Se han aferrado a la destrucción de la industria petrolera, porque desde un sector altamente especializado, dependiente de ejecutivos que tienen el control de las operaciones de venta, transporte y entrega de carga, pueden provocar una paralización del país. Esta paralización petrolera estaba dentro de los planes del paro según confesiones de los hermanos Ochoa Antich, donde estos jefes de la Coordinadora muestran preocupación por las medidas de despido que pueda hacer el gobierno, y aquí se repite exactamente de nuevo la historia, con la actitud de los medios el 11-A, cuando los cuatro canales privados creyeron que se les iban a suspender las concesiones por sus actividades declaradamente golpistas, y no se hizo nada. Por otro lado el gobierno no había previsto las dimensiones de esta acción contra la empresa petrolera. Estos ejecutivos que tienen grandes intereses con contratistas y forman parte del negociado político de Carlos Ortega y Carlos Fernández, debieron hace tiempo haber sido desplazados de esta industria en virtud del peligro que representan el funcionamiento de una parte esencial de estado venezolano.
Ante esta situación no se puede estar vacilando. Se trata de la vida económica del país, y los funcionarios del gobierno se muestran débiles y vacilantes ante las urgentes acciones que se deben tomar. Si el 11 de abril, la vacilación del gobierno ante las medidas desbordadas de la oposición condujo a la sublevación del sector militar, las divagaciones ante las acciones criminales de ciertos ejecutivos de Pdvsa, están provocando un estado de conmoción social de igual magnitud, que puede estremecer la base de la economía nacional. A estas alturas, Marta Colomina se burla de las supuestas acciones del gobierno ante los barcos fondeados en el Lago de Maracaibo, donde todo el efecto mediático se ha concentrado para hacer que el paro no fracase completamente. Es lo único que les queda, pero es algo sumamente peligroso.
Los funcionarios del gobierno, sea Alí Rodríguez o el ministro de Minas e hidrocarburos, serán los responsables de lo que pueda ocurrir en esta industria. Es inconcebible la postura derrotista, genuflexa y hasta peligrosamente extraña que asumió el señor Alí Rodríguez el día jueves 5, en una alocución que hizo desde la Vicepresidencia de la República.
Casi le estaba implorando a la oposición que no se metiera con Pdvsa, como si la oposición fuera a escuchar y a obedecer sus palabras, cuando lo que hizo con su debilidad fue reforzar y recrudecer la acciones del paro en este sector. El gobierno no ha sido lo suficientemente decidido, determinante y claro con estos ejecutivos altamente comprometido con las acciones de las transnacionales para destruir a Pdvsa. Se ha dicho, pero sin mucha difusión, que en las Leyes Habilitantes se le metió al Presidente de la República un tremendo strike, porque en ellas va una ley que considera a estos ejecutivos como intocables, como personal de alta seguridad del Estado que no puede ser despedido por ninguna disposición administrativa ni por ningún decreto.
El país ansía saber si realmente el gobierno tiene elementos para contrarrestar estos chantajes y saboteos, porque son infiltrados, petroespías, mercenarios con alto poder dentro de la industria vital nuestra, y que se debió prever con bastante anticipación al golpe del paro. Hay que tener en cuenta que las recomendaciones que hizo Luis Giusti a la Coordinadora Democrática, fue la de hacer lo imposible por paralizar la industria petrolera porque de otro modo el paro sería un fracaso. Por eso lo está prolongando, y por eso el día jueves por la noche decidieron resistir, porque al fin estos ejecutivos estaban cumpliendo al pie de la letra con el mandato que se les ordenaba desde la CTV y Fedecámaras en acuerdo pleno con poderosas fuerzas económicas internacionales.
¿Cuándo el gobierno va a entender que este personal debe de ser de entera confianza de sus medidas y procederes, y que no se puede andar con medias tintas con él? Está en peligro la vida de la república, y como decía Bolívar ante circunstancias terribles, no se puede anda con paliativos ni con salidas demasiado protocolares. No se puede dejar que tome fuerza una conmoción económica.