Anticonquista: Rengifo Vs Pasquali

(CONTRA LA JUSTIFICACIÓN Y LEGITIMACIÓN DE TODA CONQUISTA O RECONQUISTA, DONDE NUNCA CABE LA DESCOLONIZACIÓN DE FONDO, NI UNA AUTÉNTICA REVOLUCIÓN CULTURAL, NI TAMPOCO LA EMANCIPACIÓN Y LA INDEPENDENCIA DEFINITIVA. Y POR SUPUESTO UN SOCIALISMO EN EL SIGLO XXI RADICALMENTE DISTINTO, DE NATURALEZA INTERCULTURAL Y ECOHUMANISTA):

EN LOS 200 AÑOS DEL 5 DE JULIO DE 1811

EL CONVERSO PASQUALI O DE CÓMO EL CULTO A LOS CONQUISTADORES PUEDE SER MUY EDUCATIVO PARA NIÑOS Y ADOLESCENTES

Su amor y su ternura a los pillos y monstruosos conquistadores sea cual sea su nacionalidad, religión o ideología, es el odio y la intolerancia hacia los pueblos originarios -consciente o inconscientemente-, sus loas ocultas a la esclavitud y el servilismo, su eterna invocación al malinchismo y exterminio definitivo a lo largo y ancho del continente por más de medio milenio. Lo esencial es desconocernos como sujetos y actores en nuestros territorios y expropiarnos de nuestras tierras, sus riquezas, sus idiomas, culturas y cosmovivencias.

En estos días, en un canal de la TV, el conocido y calificado profesor Antonio Pasquali, antiguo crítico de los medios de comunicación privados y con tímida voz anticipada, profeta de su dictadura mediática, hoy CONVERSO y transformado en su defensor a ultranza, planteaba -escupiendo el espejo- que Chávez ha creado un odio injustificado contra los conquistadores españoles , con el olvido, según él de que –mal que bien y a duras penas - los conquistadores “son nuestros tatarabuelos”. Le preocupa al profesor Pasquali, que con ese supuesto “odio”, se envenene la mente de nuestros niños; pero el racismo- clasista y patriarcal, ligado al eurocentrismo de videojuegos, de comiquitas, novelas y otras basuras mediáticas, pareciera que eso, ya no exalta el odio, ni envenena a nuestros niños y adolescentes. De cuya actitud de colonialista servil se deriva, que de esos padrotes de la conquista, también debemos sentirnos muy orgullosos: de sus genocidios, de sus torturas, de sus perros mastini, de sus empalamientos y de su esclavización contra indios y negros, indomestizos y blancos de orilla. El culto ritual a los viejos y nuevos conquistadores es inseparable de las nuevas formas de conquista y colonización; para ellos –y por lo visto, para el profesor Pasquali-, conquista y conquistadores son sinónimos de reconocimiento y única forma de legitimación de la herencia hispánica en nuestro ser venezolano y americano. Su falsa paternidad sirve de argumento con un manejo muy burdo y manoseado por el neocolonialismo hispanocéntrico y por los que se sienten herederos del nuevo imperialismo. Es la trampa de pretender convencernos que la herencia hispánica se asume sólo por el culto a estos verdugos o de lo contrario, se apela al chantaje descalificador de “antihispánico”, de exaltador del odio contra “los españoles” como también quisieron aplicársela en su tiempo a César Rengifo, cuando rechazó de frente la Orden Diego de Losada y reclamó en su lugar la de Guaicaipuro. Curiosamente a estas alturas, todavía le pasan factura (1).

El entrevistador del profe. Pasquali es

un converso de la derecha fascista, Ismael García en su programa “Aló Venezuela” ( ¡qué casualidad! por Globovisión!) :¿Aló Mayami Nuestro? ¿Ya despertaron?¿Cómo amaneció hoy el cámara Posada Carriles?¿Ya llegó la camarita María Corina o todavía está hablando con Bush? ¿Y Huizi Clavier? ¿Y Ravel? ¿Fueron a la OEA?¿Y donde está Ismael?¿tenemos un nuevo converso de los viejos críticos del sistema mediático?

