El episodio Uribe-Granda-Chávez puso al descubierto nuevamente la torpeza y la miopía política de la oposición venezolana. A las primeras de cambio no atinaron a calibrar lo peligroso que es ser vulnerable en materia de secuestros “antiterroristas”. El desfile de los opinadores de oficio descalificando al nuestro y alabando al ajeno, nos hizo revivir los días del paro petrolero, no por la cayapa acostumbrada, sino por las barbaridades que volvimos a escuchar.
La ficción oposicionista no tiene límites. La afirmación más temeraria fue aquella según la cual se comprobó que Chávez es un Presidente ilegítimo, pues si el gobierno nacionalizó a Granda, debe haber nacionalizado también a los casi seis millones que votaron por el No en el referéndum. Es decir la Misión Identidad, según la oposición, fue una Misión Nacionalización Masiva que habría puesto a ganar a Chávez.
Adicionalmente, cualquier comunicado del Palacio de Nariño fue recibido en Venezuela con hurras y aplausos. Y ni hablar de las declaraciones de los “voceros” del Departamento de Estado o de los documentos que de esa institución “emanan”. Los desenfrenados de deseos para que nos invadan se pusieron de nuevo al descubierto. Y más de uno afirmó que “el fin de rrrrrrégimen” está muy cerca.
Pero el capítulo si se quiere más folclórico, fue la turba que salió al defender el honor mancillado de la sustituta de Colin Powel. No es que lo dicho por el Presidente haya sido lo “máximo”. Lo interesante es que se puede estar en desacuerdo con lo dicho por Chávez sobre Condoleezza Rice, pero si eso no va acompañado de una protesta enérgica por la violación de la soberanía del suelo venezolano, pues los rasgamientos de vestiduras en defensa de los derechos de la mujer huelen a “oportunismo de género”, que ya quisiéramos las mujeres que se manifestara con una periodicidad menos “fronteriza”.
La falta de acuerdo en la Asamblea Nacional, alegando que las relaciones binacionales iban por mal camino, pues no se reúne ni la Comisión Binacional Fronteriza (Combifron) ni la Comisión Presidencial de Integración y Asuntos Fronterizos (Copiaf), es como que un médico se empeñe en curar una gripe cuando el paciente que tiene en la camilla, tiene el tripero afuera producto de una riña callejera. No me dirán que es un momento inoportuno para tomar acetaminofen, darse golpes en la espalda y tomar mucho líquido.
Estas menudencias, al igual que las actuaciones enloquecidas del pasado, tuvieron como colorario el regreso de las marchas verdaderamente escuálidas de antaño. Hace años que el escualidismo verdadero no se manifestaba. Tanto tiempo ha pasado que el diario El Universal (24/01/05), fiel a su tradición opositora, le obsequió a sus lectores un titular de antología: “La oposición retomó la calle”. Pero ni mencionó la multitud que abarrotó la avenida Urdaneta. No sé si reír o llorar, pero no hay dudas: Volvieron los escuálidos.
*Periodista
mechacin@cantv.net
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