Hay un refrán en Venezuela que dice.” Coma avispa, que cigarrón atora” el cual se le suele dirigir a una persona que es medio abobada, lenta en su accionar o no atiende a los llamados de uno con la prontitud requerida. También se le aplican otros calificativos mucho más fuertes o despectivos sin que la persona agraviada responda, lo cual hace que los abusadores que nunca faltan se sientan cada vez más envalentonados ante esa persona y la tomen de sopa sabiendo que sus acciones quedarán impunes aunque repugnen a otras personas que desearían estar en el pellejo del escarnecido solo para poner en su lugar a los abusadores que creen tener a Dios agarrado por la chiva.
El Presidente, aun sin ser un personaje de este tipo ya que ha dado suficientes demostraciones de esto, ha permitido que la ¡y que oposición! le tome por uno de estos personajes y no reacciona, no digamos de la forma arbitraria como lo hubiera hecho cualquier presidente de la IV-R, sino ni siquiera apelando a los mecanismos democráticos que pone en sus manos la CRBV. Es así como la ¡y que! se siente cada vez más envalentonada y hoy se encuentra montada sobre un golpe de estado en cámara lenta, producto de esa falta de aplicación de las leyes que arranca desde la famosa sentencia del TSJ el año 2000, mediante la cual aquí no se produjo golpe de estado, sino que los militares actuaron “preñados de buenas intenciones”, así como otras sentencias inicuas que dejan tanto al Gobierno como al ciudadano común en estado de absoluta indefensión.
Esa táctica de la oposición incluye achacar al Presidente cuanto mal ocurre en Venezuela, y hasta fuera del país, sin que haya más que unos programas aislados capaces de defenderlo de la virulencia con que los medios lo atacan. Y lo peor de esta campaña de desprestigio es que muchos, incluso de quienes lo apoyan, son capaces de creerlo o, cuando menos, se ponen a dudar de la actuación presidencial, aunque no toda la culpa se puede achacar a esos compatriotas que terminan por ser víctimas de la propaganda mediática. Muchos de ellos al ver que sus justos reclamos no son atendidos por los niveles correspondientes, tratan a como dé lugar de hacer llegar sus planteamientos al Presidente, lo cual algunas veces logran e incluso el Presidente delega la solución de esos problemas en otros niveles, es decir que hace el recorrido contrario al que debía seguir normalmente, y transcurrido un tiempo considerable el problema sigue exactamente igual a como llegó al Presidente, lo cual hace disminuir la credibilidad en su buena voluntad de darles solución, aparte de que se encuentra en estado de aislamiento. Ya ha ocurrido varias veces que el Presidente, en sus programas públicos, da una orden directa para la toma de alguna acción y meses más tarde, cuando por alguna razón lo recuerda y solicita información, la respuesta que obtiene son evasivas que indican que no le “pararon bolas” lo que lo ha llevado a que él mismo lo reconozca. Ahora, si esto ocurre con sus más allegados, que podrá esperarse de otros niveles de la administración pública y que es lo que lleva al pueblo a decir que “al Presidente lo tienen aislado” o lo que es peor todavía que “no le paran ni sus subordinados”. Por eso este artículo, dirigido al Presidente, lleva por título “coma avispa, que cigarrón atora” y recuerde que la quinta columna no descansa.
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