UN CONTRAPUNTEO EN EL MERCADO DE LAS PULGAS ENTRE EL POETA WAYUU RAMÓN PAZ IPUANA Y UN PROFESOR COLONIZADO de LUZ

Debemos responderle al profe. Antonio Pasquali de la misma manera como le respondió un hombre del pueblo a un profesor universitario convertido en nuevo conquistador de su mismo estilo en el mercado de Las Pulgas en aquel Maracaibo caluroso de 1979. Se trata de un relato que nos hiciera el poeta Ramón Paz a Jorge Pocaterra, Ángel Lovera y a mí en un taller realizado con las organizaciones indias Yanama y el MOIIN en la Guajira colombiana.(2)

-Mire señor, óigame usted, relata el poeta indio:

El mismo Bolívar, que sí era hijo de españoles casi siempre hablaba de esos desnaturalizados padrastros y madrastras para referirse a nuestros verdugos de tres siglos. Nunca lo amarraron con una supuesta descendencia de sangre, ni de cultura para comprometerlo con la obra más absurda y criminal de los conquistadores. Ahora, ese era Bolívar como hijo de españoles quien hablaba así. ¿Qué me vais a pedir a mí que soy un indio?

NOTA AL MARGEN

El mismo Hijo del Hombre, notificado de ser buscado por su madre y sus hermanos, en medio de sus tareas diarias, señala:

-Mi Madre y mis hermanos, son los que están aquí reunidos.

(Oído al Tambor) Aquí no es un vínculo de sangre el que define quien es madre o hermano, sino la obra común. Por eso, cabe la pregunta de cómo respondería un indígena, en este caso de la península de la Guajira en un diálogo con un escriba de nuestra Universidad del Zulia.

Y el indígena wayuu le dice de entrada:

¿Cómo quereis vos, que entre mi madre y mi padre indio y entre mis abuelos maternos –que vienen del fondo de los siglos, de la cal de mártires de esta tierra milenaria y de la sangre de mi sangre-, yo escoja padrastros y tatarabuelos postizos en señal de desprecio a mi propia gente y de espalda a mis propios orígenes?

¿Cómo quereis vos que yo restablezca a mi padre o tatarabuelo extranjero, si sigo desconociendo y rechazando a mi madre india que es la madre común de todos ustedes? ¿Por qué en cambio no terminan de reconocerla? Y si no la reconocen a ella, que es madre de todos ustedes, tampoco me reconocen a mí.

Y le responde el colonizado profesor universitario usando los viejos espejuelos del conquistador español del siglo XVI, pretendiendo actuar como parte de la supuesta “Casa de LUZ”, “que vence las sombras”:

-Mira primo, esos padrastros te dieron hasta la lengua con la cual estais hablando, si no, ya estariais mudo. Por lo tanto debeis estar bien agradecidos de esos padrastros y tatarabuelos. Aparte de que vinieron a “mejorar la raza” y a “civilizarnos”.

Y le responde el indio con el alma de los siglos, sintiendo en la ciudad el murmullo de la arena del semi- desierto de la península de La Guajira:

-Bueno, creo que soy menos mudo que tu, dice el indio. Hablo español, pero también hablo el wayuunaiki. Ja ja ja… Y si hablara solo español no creais que sería tan torpe como para quedarme mudo y no responderte lo que en conciencia me permite hacer uso de la lengua del blanco para desarmar tu racismo ¿o vos cortariais mi lengua con la filosa espada de tus verdugos? ¿o me quereis crucificar en el madero de tus falsos Cristos por los siglos que vendrán?.

¡Con razón el padre Las Casas siempre habló de “Esos Cristos azotados de Las Indias”! para referirse a nosotros, como los nativos de estas tierras. El padre Las Casas fue un aliado de la causa indígena. Pero no rompió su cordón umbilical como un hombre de la conquista. Pero siempre fue tenido como un hombre de la anticonquista hasta hoy. Y por tanto, condenado al exilio. ¿Qué podría esperar César Rengifo ahora?

