Absolutamente todos, los "cuestionadores" (no consigo un término más apropiado que no les haga sentirse muy ofendidos) han partido del principio según el cual toda opinión, absolutamente toda, distinta a la de ellos es muestra de "intolerancia gubernamental" o de "mediocridad pasiva y conformista", como dicen.
Esa postura arrogante y estúpidamente pretenciosa de auto erigirse en conciencia y en verdad absoluta de una compleja revolución como la nuestra, sin dejar el más mínimo espacio a la posibilidad del equívoco, o de la desinformación, al menos, es probablemente lo más chocante de estos camaradas.
El jueguito acomodaticio de la fraseología para intentar aparecer como respetuosos de la figura presidencial y del liderazgo del Comandante Chávez, pero insultando a su gobierno y a los ministros de su gabinete de la manera insolente en que lo hacen precisamente por cumplir las órdenes del presidente, es lo más bochornoso. Decir, por ejemplo, que "asumir la responsabilidad, nos resulta una interesante jugada del presidente Chávez" como se dice por ahí en un articulito que es usado hoy por este sospechoso "movimiento" como "manifiesto ideológico" y que desde su mismo título empieza por insultar y descalificar a los demás llamándoles "monitos", para inmediatamente hacer una repulsiva distinción entre "oficialistas y revolucionarios" colocando a los ministros (y a todos quienes respetemos las decisiones del líder) fuera del sitial de honor de la revolución entre el que se ubican ellos, no puede ser sino una treta redaccional bastarda y muy mal urdida, que evidencia, además de las ínfulas, una perversa aversión hacia quienes acompañamos al presidente Chávez y, por ende, contra el Comandante en sí mismo.
El liderazgo no es una característica antojadiza de los altos jerarcas burgueses, como siempre se ha querido hacer ver desde el ámbito de la izquierda más recalcitrante. La historia de esa izquierda errática y diletante, que se empeña siempre en anteponer la teoría política a la realidad de los requerimientos de la lucha y a las verdaderas necesidades de los pueblos, ha fallado siempre en su empeño por acabar con el correcto sentido del liderazgo, en su reivindicación a ultranzas del derecho de los movimientos progresistas a la "dirección colectiva" de la lucha. El fracaso de La Comuna de París es sólo un breve pasaje en esa larga historia de desaciertos del modelo de liderazgo colectivo arbitrario y anárquico. Ahí están los movimientos de los Indignados, en Europa. Todos, desde los que promueven un viraje radical al modelo social, político y económico, hasta los que aspiran únicamente a que se legisle sobre la necesidad de preservar el oso polar, pasando por quienes abogan por la prohibición de la ropa interior, tienen la razón. El problema es ¿a dónde llegará todo eso? Ya hoy están desmontando sus carpas. Mañana… veremos.
Eso es así porque el liderazgo no es la reserva de un espacio preferencial en el frívolo podium de la trascendencia histórica que persiguen los políticos convencionales (y los académicos de cierta izquierda arrogante, según vemos), sino la instancia necesaria en la cohesión y factibilidad del proyecto, si en efecto se trata de un proyecto honesto de justicia y de igualdad social y si en efecto se cuenta con una figura con la suficiente competencia, con la preparación y con el suficiente arrojo para asumir el compromiso de la entrega definitiva a la causa, como los que ha demostrado con excepcional suficiencia Chávez, por ejemplo. Por eso es que en Venezuela no hemos sentido ni la brisa de la estrepitosa caída del capitalismo en el mundo.
