A menos de un mes del 25 º
aniversario de la catástrofe nuclear de Chernóbil, la
recuerdo como si hubiera sido ayer. El encubrimiento estaba operando
desde un principio. En aquél entonces, yo trabajaba para una
compañía aérea alemana y el 29 de abril de 1986,
tres días después de la explosión del infame
reactor número cuatro de la central nuclear de Chernóbil,
estaba a bordo de un DC-10, que cubría la ruta desde Frankfurt a
Toronto. El capitán pidió a la tripulación que se
presente en la cabina del piloto y nos informó que había
recibido información que confirmaba que un accidente
había ocurrido unos días antes en una planta de
energía nuclear en la República Socialista
Soviética de Ucrania, y que se temía que material
radiactivo podría haber sido liberado a la atmósfera en
grandes cantidades. Sin embargo, no había información
precisa sobre qué fue lo que exactamente había pasado y
más que cualquier otra cosa, reinaba la confusión. En
tierra firme en Toronto, la tripulación se reunió en el
salón del hotel, tratando de ponerse al día con los
pedacitos de información o más bien especulación
que los medios de comunicación internacionales habían
empezado a transmitir sobre el incidente. Una mezcla de miedo e
incredulidad se apoderó de nosotros. Por un breve momento,
habíamos considerado tratar de encontrar una manera de prolongar
nuestra escala en Toronto, al menos hasta que tuviésemos
claridad sobre lo que estaba pasando.
Pero no fue hasta bien entrada la
segunda semana de la catástrofe, que la silueta del escenario
real había comenzado a perfilarse. En el caso de Alemania, se
reveló que el polvillo radiactivo de Chernóbil
había llegado a Alemania del Sur tan rápido como cuatro
días después de la explosión del reactor,
descargándose una gran parte del mismo sobre Baviera con la
lluvia. Aunque las autoridades gubernamentales en el sur de Alemania
habían realizado mediciones de la lluvia radioactiva en los
días después que la noticia del accidente había
trascendido, los resultados fueron deliberadamente retenidos con el fin
de evitar una "preocupación innecesaria" entre el público
en general. Todavía el 06 de mayo, 10 días después
de haberse iniciado la catástrofe nuclear, los resultados de los
valores medidos en el Condado de Erding, cerca de Múnich -
aunque se admitió que estaban "relativamente altos" - siguieron
siendo negados al público (1), mientras que el Gobierno Federal
alemán se apresuró a confirmar que se mantendría
firme en el curso de la energía nuclear.
La incertidumbre, el miedo y la
confusión se extendieron entre la población. Por
iniciativa de Ekkehard Krueger, físico y anterior miembro del
equipo científico en el famoso Reactor de Investigación
Nuclear de Múnich-Garching (conocido como el "huevo nuclear" por
su forma), un grupo de preocupados activistas del medio ambiente en
Múnich, cansado del silencio de las autoridades gubernamentales
sobre los datos de radiación de extrema importancia,
fundó un instituto de investigación independiente que iba
a medir los niveles de radiactividad en el medio ambiente con el fin de
revelarle al público los resultados crudos y sin censura.
Así fue como nació el Umweltinstitut Muenchen e.V.
(Instituto del Medio Ambiente Múnich -IMM-), una
organización basada en la iniciativa ciudadana.(2) El Instituto
se centró específicamente en la medición de la
contaminación radiactiva de los alimentos, poniendo los
resultados directamente a disposición de la gente y los medios
de comunicación. Además, mediante la medición de
la radiactividad de la parte superior de los postes de cerca de toda la
región de Baviera, el IMM había detectado un
método para determinar la distribución exacta de la
lluvia radiactiva en toda Baviera y, por tanto, elaboró un
registro de tierras contaminadas en el sur de Alemania.
Por su postura radical,
cero-contaminación con respecto a la seguridad alimentaria y por
el mero hecho de divulgar los resultados de sus mediciones entre el
público y los medios de comunicación, el Instituto del
Medio Ambiente de Múnich se convirtió en un dolor de
cabeza para las autoridades gubernamentales desde sus inicios. Tanto la
Oficina Estatal de Medio Ambiente de Baviera como la Oficina Federal de
Protección contra la Radiación, libraron una guerra de
información contra el IMM, desconociendo la exactitud de sus
mediciones, mientras que el segundo, a su vez, denunció la
reducción deliberada de los valores medidos o el aumento
arbitrario de los umbrales 'legales' de radiación, así
como la campaña de desinformación generalizada,
practicada por las autoridades gubernamentales.