Y luego, sigue insistiendo ese indio, ese “Hijo de las Sombras” , salpicando “la LUZ” de las academias:

- Si me quitais las cotizas, usaré tus zapatos prestados, si me quitais mi idioma materno usaré tu lengua y no como un robo ni un desquite o venganza, porque yo no estoy quitándole a nadie su lengua, ni

atropellando a nadie en su cultura, ni robando sus tierras, ni violando a sus mujeres, a sus hermanas y sus hijas. El ladrón sois vos, como invasor. Y cuando no soy vos, te haceis cómplice si amparas a los que matan y roban. Porque sigues adorando a los viejos y nuevos conquistadores.

Ahora, para entenderme con vos, también hablo

con esa lengua prestada, esa misma de la península ibérica, que todavía quiere cortarle la lengua a vascos, catalanes y gallegos.

Y le responde aquel profesor de la casa de LUZ que vence las sombras:

-Y si eso es así ¿por qué usais pantalón y no cargais tu guayuco y tus plumas de Cacique? Ese pantalón tampoco es tuyo, le señala.

-¿En qué almacén me lo comprasteis vos?, pregunta el indio, cuando el “blanco” le hace sombra:

- Ese pantalón venía en los barcos de Colón, replica el profesor al indio, con cierta sonrisa perversa y venenosa.

-Ah, pero antes venía en los caballos de guerra de los celtas, mil años antes de Cristo, de esos que los europeos llamaban “los bárbaros”, lo que significa que tampoco viene de una tienda de muñecos de España. De la misma manera, te digo, que padre y madre y abuelo es quien cría y educa y orienta a sus hijos, pero no aquel que los trata y los maltrata como hijastros (Se ríen ambos, se despiden amablemente y se van).

El profesor de la “Casa de LUZ que vence las sombras”, llevaba ahora el sombrero en la cabeza con múltiples interrogantes por delante.

Comenzó a entender que hay sabiduría en el pueblo y que el pueblo no es la sombra que espanta la LUZ.

OJALÁ PASQUALI HUBIESE SIDO PARTÍCIPE DE AQUEL HERMOSO DIÁLOGO

Lástima que en esa hermosa y oportuna conversación no se encontrara –en aquel momento- ni por asomo el profesor Antonio Pasquali. Y que no hubiera conocido de cerca, en sus virtudes y en sus defectos al pueblo wayuu. Nunca puede acusársele de ser un pueblo cerrado tomando en cuenta su proteico contacto con el mundo entero y su resistencia cultural irreductible. En ese pueblo hubo más mestizaje que en Maracaibo, en Coro y Caracas en la época de la colonia y mantuvo contacto con el mapa del mundo venido hacia el, en alianzas incluso, con corsarios y piratas. La paternidad en la cultura wayuu, tiene un sentido preciso y riguroso, pero especialmente la maternidad, por tratarse de una sociedad matrilineal.

ALLÁ, QUIÉN ES Y QUIEN NO ES WAYUU, QUIÉNES SON ABUELOS, ABUELAS Y TATARABUELOS?

Si eres hijo de madre wayuu, eres wayuu a donde vayas, así tu padre de sangre sea de la Cochinchina. Si eres hijo de padre wayuu pero tu madre es alijuna, no eres wayuu, así hables el wayuunaiki, la lengua materna. Aunque tendrás siempre un lugar en la cultura. Por otra parte, si tu madre es wayuu y tu padre es o no es wayuu, el padre de sangre que te engendró, no es tu padre, sino el hermano de tu madre, tu tío materno es el que hace el papel de padre, de padre social dentro de la cultura wayuu. ¿Cómo puede a estas alturas el profesor Pasquali asignarle de una manera tan deportiva padrastros y madrastras y tatarabuelos postizos producto de un proceso de conquista y de actos de rapiña? Y esto para poner un ejemplo y referirnos a uno solo de los tantos pueblos indígenas. Para no hablar de los llamados indomestizos, afroamericanos, pardos y blancos de orilla, cuando el mismo Bolívar, hijo de españoles de carne y hueso se refería a “esa desnaturalizada Madrastra” que devoraba y se tragaba a sus propios hijos, mientras las academias nos imponían en los textos de historia hasta hace poco el mito de la “Madre Patria” y el culto idolátrico al imperio, a los viejos y nuevos conquistadores .