¿Por qué fue Bolívar y no Santander quien pasó a la historia como el gran liberador de nuestros pueblos en la lucha independentista y por qué se logra el triunfo sobre el poderoso imperio español, siendo tanta la desventaja militar del ejército patriota? Ninguna, absolutamente ninguna otra razón que no sea su capacidad de liderazgo explica esa circunstancia. Siendo el hombre diminuto y frágil que era para las exigencias de la guerra, desapegado como fue siempre a las ambiciones y a los placeres mundanos que facilitan la notoriedad y el poder, su clara concepción del proyecto y su amor a la patria y a la justicia social determinaron su rumbo sin equívocos. Pero fue, sin lugar a dudas, su liderazgo (su sólida formación intelectual, don de mando, carisma y vida ejemplar) lo que aseguró el triunfo en una guerra que estuvo signada desde sus inicios por la anarquía y las visiones encontradas (e incluso opuestas) entre los mismos integrantes del independentismo. No fue precisamente la lucha contra los españoles lo más arduo para Bolívar en todo aquel proceso, sino la guerra permanente contra las inconsistencias de sus propios copartidarios. Algo que todavía hoy padecemos, no sólo en Venezuela sino en la región en su conjunto, parte de lo cual se expresa en la terrible tragedia que sufre hoy el pueblo colombiano. Es Santander quien sigue combatiendo contra las ideas de Bolívar en Colombia y pareciera que también en Venezuela.
Pero Bolívar tuvo que ejercer su liderazgo sorteando obstáculos más allá de lo imaginable en un ser tan extraordinariamente humanista como él. Ya en octubre de 1814 ordenaba fusilar a ochocientos soldados del enemigo, en su gran mayoría venezolanos, so pena de poner no sólo en riesgo sino en franco fracaso la lucha por la independencia. En un reciente artículo lo expresábamos de esta manera "No imagino qué habrá tenido en mente Bolívar en medio del trance que llevaría a Piar al paredón, pero muy probablemente habrá tenido que ver con la valoración de dos magnitudes: la de una gloria individual o la del destino de todo un continente. Asunto de no poca monta que sólo puede sopesar el líder cuando el proceso es en efecto un proyecto consistente y no una competencia de arrogancias irrefrenables." ("La Frase de Jaua" / Ultimas Noticias - 13-05-2011)
Cuando todos son líderes, quiere decir que no hay liderazgo y que los riesgos de fracasar en la lucha son infinitos. Tan sencillo como eso.
Por eso es que la oposición no pega una con su manido tema de la unidad sin liderazgo. Porque, igual, exactamente igual, a lo que nos proponen los amigos "cuestionadores", en la oposición no se reconoce liderazgo alguno sino la fórmula de conveniencia particular o individual de cada quien. El fracaso de Bolívar, reconocido por él mismo a las puertas del sepulcro, fue ceder el liderazgo y permitir que se desataran las pasiones del individualismo subalterno que subyace siempre detrás de la dirección colectivista. Sólo que él lo dijo de otra manera.
El poder popular no es dirección colectivista, donde cualquiera reorienta o distorsiona el proyecto a su buen saber y entender, sino una institucionalidad en la cual el pueblo ejerce el poder en forma directa, pero bajo parámetros y normas perfectamente establecidas y acordadas entre el colectivo. En lo cual el rol del líder sigue siempre teniendo vigencia si es ese el interés de las mayorías. Por eso en la propuesta del Socialismo del Siglo XXI partimos de la utilización del instrumental burgués de la elección, mediante voto directo, universal y secreto, como mecanismo para asegurar que el líder sea quien considere el pueblo que será el líder y no otro distinto designado por los poderosos o escogido arbitrariamente en los cenáculos de la intelectualidad académica de izquierda.
No se trata de si en revolución es o no permitido cuestionar al líder. Más que estúpido, sería irracional una propuesta de tal naturaleza, incluso para la más ignara militancia, entre la que a mucha honra me cuento. El tema no es ese.
El asunto es: ¿Estar con Chávez es ser un arrastrado miserable y estar contra él es ser un auténtico revolucionario? ¿Por qué no puedo yo estar de acuerdo con mi líder y por qué debo asumir que al hacerlo soy un "mediocre pasivo y conformista"?
¿Cuál es la gloria de no subordinarse al líder en una lucha inequívocamente humanista y por la justicia y la igualdad social?
Como dice el amigo Alberto Nolia, eso van a tener que explicármelo más despacio porque serán muchos los títulos académicos de esos “próceres” pero eso está muy de la CIA para mi gusto.