En 1989, año en que mi
hermano se unió al IMM cumpliendo con su servicio a la
comunidad, la contaminación radiactiva de los alimentos y la
tierra no había disminuido. Leche y productos lácteos,
así como hongos, bayas, nueces, verduras, frutas y hortalizas
frescas en general y también alimentos procesados, todos estaban
contaminados radiactivamente más allá de los
límites establecidos 'legalmente'. Mi hermano me llamaba varias
veces a la semana para darme el último 'parte de guerra' con
respecto a la contaminación radiactiva, de acuerdo con los
artículos medidos por el IMM, lo que a menudos me obligó
a deshacerme de determinados alimentos que había adquirido,
porque su nivel de contaminación era demasiado peligroso. Dadas
las diferentes formas de exposición a la radiación, por
ejemplo, mediante la inhalación de partículas en el aire
y el polvo, la ingesta de alimentos y agua, el contacto con suelo
contaminado, etc, el equipo que trabajaba en el IMM, además de
los alimentos, examinaba todo: desde muestras de aire y suelo hasta la
ropa de la gente y el contenido de bolsas de aspiradora. Y todo lo que
examinaban aún estaba contaminado en gran medida.
Asimismo y debido al trabajo de mi
hermano en el IMM, nos enteramos de que una parte considerable, es
decir, el 20% de la contaminación radiactiva del medio ambiente
se debe a las pruebas atmosféricas de armas nucleares realizados
en los años 50 y 60, lo que provocó la masiva
dispersión de radionucleidos en todo el planeta y que han sido
identificados como una de las causas del aumento mundial del
cáncer, junto con la exposición a la radiación
médica y la exposición a la radiación en los
alrededores inmediatos de las centrales nucleares, donde las tasas de
cáncer en niños son un 60 % más alto que lo
'normal'. (3)
Hoy día y a pesar del enorme
encubrimiento que trató de enterrar a los hechos del accidente
de Chernóbil bajo un sarcófago de desinformación,
sabemos que en todo el mundo casi un millón de personas murieron
a causa de la exposición a la radiación liberada por la
explosión de aquél infame reactor número cuatro.
(4) También sabemos, que las emisiones radiactivas del reactor
de Chernóbil han sido probablemente de hasta 200 veces mayor de
lo inicialmente estimado, superando con creces las consecuencias de las
bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.(5) Y hoy, cuando nos
estamos acercando al 25 aniversario del peor accidente nuclear del
mundo, la catástrofe y el encubrimiento se repiten en Fukushima,
en lo que sólo puede ser descrito como una especie de
'Chernóbil a la enésima potencia'. El político
ruso y líder del Partido Democrático Liberal de Rusia,
Vladimir Zhirinovsky, del que se hizo eco más tarde el
presidente ruso Dmitry Medvedev, tal vez podría convertirse en
la persona que ha tenido la previsión más exacta de lo
que vendrá, cuando - coqueteando con la idea de beneficiarse del
potencial de la mano de obra japonesa - sugirió ofrecerles a los
japoneses la oportunidad de reasentarse en las zonas poco pobladas del
Lejano Oriente de Rusia. (6)
Teniendo en cuenta que el operador
de la planta nuclear de Fukushima, Tokyo Electric Power Company y el
gobierno japonés han estado restándole importancia a la
catástrofe y encubriendo el verdadero alcance del desastre para
evitar un pánico masivo en medio de una situación ya
extrema, retrasando informaciones cruciales acerca de los daños
en los núcleos de los diversos reactores y sus vasijas o
contenedores, las fusiones parciales en curso, los niveles de
radiación en el aire, el agua de mar y los alimentos, y
considerando que desde la semana pasada se ha estado desarrollando un
escenario tan malo como la liberación de plutonio al medio
ambiente, se plantea la cuestión de hecho, que si todo
Japón podría ser vuelto inhabitable si las cosas
continúan por este camino.
Sin embargo, TEPCO y las autoridades
del gobierno japonés no son los únicos actores
involucrados en el encubrimiento y la minimización de los
hechos, emprendiendo un esfuerzo desesperado por lograr un 'control de
daño' de lo que quede que aún sea 'controlable'. El 26 de
marzo, la edición en línea del diario Mainichi Daily News
informó que la Comisión Internacional de
Protección Radiológica (ICRP) "ha recomendado que el
gobierno japonés aumente temporalmente el límite anual de
exposición a la radiación para el público en
general a la luz de la crisis en curso en la planta de energía
nuclear en la prefectura de Fukushima, devastada por el terremoto y el
tsunami. El gobierno establece que los ciudadanos comunes en
Japón deben estar expuestos a no más de 1 milisievert de
radiación por año, pero la Comisión Internacional
de Protección Radiológica (ICRP) recomendó el 21
de marzo que el límite sea elevado provisionalmente de 20 a 100
milisievert por año, ya que la crisis nuclear no muestra
señales de mejoramiento. [...] Sugirió, incluso que
después que la crisis de la central nuclear se haya resuelto, el
gobierno debe mantener el límite superior entre 1 a 20
milisievert por año, antes de gradualmente reajustarlo a su
nivel original, con el fin de evitar que los residentes de la
Prefectura de Fukushima abandonen sus hogares."(7) Formulado
drásticamente, para evitar tener que aceptar la oferta rusa de
reasentamiento en sus territorios del Lejano Oriente, todo lo que el
gobierno japonés tiene que hacer es elevar el límite de
exposición a la radiación, y el problema está
resuelto. O sea, que los malditos reactores arrojen verdaderos fuegos
artificiales de partículas altamente radiactivas y
tóxicas, lo único que tienes que hacer es aumentar el
límite legal de exposición a la radiación, y todo
estará bien.