Ese indio que cruzaba palabras con ese transeúnte que después se definió como profesor de la Universidad del Zulia, se encontró discutiendo, sin darse cuenta, nada menos que con el célebre poeta wayuu Ramón Paz Ipuana. Ese poeta estrella de la península de La Guajira fallecido hace algunos años y autor del libro “Mitos, Leyendas y Cuentos Wayuu”.

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HABRÁ QUE INVENTAR EL CULTO A CAÍN CONTRA EL CONQUISTADO ABEL?

Quisiera simplemente recordar -para refrescar la memoria- que según la tradición cristiana Abel y Caín eran hermanitos. Ahora bien, Caín mató a Abel.

Que yo sepa, ni el judaísmo, ni el cristianismo, ni el viejo, ni el nuevo testamento han desarrollado un culto de admiración a las atrocidades de Caín como víctima de sus ambiciones descomunales por el control del poder. Si eso fuera así, la Biblia entonces debería ser un culto al hermanicidio en la lucha por el poder. La figura de Caín se antepondría a la de cualquiera de los profetas de la liberación. Ahora bien, nadie es capaz de sostener hoy que imitar el ejemplo de Caín representa la forma más auténtica de asumir la herencia bíblica y la exaltación de un amor eterno por la humanidad en cuanto descendiente de Caín, sería el mayor legado como premio y castigo del Antiguo Testamento. Y el complejo de culpa el mayor acto de solidaridad. Por el contrario, Caín recibió la reprensión de Dios. La herencia cristiana no se asume por la vía del hermanicidio, sostenida en cada momento de la historia humana y recompensada de perdón en perdón. Pero de un perdón, que lejos de clausurar aquel hecho, lo que hace es perpetuarlo, repetirlo y eternizarlo, con el propósito de justificar las guerras de conquista y el control del poder y la usurpación de otros territorios ajenos, como lo hace el colonialismo. Que sepamos hasta ahora, ninguna Iglesia católica, protestante u ortodoxa griega nos habla de elevar a los altares a “San Caín” y de la eterna condena a Abel, como eterno recuerdo fosilizado de “los vencidos” y de “los conquistados –y reconquistados- para siempre” como hoy pretende hacerse con los pueblos originarios de América y con el pueblo palestino. Cosa que a lo mejor pareciera verlo muy bien el profesor Antonio Pasquali ¿O será que su ciego antichavismo lo enloquece tanto que ya no ve lo elemental de un planteamiento? Esto significaría, no otra cosa, que de estudioso de los medios, terminó por ser estudiado –y manipulado- por los medios. Y simplemente, que vaina, al fin ¡se lo ganaron! Hasta RCTV y Globovisión.

SAM BIL: EL NUEVO SANTO CACHÓN DE CHACAO

Pero también debemos recordarle a “Don” Antonio Pasquali que si hemos conocido intentos de la ultraderecha española, de la falange y del Opus Dei para canonizar a Cristóbal Colón, a Isabel La Católica, a Pizarro. Y sin canonización y sin nada, no han faltado en cambio voces del silencio que nos han venido hablando de “San Hernán Cortés”. Pero no así de “Santa Malinche”. ¿Por qué será si la cabronería política y el malinchismo constituyen su mayor acto de fe que recoge la quinta esencia de las nacionalidades., del “ser” mexicano, guatemalteco, venezolano, peruano o colombiano?

¡Este es un país cogío! (César Rengifo)

Y de lo argentino, lo uruguayo y lo chileno a lo Sarmiento y Alberdi, ¡ni hablar del peluquín! Había un viejo dicho que tenían en Cosquín: ¡Es por Buenos Aires por donde se cogen a la Argentina!

Como también aquí en Venezuela, la ultraderecha fascista ha conseguido un nuevo Santo para ser canonizado por el Cardenal Urosa Sabino por allá por Chacao.