Palabras más, palabras menos, se dice en los manifiestos de estos compatriotas, que Chávez estaría indiscutiblemente equivocado, en virtud de lo cual tendría que aceptarlo porque de no hacerlo estaríamos prefigurando el régimen totalitario, intolerante, que la derecha (y ahora ellos mismos) dice que sería la revolución.
Pero si alguien opina en contrario a lo que ellos sostienen, en uso de su derecho y en ejercicio de la más perfecta libertad, entonces se auto proclaman perseguidos y víctimas de una salvaje intolerancia. Un viejo recurso melodramático para edificar autoridad y ganar estatura ética entre la galería. Igual, exactamente igual, al archi manido esquema de OTPOR de ofrendar flores a los soldados o agentes de la policía para luego desatar la represión por parte de estos y quedar en definitiva ante la historia como los agredidos para quienes la justicia es indefectiblemente el derrocamiento del régimen que les ocupe en cada caso (muy sospechoso, insisto).
Se sostiene ahí que quienes respetamos las decisiones del Comandante y de su gobierno en el tema de las extradiciones, seríamos unos miserables incondicionales sin criterio. Y peor aún, "...receptores acríticos de las directrices políticas con propensión a la estigmatización y persecución de la crítica."
No existe, a lo largo y ancho del conocimiento humano, disciplina alguna de la política, la religión, las artes o la ciencia, en la que la independencia de criterio no pueda o no le sea lícito coexistir con un pensamiento superior al que se le brinde respeto o lealtad. No es inmoral, en modo alguno, el apego a un ideal, cualquiera que sea. Que surjan a través del tiempo mentes brillantes que generen nuevo conocimiento y transformen la forma de pensar de la sociedad, es completamente usual en la historia.
Precisamente del hecho de que no existe posibilidad alguna de que todos, absolutamente todos, los que se inician en la lucha terminen al final consagrados como próceres, es que surge el carácter trascendental del líder. En el camino se van quedando los equivocados, los cobardes, los incompetentes, los que no supieron dimensionar el compromiso, los que se agotan, los que mueren o simplemente los que brincan la talanquera. Por eso la inmensa gesta independentista solo arrojó en nuestros países apenas una treintena de héroes de la Patria en cada caso, muchos de los cuales por lo general terminan siendo “cuestionados” por las academias (¿será a eso que se deba que los billetes siempre nos presentan a los mismos cuatro o cinco próceres?).
Eso corrobora la tesis de la importancia y necesidad del liderazgo bien fundamentado. Que ciertamente no creo que sea el caso de quienes, desde una buena oficina con aire acondicionado o de un alegre café de Sabana Grande disparan acusaciones a mansalva contra un individuo cuyo principal rasgo, además de su irrefutable entrega a la lucha al lado del pueblo, es la honestidad y la profunda y muy bien formada convicción revolucionaria que le han convertido en líder en el mundo entero.
¿Con cuáles credenciales se está intentando desconocer el liderazgo del presidente en las decisiones del gobierno?
¿Quién los eligió para ello?
¿En qué luchas han triunfado ellos con sus tesis de ultra izquierdistas trasnochados?
Insisto, los disgustados con Chávez, aparecen argumentando una supuesta inconsistencia del Comandante y de su gobierno, pero con los razonamientos de la derecha. Es decir; Que para ellos, ser verdaderamente revolucionario, es estar contra Chávez, a quien se le pide que rectifique a como de lugar so pena de declararlo pro imperialista.
En la noble e incuestionable solidaridad que esta gente expresa hacia compatriotas que han sido objeto de extradición por parte del Gobierno Bolivariano, hay una clara irregularidad que no es percibida por quienes tanto se rasgan las vestiduras por el pundonor revolucionario supuestamente vulnerado. ¿Después de más de una década de una intensa lucha por impedir que se nos etiquete con el estigma de "complaciente con el terrorismo", además de todas las otras etiquetas que usa el imperio para ir posicionando la idea de la conveniencia de tomar "acciones" contra los países del mundo a los que pretende someter usando siempre el beneplácito de las naciones a las que convence con ese recurso de las listas de señalamiento, vamos a dar el insensato paso de ser nosotros mismos quienes legitimemos la tesis según la cual Venezuela es efectivamente un "paraíso para el terrorismo internacional", sea cierto o no que los camaradas extraditados sean susceptibles de imputación por los delitos que se atribuyen?
