Quienes se declaran militantes y defensores de la revolución bolivariana y de su institucionalidad democrática, deberían repasar tales documentos a la hora de realizar desleales e inconsecuentes criticas sobre las decisiones fundamentales de la dirección revolucionaria en materia internacional, por cuanto, tales definiciones constituyen su base directriz para el accionar político en los complejos escenarios regional, internacional y mundial, los cuales requieren visiones, lecturas, estudios y perspectivas más allá de la estrechez del análisis de un evento político concreto – por muy doloroso que éste sea - o de la invocación sesgada de principios y analogías históricamente descontextualizadas.
Es bueno confirmar que, si algún objetivo histórico ha alcanzado la joven revolución venezolana respecto a la III y la Cuarta República, es haber restablecido la Soberanía de la Nación, del Estado y de los ciudadanos y las ciudadanas, sobre su territorio, su vida política y sus instituciones; atributo esencial a nuestra hermosa tradición republicana, que confirma el ideal bolivariano de rechazo a TODA INTROMISION en los asuntos internos del Estado venezolano y, especialmente, de toda potencia o fuerza extranjera que, sin autorización de los Poderes del Estado, pretenda inmiscuirse en las decisiones políticas fundamentales de la República o, penetrar – sin la debida autorización legal correspondiente -, en el espacio territorial venezolano, para desarrollar actividades contrarias al orden interno o, en contra de otro Estado con el cual, la República Bolivariana de Venezuela, no se encuentra en situación de beligerancia.
Los bolivarianos que cuestionan la correcta política del gobierno revolucionario del comandante Hugo Chávez Frías de Neutralidad, Paz, Aplicación del Derecho Internacional Humanitario y Solución Política Negociada del Conflicto Social y Armado Interno existente en la República de Colombia, ya legalmente reconocido por ese Estado, no deben escudarse en generalizaciones, analogías forzadas y explotaciones de sentimientos de solidaridad internacionalista, sosteniendo publicamente que rechazan tal política del gobierno bolivariano y apoyan abiertamente que las fuerzas insurgentes colombianas ingresen libremente a nuestro sagrado y soberano territorio nacional, aceptando convertirlo en un campo de batalla de fuerzas extranjueras, en el cual el Estado Venezolano debería abstenerse de intervenir, no importando el daño que la misma cause a la estabilidad política interna, al avance del proyecto revolucionario, la seguridad de nuestras fronteras terrestres, acuáticas y aéreas y nuestras relaciones bilaterales, regionales e internacionales.
Siendo así, se equivocan estos revolucionarios bolivarianos al rechazar esta concepción republicana y democrática de nuestra Soberanía y asumir la defensa de un internacionalismo poco responsable, porque antes que adherirse a la campaña internacional de descrédito contra nuestra revolución, su gobierno y líder fundamental, el comandante Hugo Chávez Frías, deberían exigirle a la insurgencia revolucionaria colombiana, cuyo accionar extra-fronterizo cuenta con su decidido apoyo y solidaridad en la utilización de nuestro sagrado y soberano territorio nacional como “Patrio Trasero”, que cumplan su cuestionada promesa de respetar la Soberanía de la República Bolivariana de Venezuela, evitando convertirse en fuente de fricciones, tensiones y conflictos entre el Estado Colombiano y el Estado Venezolano, sin que puedan tener la convicción de que, en lo tocante a los temas de la Paz y la aplicación responsable del Derecho Internacional Humanitario, esta revolución seguirá cumpliendo con sus obligaciones y teniendo la generosidad que le ha caracterizado.
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