Es a lo largo de una línea
similar de 'control de daños' que la Unión Europea ha
comenzado a actuar con respecto a las importaciones procedentes de
Japón. En un comunicado de prensa conjunto de ayer, 29 de marzo,
la organización Foodwatch con sede en Berlín y el ya
mencionado Instituto del Medio Ambiente en Múnich han expresado
sus críticas a la política alemana de
'información' con respecto a la contaminación radiactiva
de las importaciones de alimentos de Japón. La crítica se
dirige contra la Ministra para Asuntos del Consumidor, que habla de
"mecanismos de control reforzados" y de "las normas de
protección especial" supuestamente implementadas en el caso de
las importaciones procedentes de Japón, pero ha guardado
silencio sobre el hecho de que la Unión Europea ha elevado
recientemente los límites legales para la contaminación
radiactiva de los alimentos procedentes de las regiones afectadas del
Japón. Las organizaciones advierten que la UE ha elevado el
limite de la radiactividad acumulada de cesio-134 y cesio-137 de 600
becquerel por kilogramo a 12.500 becquerel por kilogramo para
determinados productos importados de Japón, lo que equivale a un
incremento de casi veinte veces con respecto a los valores antes
establecidos. (8) Con respecto a un 'valor base' de 600 becquerel por
kilogramo hay que decir que cualquier alimento medido por el Instituto
del Medio Ambiente de Múnich en 1989 que haya arrojado un valor
de 30, 20 o incluso 15 becquerel por kilogramo ya habría sido
motivo de preocupación, y cualquier cosa más allá
de 100 becquerel por kilogramo se hubiera considerado no apto para el
consumo.
Mientras tanto, el diario The
Guardian informa en su edición en línea que el
núcleo radiactivo del reactor 2 se ha derretido a través
del recipiente de contención y ha caído sobre el piso de
concreto, lo que conducirá a una enorme liberación de
radiación. The Guardian cita a Richard Lahey, ex jefe de
investigación de seguridad para los Reactores de Agua Hirviente
de General Electric, diciendo: "Las indicaciones que tenemos, desde el
reactor hasta las lecturas de radiación y los materiales que
están viendo, sugieren que el núcleo se ha fundido con el
fondo de la vasija de presión en la unidad dos, y por lo menos
parte del mismo se encuentra en el suelo del 'drywell' ... Espero estar
equivocado, pero esto es sin duda hacia lo que apunta la evidencia". (9)
No cabe duda de que ambos,
Chernóbil y ahora Fukushima con sus respectivos manejos nefastos
de crisis y sus criminales campañas de desinformación,
han preparado el camino para un futuro radiante. Pero no será
exactamente radiante de alegría.
Notas
(1)
http://www.greenpeace-berlin.de/tschernobyl/tag10.html
(2) http://umweltinstitut.org/
(3) Ver documentos en
http://www.ippnw.org, y
http://www.naturalnews.com/025767_Radiation_Ct_Scans.html y
http://www.lebenshaus-alb.de/magazin/004743.html respectivamente.
(4)
http://janettesherman.com/2011/03/22/casualties-of-chernobyl-nuclear-disaster-“official”-and-other-versions/
(5)
http://janettesherman.com/2011/03/22/casualties-of-chernobyl-nuclear-disaster-“official”-and-other-versions/
(6)
http://rt.com/politics/zhirinovsky-russia-japan-immigration/ y
http://www.eurasiareview.com/medvedev’s-offer-to-resettle-japanese-angers-nationalists-analysis-22032011/
(7)
http://mdn.mainichi.jp/mdnnews/news/20110326p2a00m0na005000c.html
(8)
http://foodwatch.de/presse/pressearchiv/2011/atom_katastrophe_in_japan/index_ger.html
(9)
http://www.guardian.co.uk/world/2011/mar/29/japan-lost-race-save-nuclear-reactor
--
jutta@franzlee.org.ve