Me preocupa haber visto, en medio del debate en torno a La Hojilla, cierta furia de algunos contra los intelectuales, profesores, académicos. Hay en esa furia una profunda incomprensión del proceso revolucionario venezolano. En Venezuela está planteada, tanto en la Constitución como en el discurso chavista, una alianza de clases revolucionarias para enfrentar a los enemigos históricos de la Patria. Dentro de esa alianza, los intelectuales juegan un importantísimo papel como voceros autorizados del pensamiento político de la Revolución. Estaríamos muy mal si no tuviéramos a gente como Luis Britto García, Roberto Hernández Montoya, Roberto Malaver, Samuel Moncada, Daniel Hernández, Carlos Escarrá y tantos otros que día a día aportan sus conocimientos y enfrentan al sector contrarrevolucionario de la intelectualidad venezolana.
El odio contra los intelectuales no es más que un acto de resentimiento radicaloide de esta gente que piensa, erróneamente, que podremos avanzar excluyendo a las clases medias y a los sectores ilustrados del país. En mi caso personal, me siento muy bien de haber estudiado. Nací en el seno de una familia pobre, hijo de campesinos emigrados, en Catia. Pude estudiar primaria y secundaria gracias al esfuerzo de mi madre viuda que se partió el lomo toda la vida para entregarme a mí lo que ella, que era tan inteligente, no tuvo: la posibilidad de estudiar. Luego fui a la Universidad y trabajé para poder hacer mis estudios.
Fui buhonero y mesonero, entre otras cosas, y al final me hice de mi título universitario. Pero más que el título, pude acceder al invalorable tesoro del conocimiento que ha acumulado la laboriosa humanidad a lo largo de los siglos. Siendo un hombre del pueblo, estoy resarciendo el esfuerzo de mi difunta madre trabajando para la revolución, he publicado desde el año 2000 cuatro libros y numerosos artículos de prensa, y he dictado numerosas charlas y participado en foros, siempre en apoyo de las luchas del pueblo venezolano.
Soy un intelectual y me siento orgulloso de serlo. Sigo estudiando porque valoro ampliamente el trabajo secular de los estudiosos que han sido y que han ayudado a preservar la memoria de la Humanidad y a apuntalar al progreso de las ideas y de la práctica de los hombres. No olvidemos que todos los grandes líderes revolucionarios fueron intelectuales: Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Mao, Fidel, Chávez. Abramos nuestra mente apartando la pequeñez, la mezquindad, y trabajemos por la unidad de todo el pueblo y por fortalecer la alianza de clases revolucionarias.