Mientras tanto, en la quinta Prohibido Olvidar, Jean Brillembourg estaba nervioso porque eran las once de la noche y Kathy no había llegado. No quería llamarla al teléfono para darle a entender que no le preocupaba su salida. Sin embargo, temía que Kathy le hubiese contado a sus padres lo que estaba pasando con su relación con Kiki Aranguren: “Esto es lo que se puede llamar una verdadera conciliación de clase” –pensó Jean. Subió un poco el volumen para escuchar el Triple Concierto de Beethoven, y de repente sintió que se estaba abriendo la puerta del estacionamiento. Vio que el Porsche de Kathy entraba lentamente. Entonces se decidió a esperarla.
Kathy Mendoza apretó el botón del control remoto y cerró la puerta del estacionamiento. Detuvo el carro y se arregló un poco porque la pasión que había vivido con Ambrosio la había despeinado. Bajó del vehículo y entró a la casa. Jean corrió a abrazarla y “¿Qué pasó? ¿Dónde estuviste?”. Ella sonrió y dijo que “decidí ir al Parque del Este, perdón al Parque Rómulo Betancourt, o mejor dicho al parque Francisco de Miranda” Y Jean la interrumpió y le dijo: “Así son las cosas ahora con estos chavistas, los parques y plazas y calles tienen dos y tres nombres, y por allí me dijeron que a la Cota Mil le van a poner el nombre de un tal Néstor Francia, que sabrá Dios qué cosas importantes habrá hecho”.
Kathy sonrió y le dijo que iba a darse una ducha. “Sí, mi amor, después nos vamos a la cama a vivir intensamente, y deja que salga la luna y deja que se meta el sol” –dijo Jean. Él sabía que a Kathy le gustaban las canciones de José Alfredo Jiménez. Y mientras Kathy iba a darse una ducha, le dijo a Jean que “por favor, búscame la cartera que la dejé en el carro”.
Cuando Jean abrió la puerta del Porsche para tomar la cartera de Kathy, descubrió que en el asiento de atrás estaba una gorra roja con las letras del PSUV.