Pareciera que no importan ni el asedio, ni las razones de Estado, ni las presiones internacionales, ni la locura del imperio, desatado como está, sino el valor de unos camaradas que, en medio de las inmensas dificultades que debe sortear el proceso, caen y tienen que ser sacrificados en salvaguarda de un proyecto de dimensiones tan descomunales como su propia fragilidad ante el poderío de las armas y el capital de las grandes hegemonías dominantes.
Media hora apenas de forcejeo con el gobierno colombiano, o con el que fuese, sobre el asunto de la extradición correcta o incorrecta, después de un lustro discutiendo con los Estados Unidos por exactamente todo lo contrario, en lo cual hemos gastado una fortuna en honorarios y gastos procesales para que se nos devuelva a un requerido por nuestra justicia como lo es Posada Carriles, e incluso después de semanas de discusión con el mismo gobierno colombiano por lo mismo, pero en este caso referida a Makled, nos dejaría por lo menos como imbéciles ante el mundo entero. Es precisamente esa la emboscada a la que hacía referencia Chávez en su discurso del 1ro de mayo y que esta gente pareciera no entender en medio de su descomunal miopía política.
¡Claro, camaradas! ¡Caímos en una trampa y Chávez lo asumió! Nadie ha sostenido en modo alguno que el Comandante sea infalible. Estúpido es pretender lo contrario. ¿O es que acaso Bolívar no perdió batallas o no permitió, al menos, la entrega de Miranda a los realistas? ¿Qué hacemos, dejamos de ir al Panteón a rendirle tributo?
Por supuesto que no es comparable la criminalidad de Posada Carriles ni de Makled, con la lucha social de los compatriotas Pérez Becerra y Julián Conrado. Ese no es el asunto. El asunto es que la argumentación de los camaradas "cuestionadores" se basa en la legalidad que el imperio está usando para no entregarnos a Posada, ni Colombia (en aquel momento) a Makled.
No es la legalidad revolucionaria la que determina las entregas de los detenidos, sean cuales sean, PORQUE ESA, LAMENTABLEMENTE, TODAVÍA NO ES LA QUE RIGE LAS RELACIONES INTERNACIONALES. Salirnos de la legalidad burguesa ES LO QUE DESEA CON EL MAYOR FRENESÍ el imperio norteamericano para aislarnos del resto de la comunidad de naciones suramericanas convirtiéndonos ya no en terroristas sino en forajidos y abrir así el paso a su tan largamente ansiada y muy bien estudiada invasión a Venezuela.
En instantes, todo lo que rebatimos hace apenas dos años sobre el perverso expediente de la computadora de Raúl Reyes dejaría de ser una digna posición de defensa de nuestra soberanía y del respeto que se le debe a nuestro presidente para convertirse, automáticamente, en burda mentira. La inefable INTERPOL lavaría su cara y recuperaría su prestigio como organismo al servicio de los intereses del imperio. Todo cuanto cuestionamos a Uribe por falsario y traicionero se vendría abajo y el inefable expresidente cobraría una absurda, pero creíble, reputación de hombre responsable y honesto, simplemente por causa de un error político como al que nos quieren obligar estos rocambolescos defensores de la pureza revolucionaria infinita.
Todo, absolutamente todo, el proceso de integración que a partir de las propuestas bolivarianas ha forjado Venezuela en el continente se destruiría en segundos. La delicada situación de recuperación de las posibilidades de los movimientos progresistas en Honduras, sin ir muy lejos, se habría frustrado definitivamente, porque lo que ahí se está intentando no es precisamente legitimar el golpe de Micheletti, como esta gente quiere hacerlo ver en su irresponsable acto de simpleza, sino aprovechar una oportunidad única e impostergable para abrir un nuevo espacio de opciones a las luchas de ese sufrido pueblo.
