El centro de la ofensiva actual de los revolucionarios y los revolucionarias del planeta Tierra lo constituye la ‘Batalla de las Ideas”, asumiendo que en la lucha contra el enemigo de la Humanidad: El Capitalismo y, su actual instrumento de dominación: el Imperialismo, resulta imprescindible un rearme ideológico de quienes defienden las ideas del Socialismo, con el fin de demostrar, más allá de los errores cometidos en las experiencias socialistas del siglo XX, que solo el Socialismo es capaz de enfrentar la crisis civilizatoria que hoy amenaza con extinguir a la Humanidad y, que para conseguir ese objetivo resulta obligante derrotar y reemplazar al Capitalismo explotador, miserable, guerrerista y depredador, por un nuevo orden social nacional y planetario, basado en la Paz, La Democracia, la Solidaridad, Justicia y el Desarrollo Sustentable y Sostenible que garantice la preservación del planeta Tierra y la convivencia armoniosa, creativa, y productiva de sus habitantes.
Tal llamamiento ha sido asumido por la mayor pluralidad de movimientos sociales y políticos, así como personalidades intelectuales y del mundo académico progresista que han visto la actual crisis sistémica del Capitalismo y sus bárbaras fórmulas para intentar solucionarla, como la oportunidad histórica de usar todos los medios a nuestro alcance, para descubrir las nuevas y viejas perversiones del Capitalismo y el daño que este sistema produce, no solo a los hombres y mujeres sometidos a su sistema de explotación del trabajo, sino al patrimonio cultural de la Humanidad y a la riqueza natural del planeta; a tal punto de amenazar, realmente, la sobrevivencia de todos los seres vivos a causa de sostener un modelo de apropiación y destrucción intensiva de la Naturaleza que desintegra todos los ecosistemas, provocando grandes catástrofes “naturales”, lo cual hace presumir que esta Era Planetaria será la más corta de la historia del planeta Tierra y de condición terminal para la existencia de la vida, por lo menos, en los términos en que hoy la conocemos.
Y es que el Capitalismo inició en el siglo XVII de nuestra Era, un cambio fundamental en la vida de la Humanidad, revolucionando todos los escenarios del Ser Humano y, en particular, en la generación de la riqueza material y social y en el mejoramiento de la calidad y la esperanza de vida de cientos de millones de seres humanos explotados y oprimidos por el esclavismo y el feudalismo, quienes vieron en este nuevo modo de producción y distribución de riqueza basada en la invención de la máquina, la organización productiva de la industria, el transporte masivo, la aplicación de la ciencia a la producción, el intercambio comercial libre, la República, la organización social, el acceso a la educación, el voto popular y el salario; como los más formidables instrumentos civilizatorios que sepultarían la interminable noche oscurantista, fanática y opresiva del viejo orden feudal y sus formas esclavistas asociadas en Europa, Asia, Africa, América y Oceanía
Trescientos años apenas bastaron para demostrar que ese nuevo instrumento de las clases propietarias que siempre han dominado el planeta, no resolverían los problemas fundamentales de los pueblos y de toda la Humanidad, por cuanto aumentaron los efectos destructivos de las guerras, se acrecentaron las riquezas de las clases propietarias y la miseria de los trabajadores y campesinos, se mantuvo los odiosos privilegios de los viejos monarcas y sus aliados burgueses, se mantuvo el estado de incultura y analfabetismo de millones de seres humanos, crecieron las pandemias y epidemias, millones de seres humanos son mantenidos fuera del acceso a la alimentación, la vivienda, la educación y la cultura y, por si fuera poco, fruto del intensivo y depredador aprovechamiento de la riqueza natural, los ecosistemas que regulan el orden natural del planeta, es especial, sus aires, aguas, tierras y biodiversidad, se encuentran en estado de debacle irreversible, amenazando con la sostenibilidad de la vida en este planeta.
Agotado en su impulso para revolucionar todos los órdenes de la vida y mantener su hegemonía ideológica sobre la conciencia de la Humanidad, las clase propietarias y sus instrumentos, solo pueden hoy hacer uso del fulgor de sus invenciones en la electrónica y la robótica, mientras esconden la disposición de sus nuevos inventos al servicio de las élites mundiales que, especulativamente, con simples operaciones de estafa global, se apoderan del inmenso patrimonio que a naciones enteras les ha costado producir durante varias centurias, protegiendo sus malhabidos caudales, con una maquinaria de guerra esparcida por todo el planeta, en busca de causas inexistentes o motivos fabricados para mantener aterrorizad a los pueblos.
Cierto es que el formidable reto de los revolucionarios y las revolucionarias del planeta Tierra y de todos los seres humanos comprometidos con la causa de la Paz, la Justicia y el Bienestar de la Humanidad, es enfrentarnos las Ideas al Capitalismo, anunciando el advenimiento de la Sociedad de los Justos: el Socialismo pero, sin duda, la principal batalla “entre el ayer y el siempre”, es derrotar hoy las mentiras y falsificaciones de los defensores del feneciente Capitalismo que, ante la imposibilidad de demostrar su supuesta perpetuidad histórica recurren, a través de sus medios culturales y comunicacionales, a todos los trucos, manipulaciones y mentiras, con el objeto de prolongar su inevitable extinción.
No es suficiente entonces, dar la Batalla de las ideas al Capitalismo; anemigo de la Humanidad y su planeta Tierra, porque la historia, indeteniblemente las viene enterrando, sino también, dar la Batalla Contra la Mentira, desenmascarando los nuevos y viejos disfraces y tartufos que tratan de darle validez histórica y legitimidad social a un sistema que está condenado a desaparecer y por lo que, ojala, pronto la Humanidad deje de pagar el alto precio de su maldita existencia.
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