El empoderamiento vs. perversión

Las grietas de la revolución

El empoderamiento obrero es una expresión valida y un principio marxista en la lucha revolucionaria para la toma del poder por parte de la clase obrera, que es el propósito de toda revolución proletaria. Pero para eso se requiere de una clase obrera unida, organizada con fortaleza, moral, ideológica y conciencia de clase y no un movimiento atomizado plagado de vicios y desideologizado como el movimiento obrero venezolano, donde ha anidado una serie de desviaciones, como las mafias deslegitimadas que con artimañas se autoproclaman lideres y mediante el terrorismo de grupo se hacen amos de espacios sindicales para obtener beneficios personales tirando por la borda los principios del proletariado universal. El sicariato para preservar cuotas de poder que les permita monopolizar la venta de plazas de trabajo; es una de las practicas mas conocidas en la actualidad, el consumo de estupefaciente para a través del vicio manipular grupos y convertirlos en incondicionales capaces de arremeter contra sus propios compañeros en apoyo del mafioso que mediante engaños los pone a su servicio para asegurar su “liderazgo” con la intimidación. Así han construido perversos núcleos de cómplices para lograr acercarse a las esferas del poder partidista y ejecutivo y así llegar a ser ungidos como representantes obreros y desde allí convertirse en reyezuelos patronales traidores a su propia clase.

El empoderamiento a trote y moche le puede costar caro al proceso, pues de la noche a la mañana, en muchos casos el trabajador ha pasado de subalterno del gerente burgués a súbdito del compañero empoderado, que ahora comienza a mirarle por encima del hombro y si no le “jala” cae en desgracia y pasa a ser perseguido. La razón es muy sencilla el nuevo burócrata comienza a construir su entorno, con los que renunciando a todo principio se ponen a su servicio para llevarle el chisme, adularle; hacerle la segunda con la compañerita que requiere empleo o ascenso, lo cual puede ser positivo pero cambio de algo.

Este empoderado por lo general abandona su puesto de obrero y se convierte en bonzo, “ejecutivo”, abusando del peculado de uso y demás, porque para el llegó la hora de “comerse las maduras”. Es una vaca sagrada a la cual no se puede contradecir ni criticar, porque mediante la calumnia, la maledicencia, con el empleo de incondicionales ignorantes que gozan de sus favores, te decreta “enemigo de los trabajadores”. Por eso creemos que lo primero que hay que hacer es trabajar en la organización y construcción de la unidad de la clase obrera, para que haya conciencia de clase y no tenga cabida en ella quienes se han labrado “liderazgos” mediante practicas criminales, atentando contra la vida humana o contra los intereses del Estado y del colectivo.

En nuestro país de los 14 millones que formamos la población trabajadora activa, apenas el 14 por ciento estamos sindicalizados, según cifras aportadas en una entrevista periodística, publicada el 16-10- 2010, en la pagina 24 del diario Ultimas Noticias, por el ex Ministro del Trabajo y avezado luchador obrero Roberto Hernández. Este mismo camarada advierte que el paralelismo sindical es grave, al punto que en 1999 existían 590 sindicatos y hace tres años esa cifra había crecido a siete mil organizaciones inscritas. Nada más en PDVSA hay 185 sindicatos y, seis federaciones en la construcción.

Necesario y justo es acotar, que de acuerdo al mismo dirigente del PSUV, la sindicalización no ha crecido, lo que ha aumentado son las cúpulas. Tenemos que decir que esta es una práctica que viene desde el mismo momento que se inicio aquí la democracia representativa en 1958, cuando Rómulo Betancourt por ordenes del Pentágono decidió dividir al movimiento obrero: que unido había dado la pelea con éxito, contra los gobiernos autoritarios de Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras y Marcos Pérez Jiménez.

Ahora la misma gente que bajo la escuela de Augusto Malave Villalba, Hugo Soto Socorro, José González Navarro y José Ángel Mollégas, mantuvieron las cúpulas sindicales en la IV República, cambiaron de ropaje y crearon nuevos “sindicatos y federaciones bolivarianos”, para continuar usufructuando las mieles del poder ahora vestidos de rojo rojito y en pos del empoderamiento. Ya basta de mafias, los trabajadores tenemos que ir hacia nuevas formas organizativas, a través de los consejos obreros, para ir cerrando las grietas de la revolución.

Periodista*

cd2620@gmail,com
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Cástor Díaz*

Periodista CNP 2414

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