Víctimas de acciones de acoso que de inmediato pondría en marcha el imperio (contando a partir de ese momento con buena parte de nuestros actuales amigos como “aliados”), nuestras relaciones comerciales, en lo cual hemos avanzado tanto precisamente por la dignidad que hemos demostrado ante el mundo abriendo mercados y áreas de intercambio comercial que el imperio ha tratado de cerrarnos desde siempre, se extinguirían como por arte de magia.
Toda, absolutamente toda duda sobre nuestra autenticidad, quedaría despejada para quienes nunca estuvieron del todo con una revolución tan acusada y señalada de mentirosa y perversa como la nuestra y nos colocaría ipso facto como los “grandes amigos de las FARC” que hemos dicho durante doce años que no somos, ante lo cual, hasta nuestros mejores amigos se verían obligados a hacer distancia.
Es decir; el problema que se le presenta a la revolución bolivariana no es tan simple como un asunto de si se honra o no a un esquema legal en la entrega de unos compatriotas, ni si esa circunstancia es producto de la supuesta adequización de la que hoy acusan al Comandante.
Por no haber caído en esa conchita de mango (que no percibe la sesuda inteligencia de los "cuestionadores") es que la Revolución Bolivariana, bajo la acertada conducción de Chávez, quien sí comprende la dimensión del problema, puede continuar avanzando en sus conquistas sociales. No por ninguna otra razón.
Y, finalmente, ¿En qué consiste la verdadera solidaridad revolucionaria y hasta dónde pueden o deben llegar sus alcances?
Mi abuela, iletrada y diminuta como era, decía que lo correcto era desconfiar siempre de aquellos que se venden siempre como más honestos, porque esos suelen ser los verdaderos inmorales.
Gritar a todos los vientos ese desmedido repudio al líder que más ha entregado en la lucha por la libertad de nuestro pueblo desde los tiempos independentistas, inequívocamente en función de la inclusión y la abolición de la injusticia y la inequidad, salpicando insultos y descalificaciones bien calculados contra los revolucionarios que sí defendemos a nuestro presidente sin ningún tipo de ambagues, no es sino la misma, exactamente la misma actitud del más reaccionario y elaborado quintacolumnismo.
¿De dónde tanto fervor supuestamente revolucionario, que tan extrañamente permite sin miramiento alguno colocarse tan de inmediato contra Chávez y contra el gobierno bolivariano por defender a uno que otro ignoto combatiente?
¿Si en un avión a 45 mil pies de altura, lleno de meritorios combatientes, un desperfecto obliga a lanzar al vacío a algún pasajero, a quién se lanza primero? ¿Al piloto?
¿Es la entrega o no de unos camaradas (por cierto, colocado siempre como "la gota que derrama el vaso" en el supuesto derrumbe del proyecto) lo que define la calidad y solvencia ética de un proceso revolucionario cuya eficiencia en salvar, no a miles, sino a millones de venezolanos y latinoamericanos del hambre y la miseria es absolutamente irrefutable?
Un reciente texto de Nestor Francia resulta más que pertinente: "...hay mucha confusión y dogmatismo, atavismos que deberíamos ya haber superado, señales de la realidad que difícilmente puedan comprender quienes se aferran a posiciones puramente académicas, tradicionales o estáticas. Tenemos que decirlo una vez más: no somos aliados de las FARC, no compartimos sus políticas, no tenemos por qué sacrificar los intereses de la lucha antiimperialista solo porque esta gente no quiere comprender que nuestro territorio no puede ser su refugio o desaguadero. Si no terminan de hacer la revolución, entonces no pretendan crear dificultades a quienes la están haciendo.
Lo otro sería replantear el proyecto bolivariano y retrotraerlo a esquemas de lucha superados en los años sesenta, en los que tantas vidas valiosas y tiempo perdido dejamos, y en los cuales el ideal bolivariano de la integración se confundía con la quimérica propuesta de una simple sumatoria de los endebles movimientos armados insurrectos de cada país suramericano contra el Estado burgués, alejándose cada vez más del pueblo (en términos geográficos, por lo menos) y de sus verdaderas necesidades y posibilidades.
Es decir... ¡el favor completo al imperio!
albertoaranguibel@gmail.com