El “SAM BIL”… nueva inversión de San Dólar, fue rechazado por esa canaria y blanca de orilla, Nuestra Señora de La Candelaria, patrona de los guanches. Al fin y al cabo, el SAM BIL es el patrono responsable de todas las nuevas idolatrías que están muy a la moda en los vientos del este de Caracas (según el agudo comentario humorístico de nuestro buen amigo Roberto Urbano Taylor).

Con ese Santo Cachón ya no será necesario canonizar a Diego de Losada. Ni a Francisco Fajardo el mestizo, preñados ambos de buenas intenciones, como Carmona Estanga y sus Apóstoles.

¿Qué le diría hoy al Cardenal Urosa, en su ética católica el poeta León Bloy al encontrarlo canonizando a “SAM BIL”

por allá por Chacao?

LA POLÉMICA SOBRE LAS BASES FILOSÓFICAS Y TEOLÓGICAS DE LA CONQUISTA NO HA TERMIANADO

Mucho se ha hablado de la polémica sobre las bases teológicas sobre la conquista de América. Pero en el fondo toda la discusión apuntaba casi siempre hacia su fundamentación, justificación y legitimación. La discusión filosófica, teológica, jurídica, ideológica y política no murió en el siglo XVI sino que se prolonga hasta nuestros días.

No en vano César Rengifo se presentó como un hombre de la anticonquista. Enrique Bernardo Nuñez nos recordó siempre que la conquista no ha terminado, ni la colonia, ni la independencia.

Mariano Picón Salas, uno de los más lúcidos de la corriente hispanocéntrica, termina dándose cuenta que el indio está en el centro de toda la discusión filosófica y teológica de la época colonial, a pesar de que ese no era el propósito de sus ensayos.

Una palabra clave, daba la clave de todo: “Los vencidos”. Vale decir, vencidos no solo en el siglo XVI sino para siempre y durante todos los días y en todos los tiempos por venir. Hay que declararles por tanto la guerra a cada hora, cada segundo, cada minuto, hasta que sean extinguidos como pueblos, como lenguas, como culturas, como visión del mundo. Y como sujetos o actores vivos del territorio y luego, apelar a otra palabra clave:”tierras de nadie”, “despobladas” o “poco pobladas”. Por eso Galeano asegura, irónicamente, que los indígenas desaparecieron antes de aparecer.

Entonces aparece otra palabra clave, que señalé en el prólogo al libro de Esteban Emilio Mosonyi, Identidad Nacional y Culturas Populares (1982):

“el último”, siempre “el último.” “El último moicano”, “la última ona”. “El último grito de la sabana”. Dentro del fundamentalismo y el racismo occidental anti-indígena más radical, hay siempre ese deseo, ese sueño de pulverizar, hasta acabar con él último, hasta convertir las cenizas en el viento, en memoria que se va para siempre, lo cual constituye otra manera de morir, como dicen los ancianos indígenas. Pero de morir no solo los indígenas como pueblos, sino también nosotros como descendientes de esos pueblos originarios. Y entonces viene el cuento de “lo que pasó quedó atrás”, siempre como pasado, lo que fue y nunca más será. Lo que no existe y hasta el extremo de que “tampoco existió”, porque eran “tierras vacías” y en consecuencia “de quien las descubra”.. Y así, la invisibilización del presente –y pasado- de su existencia humana, histórica y cultural en la segunda década del siglo XXI.

Esa anticonquista de la que habla Rengifo es lo que hoy llamamos la resistencia indígena!

CONCLUSIÓN:

Lo que hermana, no es la conquista. Lo que hace madre y padre, no son las madrastras, los padrastros y los postizos tatarabuelos.

Altos de Guaicaipuro, enero de 2011. A 200 años de la Declaración de nuestra Independencia.

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(1) Rengifo, como hombre de la anticonquista, todavía sigue en el destierro

(2) Conversación en un taller en la Guajira colombiana con el poeta Ramón Paz Ipuana. De algo muy real que le pasó con un profesor de la Universidad del Zulia(LUZ)


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Saúl Rivas-Rivas


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