La Revolución tiene nombre de Mujer


Si el 8 de Marzo de 1908, en Nueva York, un conjunto de obreras de una fábrica textil, protestaban por los abusos de los patronos, y un incendio, criminalmente, provocado ocasionó la muerte de 129 trabajadoras; en Colombia: Oveida, María y 15 mujeres más, todas del campo, huyendo de los crímenes de los paramilitares, emprendieron, decididamente, la construcción de la paz, en medio de esa guerra, cruenta y cruel, que durante medio siglo han vivido nuestras hermanas colombianas. Fundarían El Valle del Encantado: 128 hectáreas en la vereda de Córdova. Uno y otro suceso tienen, apenas, una diferencia de casi cien años.

Y es que todavía, en los albores del siglo XXI, no se ha entendido el papel revolucionario de la mujer en la construcción de la nueva estructura societaria. Sería abrumadora la cantidad de ejemplos, de vida ilustres, de heroínas anónimas en los Barrios, en la historia, en los campos, en el altiplano, en la costa y en la urbe, de mujeres luchadoras por la vida, por lo hijos, por el pan diario, que casi sin darnos cuenta pasan desapercibidas, pero que han dejado huellas con las cuales se construye la historia cotidiana de los pueblos y las naciones.

La agricultura es un invento y realización de la mujer; la micro política, del diario que hacer con el compañero amado, es un invento y realización de la mujer. El machismo es, también, un invento de la mujer para que los hombres tengan la pretensión de que mandan. El acto, inmensamente, revolucionario, desde cualquier punto de vista que se le mire: social, histórico, biológico, divino y humano. es parir. La mujer significa un opuesto histórico complementario del hombre. Bien lo sentenció Yahveh-Dios: “No es bueno que el hombre esté solo: hagámosle ayuda y compañía semejante”. Varona, la llamó Adán, “porque es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne. El equipo perfecto. No obstante, que la mujer ha tenido, históricamente, que luchar contra los hombres en casa y de los hombres de las clases dominantes y explotadoras.

La historia nos brinda como herencia digna y trascendente: a Anacaona, india haitiana. Poeta. En los areítos, fiestas indias de hermandad, Anacaona componía los versos, invocaba al Sol y la Luna, y a los zemis, dioses protectores de su etnia. De la misma forma que componía versos; enfrentó a los españoles, abusaron de ella y la ahorcaron: “Su libertad nunca llego”.

Manuela Saenz organizaría, a los 15 años, con su madre la resistencia contra la invasión de los conquistadores. Antes de conocer a Bolívar sería condecorada, por San Martín, con el título de Caballereza del Sol. Iracunda y militar. Muerto El Libertador, y sola rechazaría, la herencia que le dejara su esposo Jaime Thorne. Su encuentro con Simón Rodríguez nos brindara uno de los episodios, tremendamente nostálgicos de la historia. Le diría el Maestro: Manuela, me voy porque dos soledades no pueden acompañarse.

Bien pudo, Jaqueline Reyes, la primera víctima del 27 de Febrero, militante de las redes sociales de la parroquia San Agustín, haber sido Ada Byron, primera programadora de computadoras de la historia. Bien pudo Jaqueline Reyes, venezolana, haber sido Flora Tristán, precursora de la primera internacional socialista: Bien pudo, Jaqueline Reyes, haber sido Violeta Parra, compositora chilena, muerta de un disparo porque las penas de amor le ganaron la partida. Bien, pudo haber sido Jaqueline Reyes, Marìa Montessori creadora del método más importante para la enseñanza de preescolar. Bien pudo haber sido Jaqueline Reyes, Giorgina Gamboa, violada por los “Sinchis”, policìas Peruanos.

Recordemos el papel de la mujer en la Batalla de Santa Inés; recordemos las muchas Adelitas de la Revolución Mexicana y actualmente en Chiapas; recordemos el papel de la mujer en la Revolución Cubana; las luchas por los derechos civiles en los Estados Unidos; Ángela Davis y el Poder Negro. Recordemos a Isadora Duncàn, María Teresa Vera, Guillermina Ramírez y tantas otras que ha recorrido el movimiento de mujeres, con viejas y nuevas luchas; problemas viejos y nuevos, encarados cada vez con mayor energía, legitimidad y convicción para afirmar el derecho a la ciudadanía plena y a la participación en igualdad de condiciones en todos los ámbitos. No olvidemos que la revolución tiene nombre de mujer.

Nuestro respeto, admiración y sobre todo orgullo venezolano a todas las heroínas que se encuentran en nuestras comunidades y todas las venezolanas que con sus esfuerzos, responsabilidades y tesón impregnado en sí misma, nos dan día a día el pan de la educación, nobleza, superación y trabajo. En estos tiempo de amenaza de intervención y atentados contra nuestra soberanía, la mujer sabrá ocupar su puesto de combate.


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Efraín Valenzuela y Cecilia Rodríguez

Católico, comunista, bolivariano y chavista. Caraqueño de la parroquia 23 de Enero, donde desde pequeño anduvo metido en peos. Especializado en Legislación Cultural, Cultura Festiva, Municipio y Cultura y Religiosidad Popular.

 efrainvalentutor@gmail.com

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