndose al ejemplo de las jovenes estudiantes, Bracho señaló la inmensa importancia que tiene la formación integral de nuestra juventud que debe ser instruida y responsable ante la sociedad y el país, ya que debe sustituir a las viejas generaciones en un futuro no muy lejano. Destacó que en este sentido, las políticas educativas del gobierno nacional, en este caso en lo concerniente a la enseñanza y aplicación de la agroalimentación ecológica, están dirigidas directo y concretamente a los usuarios, esto es, al pueblo, a las comunidades, a cada uno de nosotros y nosotras. Lamentó, que la vasta mayoría de nuestras universidades siguen siendo espacios de aislamiento y exclusión, encerradas en sus cuatro paredes e incapaces de entrelazarse de una manera integral con nuestras comunidades para compartir sus enseñanzas con el pueblo y para ayudar en la solución de los problemas que lo aquejan. Resaltó la necesidad de una formación integral humanista, no sólo para nuestra juventud sino para nosotros mismos, para que aprendamos ser servidores de nuestras comunidades y actuar siempre bajo los principios de amor, solidaridad, equidad, justicia social e inclusión, valores ancestrales nuestros que se nos han perdido en esta perversa dinámica del capitalismo que no promueve sino el individualismo, el egoismo y la avaricia. En este sentido, Bracho evocó la formación del Hombre Nuevo, con un profundo sentido humanista y una nueva ética y moral.
Recordó a los participantes que los problemas ambientales que se han generado a nivel global como la destrucción de la capa del ozono, el cambio climático, la contaminación de suelos, aire y aguas, y la deforestación, afectan a todos sin excepción y sólo pueden resolverse con vocación humanista y ecológica, razón por la que salta a la vista la importancia de la agroecología y su inmediata aplicación, cuya factibilidad ha sido contundentemente demostrada por el proyecto presentado. Terminó su intervención comentando que el Programa Nacional de Formación en Agroalimentación (PNF) cuenta en la actualidad con 54 proyectos de huertos familiares ejecutándose a nivel nacional, y que las cinco estudiantes forman parte de la primer cohorte del PNF y serán promotoras del desarrollo de la agroalimentación familiar ecológica, con miras a una futura soberanía alimentaria de nuestro país.
Cabe resaltar la trascendencia de esta interesante experiencia ya que, si se logra su multiplicación efectiva a nivel nacional, sin duda será un paso decisivo en la batalla contra las nefastas prácticas capitalistas impuestas a escala mundial, que utilizan los alimentos como instrumento de dominación. Sin embargo y para asegurar definitivamente nuestra soberanía alimentaria a largo plazo, hay que ir al grano, literalmente. Son las semillas que constituyen el ''alfa y omega'' de la agricultura y que son su medio esencial de producción. Desde tiempos inmemoriables, las semillas se obtuvieron de manera natural de las cosechas y se intercambiaron entre comunidades agrícolas. Fueron propiedad común de toda la sociedad y tenían la facultad de auto-reproducirse mediante sus ciclos naturales.
Sólo con la consolidación del capitalismo y la industrialización de la agricultura empezó la conversión de las semillas en mercancía, con lo que se inició el proceso de su modificación, privatización, patentación e integración total en los mecanismos perversos del mercado capitalista. Lejos de ser consideradas fuentes de nuestra vida y alimentación, las semillas fueron convertidas en catalizadores para la ampliación de mercados y ganancias, y para ello sufrieron modificaciones que indujeron y aumentaron su dependencia de fertilizantes y pesticidas químicos y a la vez redujeron su fertilidad y capacidad de auto-reproducirse. La integración de varias ramas de ciencias y técnicas de producción como la química, la biología, la farmacéutica y la ingeniería genética, junto a la introducción de patentes sobre semillas y acompañado por un proceso de concentración de capitales, condujo a la monopolización del mercado de semillas por un puño de empresas transnacionales del agronegocio como Monsanto, Syngenta, DuPont y Bayer, quienes figuran entre las 10 más grandes empresas productoras de semillas que juntas controlan un 57 % del mercado global. La Monsanto, basada en EE.UU., es la multinacional de semillas más grande del mundo que posee un 90 por ciento de los patentes relacionados a la agro-biotecnología y controla la quinta parte del mercado global para semillas. Los patentes, propiedad de estas multinacionales, les dan el poder de controlar la siembra, la cosecha y la multiplicación de las semillas, y colocan en sus manos la decisión casi exclusiva sobre el tipo de rubros que se ofrecerán en el mercado internacional, decisión siempre atada al cálculo de la mayor ganancia posible. Y quien controla la semilla, controla la producción de alimentos a escala global.
Es por esto que es absolutamente necesario desarrollar una estrategia de soberanía alimentaria que, junto a la promoción de técnicas agroecológicas en la producción familiar y comunal de alimentos, incluya el derecho y deber de la preservación, reproducción e intercambio de semillas naturales, autóctonas, no-modificadas, al igual que también la construcción de un banco nacional de semillas para almacenar las semillas de plantas de cultivo y silvestres, en función de contrarrestar la pérdida de la diversidad biológica y para conservar y regenerar las variedades autóctonas. Esta estrategia también debe incluir la lucha implacable contra la patentabilidad de plantas, animales e incluso conocimientos ancestrales, tal y como lo determina el artículo 124 de nuestra Constitución.
En todo caso y gracias al entusiasmo y la vocación de unas jovenes estudiantes y sus profesores, integrantes del Programa Nacional de Formación en Agroalimentación, este pasado 16 de Octubre, en la comunidad de Las Mesitas de Higuerones, se sembró la alegría, la esperanza y una espada formidable para emprender la lucha por la soberanía alimentaria desde el corazón de nuestras comunidades.