¿Burla bogotana?


Pudo haber sido una lamentable coincidencia -"ay, pero qué pena con usted"-, pero el tufillo que emana del episodio Granda es a burla.
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En la primera hipótesis, nada tuvo que ver una cosa con la otra. En la segunda, el gobierno venezolano fue cándida víctima de un jugarreta bogotana cuya magnitud se a-Granda en la medida en que van conociéndose más detalles del suceso.

Planteémoslo como pregunta: ¿Tuvo alguna relación la visita a Venezuela del ministro de la Defensa de Colombia, Jorge Alberto Uribe, realizada el 16 de diciembre, con la operación de rapto y subrepticio traslado del guerrillero desde Caracas hasta Bogotá?

Granda fue secuestrado el lunes 13 frente a la clínica Luis Razetti, en La Candelaria, y tres días después, jueves 16, el ministro colombiano llegaba a Caracas.

Por varias horas, el alto funcionario fue objeto de las más pródigas atenciones por parte de su homólogo venezolano, el general en jefe Jorge Luis García Carneiro, quien dispuso un desfile militar en su honor en Fuerte Tiuna y un suculento almuerzo en la cima del cerro El Ávila, teleférico mediante.

El miércoles 15, día anterior, la Policía Nacional de Colombia había anunciado, por boca de su comandante, el general Jorge Castro, sobre la captura de un dirigente de las FARC en Cúcuta, Norte de Santander, ocurrida supuestamente el martes 14.

"El anuncio sorprendió a muchos periodistas en Colombia, pues un día antes distintas fuentes oficiales les habían informado que estuvieran atentos a una "muy importante" captura de un guerrillero de las Farc en Venezuela. Incluso, en la propia página web del Ejército colombiano se encuentra publicado un teletipo firmado por Caracol Noticias y AFP afirmando que la detención se produjo el 13 de diciembre", escribió el periodista Pascual Serrano en la publicación digital rebelion.org.

En cualquier caso, el ministro Uribe estaba informado de la captura de Granda para el momento de su visita a Venezuela.

Durante la rueda de prensa que realizó junto a García Carneiro en Fuerte Tiuna nada informó al respecto. Tampoco dijo nada en una entrevista que este redactor le hizo para VTVen El Ávila, inmediatamente después del almuerzo.

A contracorriente de las acusaciones que con frecuencia resuenan desde Bogotá por voceros de tradición antivenezolana, en la entrevista el ministro negó tajantemente que el gobierno de Chávez dé apoyo a la guerrilla colombiana.

"Si eso fuera verdad no estaría realizándose esta entrevista ni esta visita", afirmó.

Más aún, Uribe apoyó la compra de helicópteros rusos por parte de Venezuela y habló de una profundización de relaciones entre las fuerzas armadas de los dos países que iba más allá de todo antecedente: oficiales colombianos vendrían a estudiar en instalaciones académicas militares venezolanas y viceversa.

En fin, pura perita en dulce.

Debió pasar un mes de aquella visita, y del secuestro de Granda, para que finalmente el ministro Uribe reconociera que su gobierno pagó una recompensa para poner las esposas a Granda.

El reconocimiento lo hizo luego de insistir hasta las náuseas en que el guerrillero había sido capturado en Cúcuta, Colombia. Su gobierno, machacó, no había violado la soberanía venezolana para atraparlo. Y reiteró la confianza del Ejecutivo en la Policía Nacional, a la que el presidente Chávez acababa de acusar de haber mentido al presidente Uribe al informar que Granda había sido capturado en Cúcuta y no en Caracas.

Ahora, cercado por las evidencias que el gobierno venezolano ha hecho públicas, Uribe, el ministro, ha terminado reconociendo que su gobierno pagó a terceros, es decir, a caza-recompensas mercenarios, para que le hicieran el trabajo sucio, es decir, violar la soberanía venezolana. Una nueva forma de outsourcing para burlar el Derecho Internacional y los DDHH.

Me informan que en Colombia han difundido videos que revelan un seguimiento previo de inteligencia a las actividades del guerrillero en Caracas. Guerrillero chimbo, por cierto, que violó la primera regla de la clandestinidad al usar su nombre auténtico para tramitar la nacionalidad venezolana. Aquí nadie se daría cuenta, pues no estaba solicitado por INTERPOL, pero Granda debió imaginar que con ello se encendería un bombillito rojo en la CIA, que tiene ojos y oídos en todas partes, y así les regaló a sus enemigos una oportunidad dorada para enlodar al gobierno venezolano, del que las FARC dice ser amigo.

¿Informó el ministro Uribe a las autoridades de aquí sobre la detención de Granda? ¿Compartió la información de inteligencia sobre sus actividades en Venezuela que ahora se hace pública en Colombia? ¿Por qué para el momento de su detención el guerrillero no aparecía solicitado en INTERPOL? ¿Por qué esa solicitud se formaliza el 9 de enero, 25 días después de su rapto en Caracas, cuando ya estaba tras las rejas en Colombia? ¿Por qué Colombia, de tanta tradición leguleya, tampoco solicitó su extradición? ¿Es cierto que un comando policial colombiano, identificado por el director del periódico colombiano Voz, Carlos Lozano, estaba apostado en el estacionamiento del hotel Hilton Caracas como avanzada de la visita del ministro Uribe a Venezuela, durante el Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, al que asistió Granda, muy cerca de la clínica Razzeti, frente a la cual finalmente lo atraparon? ¿Los oficiales, policías y escoltas que vinieron a preparar la
visita de Uribe a Caracas tuvieron algún contacto con quienes raptaron a Granda? ¿Participó alguno de ellos en esa operación? ¿Los generales que acompañaron a Uribe en su visita hicieron algún contacto en Venezuela distinto a los previstos en el programa oficial? ¿En el avión de Uribe regresó a Colombia algún compatriota suyo que estuviese en Caracas antes que él? ¿Los tres policías colombianos detenidos en Maracay en paralelo a la visita del ministro tienen alguna relación con el rapto de Granda? ¿Por qué el interés de Bogotá porque fuesen rápidamente liberados? ¿El que estuvieran aquí haciendo labores de inteligencia antidrogas, como alega Colombia, justifica la violación de soberanía que ello supone? ¿Hasta qué niveles llega la responsabilidad de funcionarios, ex funcionarios y militares venezolanos supuestamente involucrados en todo esto? ¿Alguien en Caracas dio luz verde para que esta burla o casualidad se consumara?

Y una pregunta final: ¿Continuará la distensión política entre los dos gobiernos o la perita en dulce ya es cosa del pasado?

La única manera de que en el corto plazo se congestione la "autopista despejada" (José Vicente dixit) en la que entró el gobierno venezolano después del 2004 es atizando un enfrentamiento, bélico o no, entre Colombia y Venezuela, dos socios comerciales cuyas economías son cada vez más interdependientes.

El esfuerzo previo por desactivar ese enfrentamiento, en el que sectores sensatos de Caracas y Bogotá invirtieron grandes esfuerzos durante meses -y donde se inscribe la cálida recepción al ministro Uribe en Fuerte Tiuna-, parece haberse venido abajo.

Habrá que ver si todo fue una casualidad o una burla con premeditación y alevosía. Copas macabras rechinan rebosantes de champaña.


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Ernesto Villegas Poljak

Periodista. Ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información.

 @VillegasPoljakE

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