27 de febrero de 1989.
El pueblo de Caracas, ante el impacto de las medidas contenidas en el "paquete económico" impuesto por el gobierno de Carlos Andrés Pérez, sale a la calle agobiado por el peso que dichas medidas le imponen sobre sus hombros, sobre todo después de haber sido testigo de la "coronación" del mandatario recién electo. El presidente no concedió mayor importancia al hecho y se trasladó a Barquisimeto a una reunión con la "Asociación de Ejecutivos de Venezuela" y en una parte de su discurso le dice a los miembros de la misma que "no hay que alarmarse por la situación. Vamos a aprovechar la crisis para generar bienestar". A su regreso a Caracas se da cuenta de la gravedad de la situación y a partir de ese momento, prácticamente, cede el poder al General Ítalo del Valle Alliegro, Ministro de la Defensa, quien por instrucciones expresas del primer mandatario ordena traer a Caracas refuerzos militares del interior del país para controlar la situación provocada por la irracional decisión de aplicar de golpe las medidas impuestas por el Fondo Monetario Internacional.
Lo demás es historia conocida en parte, porque la televisión venezolana no transmitió las imágenes horrendas que se veían a través de las televisoras del exterior: la masacre a la población civil por parte de las fuerzas militares, sin que hasta hoy se conozca realmente el número de víctimas.
8, 9, 10 de febrero de 2005.
La fuerza de la naturaleza arremete, una vez más, contra el Estado Vargas y otros Estados de Venezuela. Durante el asueto de carnaval decenas de miles de compatriotas que permanecieron en sus viviendas observan angustiados e impotentes la pérdida de casi todos sus bienes materiales, y otros miles que se habían trasladado en busca de esparcimiento a otros lugares se desesperan porque no pueden regresar a la seguridad de sus hogares. En ambos casos se siente la angustia ante la falta de servicios básicos, alimentos, transporte y ni siquiera la posibilidad de salir por sus propios medios.
El Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, instruye al Ministro de la Defensa, General Jorge Luís García Carneiro, para que se movilicen todas las unidades de la Fuerza Armada requeridas para rescatar las personas que se encuentran en condiciones de inseguridad y se les preste toda la ayuda necesaria para superar tan dolorosa situación. En un magnífico despliegue la Fuerza Armada cumple con la tarea asignada, en conjunción con otras organizaciones civiles, dándose una demostración de la unidad cívico-militar que ha sido característica de este gobierno.
Sorpresas que da la vida.
En uno de los clubes que funciona en el Estado Vargas, se encontraba el General (R) Ítalo del Valle Alliegro, cuya voz, con tono preocupado, se pudo oír retransmitida por una de las "jineteras de los medios" informando que en ese sitio se encontraban recluidas cerca de trescientas personas, entre niños, adultos y ancianos, privados de todos los servicios y en espera de ser rescatados. La Fuerza Armada, en cumplimiento de su noble misión, oportunamente rescató no sólo al General y a todos los que estaban en el club, sino a miles de compatriotas que se encontraban en peores condiciones.
¡Que diferencia entre las Fuerzas Armadas que masacraron al pueblo cuando estaban bajo sus órdenes y la Fuerza Armada que salvó la vida de tantos del pueblo, incluyendo la suya, bajo el comando de otro General del pueblo!.
No sé que pensará el General (R) Alliegro, pero conozco una de las víctimas que fue rescatada en situación similar a la suya, escuálida de "uña en el rabo", que se encuentra actualmente bajo una tremenda depresión, absolutamente reconcomida, por el hecho de haber sido rescatada por la Fuerza Armada, ya que considera que es como si tuviera una deuda de gratitud con ella y sus prejuicios son tan grandes que no le permiten reconocer a este "Rrrrégimen" el mínimo logro o acierto.